Los Ballets de Monte-Carlo recuperaron en El Generalife el espíritu de los Ballets Rusos de Diaghilev de 1918
JOSÉ ANTONIO LACÁRCEL | GRANADA
Dos momentos de la primera de las sesiones dedicadas a la danza de esta edición. :: GONZÁLEZ MOLERO |
Con música de John Adams y coreografía de Jean Christophe Maillot, se presentaron en los jardines del Generalife los Ballets de Monte-Carlo, ofreciendo 'Vers un pays sage'. Fue la primera toma de contacto de esta compañía de danza con el público granadino, para continuar con una buena dosis de evocación, con la Shérézade con música de Rimski-Korsakov y coreografía de Maillot, en una bonita evocación de lo que fueron los famosos Ballets Rusos de Diaghilev, tan unidos a la música de Falla.
Creo que asistimos anoche a una más que estimable actuación artística. Siempre resulta gratificante reencontrarse con la hermosa 'Shérézade', a través del sueño apasionadamente lírico que hiciera Rimski-Korsakov y que nunca dejó entrever la posibilidad de llevar a la hermosa princesa y sus inagotables cuentos de mil y una noches al mundo de la danza. Hubo que esperar a que muriera el compositor para que otro ruso genial, el coreógrafo Diaghilev, afrontara el reto de dar vida física a la hermosa partitura con el nombre de la bella princesa oriental. Mucho de esto se evocó anoche en el Teatro de los jardines del Generalife, marco idóneo para una voluptuosa ensoñación, aunque la gentil princesa no apareciera en la coreografía en ningún momento. Todo ocurre antes de que ella entretenga las noches del vengativo sultán con los cuentos que siempre quedan sin terminar. Esto por un lado, por otro un maravilloso homenaje a un pintor, prematuramente desaparecido pero con un legado artístico importante, como fue Jean Maillot, en la versión que hace su hijo y excelente coreógrafo Jean Christophe Maillot, homenaje impresionante, cargado de fuerza, pleno de evocaciones, capaz de suscitar una gran emoción, produciendo un fuerte impacto en el espectador. Homenaje en el que hay amor, ternura, admiración, pero fuerza, intensidad y un profundo dramatismo. Con estas dos cartas de presentación, actuaron anoche en el Generalife los Ballets de Monte-Carlo, en la primera de las sesiones dedicadas a la danza, de esta nueva edición del Festival.
Riqueza rítmica
'Ver un pays sage' es una demostración vibrante e intensa de una sabia coreografía, basada en la música de John Adams, reiterativa, machaconamente reiterativa, pero dotada de una gran riqueza rítmica que sirve para ver la evolución realmente buena de los bailarines monegascos. Una verdadera lección de acoplamiento, de fantasía y originalidad coreográficas, con un escenario desnudo de toda connotación escénica. Una primera carta de presentación del ballet que ha inaugurado las sesiones de danza del Festival y que han contado con el aplauso de un público que valoró el esfuerzo intenso, la capacidad imaginativa, a través del movimiento de los cuerpos, en una sabia y austera coreografía.
Y para completar el programa 'Shérézade', con la música de Rimski-Korsakov y la coreografía de Maillot. Aquí la dulce princesa oriental, es un motivo, un nombre, pero en realidad la acción que presenta, la trama argumental que se representa, se basa en la primera parte, cuando el sultán se entera de que es burlado por su esposa e inicia la primera de las matanzas para salvar su honor mancillado. Pero Shérézade, la auténtica heroína, narradora de los cuentos de las mil y una noches, no aparece por ningún lado. Es por tanto un título, una evocación, algo que cuadra con el ambiente mágico de las noches del Generalife. La música es sobradamente conocida y valorada por su rara hermosura, por su encanto, por su intensa belleza. La coreografía, bien trazada, nos ha parecido interesante, sin llegar, a nuestro modesto entender, a la pasión y a la originalidad desplegada en la primera parte del programa.
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