El autor teatral y director de escena ofrece una conferencia en el Palacio de la Madraza y afirma que, desde el punto de vista de la creación, "la dramaturgia está viviendo una época de esplendor"
G. Cappa granadErnesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional y reputado autor teatral y director de escena, celebró ayer en el Palacio de la Madraza el Día Mundial del Teatro con una conferencia titulada A lomos del hipogrifo violento. Pese al título, Caballero espera que la figura del dramaturgo no se convierta en un 'animal mitológico'.
-¿El Día del Teatro es un momento para reivindicar o para reflexionar sobre la profesión?
-Es un día para reivindicar el teatro como un lugar para la buena salud espiritual de la sociedad.
-La muerte de Adolfo Suárez ha servido para revisar de manera concienzuda la época de la Transición. En este sentido, el teatro tuvo un destacado papel de agitador de conciencias...
-En esa época se crearon además las estructuras, los teatros públicos y entidades como el propio Centro Dramático Nacional. El impulso de la democracia afectó a las industrias culturales. Desde el punto de vista de la creación se cumple esa norma matemática de que en épocas de crisis y de incertidumbre florece la creación. La dramaturgia está viviendo una época de esplendor que, paradójicamente, contrasta con las graves dificultades que está atravesando un sector ya heroico de por sí. Vivimos en esta contradicción, hace 35 años la industria del teatro estaba focalizada en Madrid y Barcelona, después se crearon una serie de estructuras para descentralizar el teatro y la crisis está haciendo tambalear las iniciativas que surgieron en este contexto. Pero en cuanto a creación se está haciendo teatro en los agujeros más inopinados, mientras que la situación del sector es muy delicada.
-¿Está volviendo la 'poca vergüenza', entendido esto como un halago, a la escena española?
-En el Centro Dramático Nacional tengo una posición privilegiada a la hora de recibir propuestas de toda índole y hay una gran variedad de líneas estéticas. Pero no se limitan a los contenidos, también a las formas de producción, la profesión se está reinventado, buscando nuevas fórmulas de financiación y de cooperación como el crowdfunding a través de las redes sociales. Nosotros acabamos de producir una iniciativa que ha surgido de tres compañías de tres comunidades diferentes, Valencia, Madrid y Aragón. Es un proyecto que es un modelo y que, seguramente, en una situación más confortable como la de años anteriores, no se hubiese producido. Las compañías y los creadores están más abiertos que nunca a buscar fórmulas de cooperación y sistemas de producción alternativos.
-En este sentido, parece que la calle toma la delantera a los políticos. La Fundación SGAE acaba de publicar un estudio en que denuncia que el mecenazgo como tabla de salvación del sector cultural puede ser un "espejismo". Así que, de momento, lo único que funciona, aunque sea de manera muy modesta, es el crowdfunding y las iniciativas privadas de colaboración.
-Es que ni siquiera se ha aprobado la Ley de Mecenazgo. Yo conozco iniciativas como hacer un mercadillo en los bares para recaudar fondos. A nivel de calle están surgiendo muchas iniciativas que están plantando las bases de un nuevo modelo que acabará por sustituir o renovar al que hemos tenido los últimos años. Eso no quiere decir que la alternativa sea desproteger a la profesión ni volver al amateurismo, simplemente hay que encontrar un nuevo modelo de producción.
-¿Qué puede aportar en la situación actual una institución pública como el Centro Dramático Nacional?
-Tenemos una línea muy definida por los estatutos y una línea programática muy clara. Nos regimos por el Código de Buenas Prácticas y seleccionamos las propuestas a través de un concurso público. Llevamos años estableciendo sistemas de coproducciones con compañías y productoras, con lo que la relación entre lo público y lo privado es necesaria. Yo ya era partidario de esto desde hace años, pero partiendo de la base de que el teatro es un servicio de interés público que tiene que estar impulsado y apoyado por lo público.
-¿Percibe la ansiedad de los profesionales cuando el CDN da a conocer las propuestas que ha seleccionado?
-Eso es humano, tenemos que hacer mucha pedagogía y ser totalmente transparentes. Es curioso porque cuanto más puertas abres y más transparente eres generas más colas. Es comprensible que haya cierta ansiedad, pero percibo que ese cortoplacismo se está rompiendo y empezamos a ser conscientes que los reinos taifas y la competitividad de cortas miras no lleva a ningún lado. Hace mucho frío fuera.
-Granada, una ciudad de provincias, se debate entre el teatro más comercial y propuestas de cierta vanguardia, pero sigue al margen de los grandes éxitos del año. Un ejemplo son las obras galardonadas a los premios Max, ninguna de ellas ha llegado a esta ciudad y es muy posible que no lleguen en ningún momento. ¿El aficionado al teatro tiene que seguir acudiendo inexcusablemente a Madrid para ver ciertas propuestas?
-Espero que esto se vaya corrigiendo. Algo había que hacer y ahí está el Plan Platea, con el que muchas compañías de primer orden están acudiendo a teatros en los que nunca habían estado. Como Centro Dramático Nacional tenemos esa obligación, pero hay que tener en cuenta la falta de recursos, tenemos la mitad de presupuesto que hace cinco años. Salir de gira es caro, y esto sólo se puede hacer colaborando con otras instituciones, que tampoco están para tirar cohetes. Es verdad que están empezando a girar más las obras de pequeño y mediano formato, mientras que los grandes repertorios no giran todo lo que tendrían que girar. Es cierto que la crisis ha hecho que el teatro se contraiga y se haya vuelto a centralizar de alguna manera. Cada uno, desde su lugar, estamos luchando por revertir esta situación. Yo lo tengo muy claro, aspiro a esto porque estoy muy sensibilizado con el tema y lo primero que hice al llegar al cargo fue reunirme con los responsables de todos los centros dramáticos regionales. Repartiendo las cargas es mucho más fácil que circulen las obras.
-Pero con el Centro Andaluz de Teatro parece que, de momento, no ha llegado a ningún acuerdo concreto...
-Efectivamente, pero yo quiero y deseo colaborar con el CAT, igual que colaboramos con el Centro Dramático de Cataluña, entre otras muchas. Lo que hemos hecho de momento es trabajar con compañías andaluzas como La Zaranda, que ha actuado en el María Guerrero.
-¿Qué define la actual escena contemporánea?
-Nosotros tenemos que, por un lado, preservar el repertorio y poner en escena a Lorca, Galdós o Valle-Inclán. Por otro lado, tenemos que impulsar la nueva creación y a los autores emergentes. La impresión que tengo es que hay mucha promiscuidad entre los géneros, ya se habla de narraturgia en vez de dramaturgia. Tenemos el elemento visual y la sintaxis de la imagen, el dramaturgo tiene que manejar distintos lenguajes.
-Pase lo que pase, ¿la palabra seguirá siendo el elemento clave del teatro o incluso eso puede cambiar?
-Puede que la palabra se tratará de otra manera o se redescubrirá. Nos debatimos entre eso de que una imagen vale más que mil palabras o una imagen necesita mil palabras para ser explicada. Yo creo que ahora mismo hay una confrontación de lenguajes pero, cuando está bien hecho, la palabra siempre sale realzada.
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