Dos niños granadinos con graves malformaciones craneales son operados por un prestigioso médico irlandés
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ÁNGELES PEÑALVER | GRANADA
El doctor Dylan Murray y Adoración Martínez, en primer plano, con cirujanos del Materno de Granada. :: ALFREDO AGUILAR
Dylan Murray es uno de esos cirujanos de referencia mundial. Tras formarse en Toronto (Canadá), retornó a su país natal y por sus atinadas manos pasan todos los niños con malformaciones craneales severas de Irlanda. El experto conoció en un congreso a Adoración Martínez, especialista en maxilofacial del Materno de Granada, y fruto de aquel encuentro y de una colaboración internacional dos pequeños granadinos, uno de 9 meses y otro de 3 años, se recuperan después de que el eminente doctor, junto al equipo de cirujanos craneofaciales andaluces, los haya operado recientemente.
Hace 20 años, estas patologías no tenían solución quirúrgica en España y podían comprometer el desarrollo intelectual de los afectados, pero la cirugía ha avanzado a pasos agigantados, afortunadamente. «La intervención del bebé ha sido un éxito. Estoy muy contento», explicó Murray, cuyo primer paciente padecía una deformidad importante. El pequeño tenía un cráneo alargado, con forma de pepino, de la frente hasta la nuca. «No es un menor sindrómico, esto es, no presenta ninguna alteración cognitiva añadida. Pero con los años -si no se operaba- la patología se acentuaría con alteraciones cosméticas, psicológicas y, por supuesto, funcionales», apostilló la doctora Martínez, que también participó en esa intervención de más de seis horas.
Esas operaciones implican procesos complejos -que al profano le parecen de ciencia ficción-, como retirar parte del cráneo, corregir su forma y recomponerlo de manera correcta, además de volver a «montar» los huesos de la parte superior de la cara para que esta adquiriera un aspecto normalizado. Los materiales de fijación de los huesos son reabsorbibles por el cuerpo tras la cirugía.
«En estas operaciones la coordinación interdisciplinar y profesional es fundamental», explicó Murray, quien piropeó la labor de los profesionales granadinos, cuya cualificación y experiencia equiparó a las mejores del mundo.
El segundo de sus pacientes andaluces tiene 3 años y con 9 meses se sometió a su primera operación para tratar el mismo problema. «Los huesos del cráneo al crecer se han vuelto a mover, esto ocurre en un 5% de las veces y por ese motivo es necesario volver a modificar su disposición», comentó Adoración Martínez, quien dijo que la segunda cirugía también había ido muy bien y que el niño había «quedado precioso».
Los piropos y el éxito son de celebrar, pero la explicación de estas operaciones, de las que se hacen diez al año, son escalofriantes. Normalmente, cuando un niño llega al mundo los huesos de su cabeza no están soldados de manera rígida entre ellos, sino que están unidos por unas zonas blandas que se llaman suturas y fontanelas. «Estos menores suelen tener una unión precoz de varias suturas craneales que les impiden que su cabeza crezca de manera armónica y les provocan deformidades complejas», resumió la especialista, en cuyo equipo también es fundamental José Enrique Saura, jefe de Neurocirugía Pediátrica.
Otros facultativos como anestesistas y cirujanos pediátricos son esenciales para abordar estos casos en los que el cerebro del menor queda al aire durante la reconstrucción del cráneo. «La craneopatía solo afecta a uno entre 2.500 y 7.000 bebés nacidos vivos», narró Martínez, quien añadió que esta técnica solo se lleva haciendo en el hospital de Granada apenas tres años.
Tal complejidad tienen estas cirugías, que previamente reconstruyen con exactitud el cráneo de los niños en plástico para planificar al milímetro cómo lo van a hacer en cada momento una vez arranca la operación.
Los profesionales granadinos se han sentido avalados por Murray, con una gran experiencia en este tipo de intervenciones tan poco comunes. «Su conocimiento, enfoque y habilidad quirúrgica extraordinaria son para nosotros una referencia», matizó la doctora del Materno Infantil Adoración Martínez. Este tipo de unidades médicas pediátricas tan especializadas solo existen en Granada y Sevilla dentro del sistema sanitario público andaluz. Hasta ellas deben llegar todos los casos que se dan en la comunidad autónoma porque así estos médicos, enfermeros y anestesistas tienen la oportunidad de tratar al mayor número de niños y adquieren destreza y experiencia en el manejo de casos muy complejos.
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