Los estudios sobre el cambio climático ayudan a la supervivencia del sapo partero bético en Sierra Nevada
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JUAN ENRIQUE GÓMEZ | GRANADA
Abrevaderos. Emilio González, Elena Ballesteros y Rogelio López estudian una charca asociada a actividades ganaderas en Sierra Nevada donde existe una nutrida población de sapo partero bético. :: FOTOS: J. E. GÓMEZ
El sapo partero bético, Alytes dickhilleni, camina entre las orillas de las charcas y cursos de agua junto a los que vive cargado de huevos que transporta entre sus patas traseras. Esta forma de actuar no sería nada extraordinaria si no fuese porque quien así se comporta es el macho y no la hembra, es el padre quien se encarga de la gestación y de hacer nacer a sus hijos. Es uno de los poquísimos ejemplos que la naturaleza aporta sobre lo que podría considerarse 'embarazo' masculino (otra de las especies es el caballito de mar).
«Está calificado como una especie amenazada con la categoría de vulnerable a la extinción, tanto a nivel global como nacional y regional», dicen los técnicos y especialistas en anfibios de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía, Emilio González Miras y Elena Ballesteros Duperón, que desde hace unos años se encargan del estudio y seguimiento de las poblaciones de anfibios, entre ellos Alytes dickhilleni, en Sierra Nevada y otros territorios del oriente andaluz como los Filabres. «Esa forma tan particular de reproducción es lo que le ha dado el nombre vulgar por el que se le conoce a esta especie que habita en el sureste español, como al resto de las que forman el género Alytes», afirma Emilio González, para quien la cualidad de 'partero' del macho no se puede considerar científicamente como si de un embarazo se tratase o que el género masculino sea quien 'da a luz' a sus hijos, aunque sí es uno de los casos más claros en los que la viabilidad de la descendencia dependerá del padre. La realidad es que la hembra solo pone los huevos sobre el macho, que es quien los fecunda y cuida hasta su eclosión, una forma de cuidados parentales única entre los anfibios.
«La hembra transfiere al macho un cordón formado por una media de entre 30 y 40 huevos para que los fecunde. Después el macho se hace cargo de la puesta y la transporta entre sus patas traseras durante aproximadamente un mes. Cuando las larvas están ya en condiciones de valerse por sí mismas, suelta los huevos en el agua de la charca para que eclosionen», comentan los especialistas, que han constatado como un solo macho puede transportar una media de 75 huevos, producidos por varias hembras, lo que muestra lo solicitados que pueden estar los ejemplares masculinos de esta especie en poblaciones formadas por solo una decena de individuos.
Ayudar a la pervivencia de esta especie es uno de los objetivos del trabajo que los especialistas realizan en charcas y abrevaderos de media y alta montaña, encuadrado en los programas de seguimiento, protección y recuperación de anfibios. «De esta especie solo se conocen 35 puntos de reproducción en la provincia de Granada y 300 en todo el territorio peninsular, lo que la convierte en tan amenazada como el águila imperial ibérica, por ejemplo», afirma Elena Ballesteros, que ha detectado que en Granada hay siete núcleos poblacionales repartidos por los Montes Orientales, Parapanda, Colomera, sierras de Huétor y Arana, Baza, Sierra Nevada, Lújar, Tejeda, Albuñuelas y las sierras del nordeste provincial.
Reportaje completo, vídeos y fotos en la revista de naturaleza de IDEAL, Waste Magazine, en la dirección http://waste.ideal.es/alytesdickhilleni.htm
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