El francés Gabriel Bianco dio un estupendo recital de guitarra con obras obras de autores como Agustín Barrios, John Duarte, Paganini, Falla y Villalobos
JOSÉ ANTONIO LACÁRCEL | GRANADA
Gabriel Bianco, en el intimista patio de la Casa de los Pisa. :: GONZÁLEZ MOLERO
Este pasado inviernos tuvimos ocasión de admirar el arte de Gabriel Bianco, en el Certamen Internacional de Guitarra Clásica 'Andrés Segovia', de La Herradura, donde quedó vencedor absoluto obteniendo el primer premio y llamando la atención por la calidad y belleza de su sonido, por su técnica que se nos antojó impecable, por la musicalidad que encerraba cada una de sus intervenciones. Llamó poderosamente la atención y se erigió en ganador de un certamen que tiene una importancia y una repercusión incuestionables, con amplio eco en el extranjero.
Ese joven y animoso Bianco -apellido italiano para un artista francés- ha vuelto a tierras granadinas, esta vez llevado de la mano del Festival Internacional de Música y Danza. Lo primero que hay que hacer es felicitar a la dirección del Festival por incluir artistas jóvenes y de gran proyección, por sumar un triunfador de un certamen que se celebra en La Herradura, por confiar en la calidad de estos jóvenes intérpretes que ya son una realidad y que precisan del apoyo de los certámenes con tanta historia y tradición como el que nos ocupa.
El marco elegido para el concierto de Gabriel Bianco no podía ser más idóneo. El hermosísimo y artístico patio de la casa de los Pisa resulta buen sitio para desarrollar un hermoso programa musical. Además es un lugar recogido, recoleto, lo que viene y encaja perfectamente para las cualidades acústicas de la guitarra, que precisa de esos ambientes íntimos, de ese aire camerístico, de ese encuadre, en el que se van a encontrar cómodos y van a poder ofrecer y extraer todo lo que de sí puede dar el más español de los instrumentos. Lugar pues idóneo para desarrollar un programa que ha tenido mucho de lírico y de intimista, para llevar a cabo una actuación donde no cabía ningún tipo de amplificación, sino que era el propio sonido de la guitarra, su auténtico sonido el que llegaba con toda nitidez y precisión, gracias a una buena acústica, y a ese concepto de lo intimista, repito, de lo puramente camerístico.
El triunfador de La Herradura ha vuelto a ser el triunfador de la calurosa de verano. Su guitarra tiene un sonido precioso, bellísimo, un sonido impecable, delicioso. Bianco posee una técnica depurada. Es una alegría ver cómo emplea su mano izquierda, con una precisión absoluta, cómo domina el instrumento, cómo sabe hacerlo reaccionar, cómo sabe hacer que vibre, que hable, que cante. Tiene además una extraordinaria musicalidad. Esa técnica, esa musicalidad y ese sentimiento artístico, son los poderes que puede exhibir el guitarrista galo. Y con ellos ha llegado con toda facilidad a un público que se le ha rendido incondicionalmente.
El programa
Bianco no ha respetado el programa anunciado. Lo ha cambiado y lo ha explicado dando por supuesto que todo el mundo sabe inglés. Eso no me ha gustado. Algunos resulta que tenemos una formación cultural en la que el francés y el italiano están muy presentes. Pero bueno.. esto es peccata minuta. Lo importante ha sido cómo ha tocado, cómo ha sido capaz de interpretar con esa delicadeza, con esa intensidad y hondura que han sido sus armas en todo momento. Tres piezas breves dejaban paso a unos momentos bellísimos, dentro de la mejor tradición guitarrística con obras de Agustín Barrios, entre ellas La Catedral. O la indudable gracia y belleza de las variaciones sobre canciones populares catalanas de John Duarte. Ha estado presente un buen y limpio Falla, el del 'Homenaje a Debussy', para terminar con dos movimientos de la virtuosística Sonata de Paganini. Fuera de programa, una versión llena de sentimiento, emoción y belleza, de uno de los preludios del brasileño Heitor Villalobos.
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