La dieta mediterránea ahorra dinero a la sanidad"
-¿Cómo promueve su fundación los buenos hábitos alimenticios?
-Tenemos la enorme suerte de contar en nuestro país con la dieta más reconocida a nivel internacional, considerada patrimonio inmaterial de la Humanidad por la Unesco y probablemente la dieta más saludable del mundo. La Fundación lo que hace es promoverla y darla a conocer a los ciudadanos; tanto de nuestro país como de fuera de nuestras fronteras. Presumimos de los productos agroalimentarios que forman parte de esta dieta mediterránea, preservando los hábitos de vida saludable que están asociados a ella.
-Aceite, pan, vino y jamón. El sancta sanctorum de nuestra cocina...
-Con eso poco más tenemos que decir. Evidentemente contamos con otros productos igualmente representativos. Detrás de ellos tenemos cerca de un millón de productores que nos permiten contar con los mejores cereales para el pan; la mejor aceituna para el aceite; la mejor vid para el vino y también la mejor producción ganadera para los mejores jamones.
-A pesar de todo, España es el segundo país de Europa con más obesos. ¿Qué esta fallando?
-Falla el que se estén perdiendo los hábitos de vida saludables y la dieta mediterránea. Hemos perdido lo que históricamente fuimos a lo largo de las últimas décadas, y hay que recuperarlo. Por eso la Fundación pone en valor lo que nuestros alimentos aportan desde la perspectiva de la salud y de los valores nutricionales; cosas que probablemente los ciudadanos no conocen en detalle y que es nuestro deber trasmitirles. Por eso la importancia de tener una fundación potente en la que participa el Ministerio de Agricultura, comunidades autónomas y también las empresas agroalimentarias, que son las que al final ponen los productos a disposición de los consumidores. Si apostamos por la dieta mediterránea y por hábitos de vida saludable reduciríamos el índice de obesidad.
-¿Cuánto se ahorraría el Estado en sanidad si comiéramos bien?
-Mucho. Es evidente que cualquier mejora desde el punto de vista nutricional tiene un efecto beneficioso en la reducción del gasto sanitario. Los estudios y la ciencia así lo avalan.
-¿Comenzamos por cambiar refrescos por gazpacho?
-El gazpacho y el salmorejo son productos que se apoyan en el producto estrella de la dieta mediterránea. Evidentemente, en verano es mejor un gazpacho o un salmorejo que un refresco, sobre todo desde el punto de vista nutricional y de la salud.
-La cocina está de moda, pero el burguer cada vez más lleno.
-Probablemente porque la sociedad va muy deprisa y quiere, en muchas ocasiones, comida rápida. Desde la industria alimentaria asociada a la dieta mediterránea no hemos sido capaces de adaptarnos a ese cambio cultural. También es necesario avanzar en la innovación tecnológica en los productos de nuestra dieta para que se ofrezca a los consumidores la posibilidad de buscarlos y consumirlos de manera rápida y directa. Es una oportunidad para competir con ese tipo de cadenas de restaurantes.
-¿Es el ritmo de vida actual el mayor enemigo?
-Es un enemigo enorme. La dieta mediterránea, entre otras cosas, se ha apoyado históricamente en la cocina a fuego lento. Sobre todo en productos como las legumbres, que se asocian a una preparación lenta y con un consumo pausado. Pero insisto, creo que la clave de cara al futuro es que esto no sea así y en la cocina rápida logremos incorporar los alimentos de toda la vida.
-Mi abuela decía que lo se preparaba en diez minutos no es cocina, si no un sucedáneo.
-Probablemente es cocina, pero no de la mejor. Lo que es cierto es que tenemos que estar preparados para competir con esos productos que hoy en día se preparan en diez minutos. No es lo que debemos hacer de manera preferente, pero desde luego hay que llegar a todos los consumidores. En cualquier caso, si en la cocina rápida incorporamos aceite de oliva, aun siendo rápida, será mejor.
-¿Se puede comer bien con la cartera pasando hambre?
-Se puede comer bien porque además estamos en un país en el que los ciudadanos valoran mucho los productos agroalimentarios. Quizás no todo lo necesario, pero quienes viven en nuestra cultura han disfrutado de los sabores de la niñez; guarda aromas que uno quiere recuperar, y lo primero en lo que cualquier persona destina su dinero es a la comida. Se pueden consumir productos de nuestra dieta baratos, frescos y saludables, porque, entre otras cosas, estamos muy cerca de allí donde se producen.
-La gastronomía es uno de nuestros reclamos turísticos. ¿Se nos conquista por el estómago?
-Sin duda. Los visitantes llegan a través de los restaurantes.
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