Para que la recuperación sea de verdad, la mejora de las cifras debe llegar a los salarios
En una comparecencia parlamentaria, el diputado de Podemos Íñigo Errejón reconoce ante el ministro de Hacienda que España muestra un crecimiento económico fuerte, pero le niega que el control del déficit realizado de forma coriácea -y desesperada-por dos gobiernos conservadores sucesivos tengan que ver con tal éxito (Errejón, no hace falta decirlo, no utiliza esta palabra). Acto seguido también le niega la mayor: "Nada ha tenido que ver con la gestión del PP". Montoro le responde, con su creciente talante malas pulgas: "Pues nada, ha sido la puta suerte; España tiene la puta suerte cuando gobierna el puto Partido Popular". Pero nuestro morbo en un pozo: aunque le respondió eso mismo, lo hizo sin los tacos. Se trataba de una manipulación del audio. Cabe coincidir con Errejón sólo en una cosa: los datos de crecimiento económico -un 3,1% anual-son excelentes, como los son los de la también impensable caída del número de parados. La recesión es cosa del pasado. España evoluciona con ritmo equivalente al de los años anteriores a la crisis. Debemos hacer notar aquí que "España", en este caso, es un concepto asimétrico, o sea, que aglutina churras con merinas al computar los datos macro: no todas las regiones crecen a la par, ni tienen la misma renta ni crean el mismo empleo. Pero ésa es otra cuestión.
Debemos afirmar que, aunque el crecimiento del PIB es notable, la gran reducción del desempleo se ha hecho a base de trabajos con salarios que pueden mover a la risa. Si bien es verdad que el crecimiento está basado en buena medida en la mejora de la productividad, sería falaz no atribuir tal ganancia a unos salarios impropios del primer mundo: una paradoja terminológica muy propia de la economía. Dicho lo cual, más infundada y partidista parece la negativa radical a adjudicar buena parte de la recuperación al Gobierno y a su decidido control del déficit -nos hubieran breado nuestros acreedores exteriores, si no-, así como al férreo control del gasto y la gestión financiera de comunidades autónomas y ayuntamientos. Le faltó a Errejón decirnos a qué demonios atribuye la innegable mejora de la economía española en el último año. Y con tacos o sin ellos, resulta comprensible el sarcasmo de Montoro en su respuesta. Por cierto: para que la recuperación sea de verdad, la mejora de las cifras deben llegar a los salarios. Y aunque tal traslación no esté en la mano del Gobierno, éste sí puede promoverla desde el poder. Si no, el modelo de crecimiento es subdesarrollado.
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