Todos hemos oído hablar de las famosas dietas milagro, esas que en poco tiempo y si se siguen a raja tabla nos permiten bajar de peso en tiempo récord. Y en parte es cierto, pero con consecuencias. Eso han querido demostrar un grupo de investigadores de la Universidad de Granada, que han llevado a cabo un estudio sobre las dietas hiperprotéicas, aquellas que se basan en un consumo excesivo de proteínas. Entre ellas, está la dieta Dukan, tan polémica como eficaz a corto plazo pero no tanto con el paso del tiempo.
La investigación, realizada por el Departamento de Fisiología de la universidad granadina, ha sido liderada por la doctora Virginia Aparicio García-Molina (en la fotografía superior junto a su equipo científico), quien reconoce que “los efectos adversos que este tipo de dietas pueden tener sobre su salud a largo plazo son importantes”. Los investigadores han trabajado con 20 ratas wistar, que se dividieron en dos grupos de diez. El primero consumió una dieta hiperprotéica mientras que el otro grupo actuó como control y siguió una dieta normoprotéica. Los científicos realizaron este experimento con ratas durante 12 semanas, que equivaldrían a dos años en humanos.
Y los resultados han sido muy significativos. Aparicio señala que “las ratas son un modelo experimental muy extrapolable porque el metabolismo de una rata es igual que el de un humano, de hecho uno hace una bioquímica a una rata y tiene los mismos valores que un humano. Con las ratas se sabe exactamente lo que come, excreta, lo que orina... Se tienen controladas unas variables que con humanos no es posible controlar. De hecho, tenemos estudios con humanos que hemos tenido que desechar los datos porque nos hemos dado cuenta que nos han mentido”.
Las dietas hiperprotéicas lo que hacen es “reducir los hidratos de carbono a expensas de incrementar mucho las proteínas, pero al organismo como no les sirven para obtener energía (ya que las proteínas solo tienen funciones estructurales) no les queda otra vía que quemar grasas por lo que se pierde mucho peso. Pero el hecho de forzar al organismo a obtener energía solo a través de la grasa desde el punto de vista fisiológico tiene una serie de consecuencias, por ejemplo en los riñones, ya que tienen por una parte que regular ese equilibrio ácido-base que aporta la proteína y el organismo solo tiene para equilibrar ese exceso de ácido liberar el calcio de los huesos. Pero cuando llega al riñón produce una calciourinaria, que debe excretar por la orina, con lo que el riesgo de sufrir cálculos renales (piedras en el riñón) es mucho mayor debido a una disminución drástica del citrato urinario (un inhibidor de la cristalización de sales de calcio), un aumento del calcio urinario (para compensar la acidez metabólica que provoca el exceso de proteína) y a un descenso del PH de la orina”.
Además, ese exceso de proteína que no se utiliza para obtener energía tiene como metabolismo final la urea, porque produce amonio que pasa a amoniaco y al final tenemos la urea. La doctora señala que “cuando ingiero más proteína de la que necesito estoy acumulando urea que tengo que excretar y eso supone de nuevo un trabajo renal, una hiperfiltración. En la investigación con las ratas hemos comprobado que el riñón crece más de un 20% y el glomérulo también está hipertrofiado. A corto plazo probablemente en el ser humano esto no tenga efectos pero a largo plazo no es que sea muy favorable”.
Pero hay otras consecuencias en este tipo de dietas como es el efecto rebote. “Cuando al organismo lo acostumbras a tirar de grasas se vuelve muy eficiente energéticamente pero en cuanto le incorporas una dieta normal con sus hidratos de carbono es como una esponja, si has perdido ocho kilos vas a recuperar diez”, declara Virginia Aparicio que indica que “tres meses con una investigación en ratas supone dos años en adultos pero este tipo de dietas se cronifican y al tener ese efecto rebote tan grande, están de por vida a ese perfil de dieta que es muy eficaz pero que no se puede abandonar”.
El efecto rebote es una de las consecuencias de las dietas hiperprotéicas pero hay más. Entre ellos, los desajustes nutricionales porque “el no consumir los hidratos de carbono, las frutas y las verduras que son las que aportan las vitaminas y los minerales hace que se tenga una deficiencia nutricional. Estas dietas hacen que el sistema renal tenga que trabajar más. Además, deshidrata más. Como hay que eliminar ese producto tóxico que es la urea por medio de la orina, una persona con esa dieta orina mucho más y a no ser que se hidrate mucho provoca un estado de deshidratación”.
Por ello, Aparicio, que considera que hay mucho desconocimiento en la sociedad en este tipo de dietas milagro porque hay mucho dinero que se mueve detrás de ellas, recomienda que “nunca se pierda de vista las frutas y las verduras porque son, digamos, los alcalinos de la dieta. Si la proteína es ácida hay que compensar metiendo fruta y verdura para que no se me desregule el equilibrio ácido-base. Sobre todo recomiendo ejercicio físico para evitar el efecto rebote. Una dieta sin ejercicio tiene muchas papeletas de fracasar
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