Escritores e intelectuales han razonado con insistencia la patente desigualdad entre el oriente y el occidente andaluz
Ha llegado a mis oídos que en un precioso pueblo de 276 habitantes de la escarpada montaña granadina, de gentes amables y acogedoras, reside un lugareño que sin tapujos ha llamado catetos a quienes denunciaron la decadencia granadina frente a Sevilla o que postulamos un futuro mejor para los granadinos lejos del centralismo sevillanista.
Cateto por tanto debía de ser nuestro ilustre poeta Federico García Lorca cuando allá por 1921 ya decía en su Baladilla de los tres ríos cosas tales como "El río Guadalquivir tiene las barbas granates. Los dos ríos de Granada uno llanto y otro sangre", "Para los barcos de vela, Sevilla tiene un camino; por el agua de Granada sólo reman los suspiros", o "Guadalquivir, alta torre y viento en los naranjales. Dauro y Genil, torrecillas muertas sobre los estanques".
Cateto debió de ser también Ángel Ganivet, ilustre escritor y diplomático granadino, cuando en 1898, escribía en El Defensor de Granada: "Yo, que soy andaluz, declaro que Andalucía políticamente no es nada, y que al formarse las regiones habría que reconocer dos Andalucías: la alta y la baja; el mismo Pi y Margall, en Las Nacionalidades, las admite". Cateto también Pi y Margall…
Cateto igualmente sería el escritor, periodista, abogado y político Francisco Seco de Lucena cuando, en su célebre conferencia del 6 de enero de 1898 en la Cámara de Comercio de Granada, dijo que "la idea regionalista bien entendida y aplicada, puede contribuir al engrandecimiento de las entidades territoriales que forman la patria, y por consiguiente al engrandecimiento de la patria misma", y que "difícilmente podrá encontrarse un territorio que tenga los rasgos de su personalidad tan enérgicamente marcados, como este conjunto de las cuatro provincias que formaron el Reino de Granada".
Cateto también sin duda el geógrafo, historiador y profesor de la Universidad de Córdoba Antonio López Ontiveros cuando en 2003, en su obra El territorio andaluz: su formación, delimitación e interpretación, decía que "podía ser Andalucía un hecho sociológico, psicológico-social, incluso literario, etc., pero hasta 1833 los documentos geográficos más fiables distinguieron entre Andalucía y Granada, y aquella fue definida imprecisamente". Y asimismo cateto el historiador y catedrático Antonio Domínguez Ortiz, que también mantenía la tesis de que hasta 1833 Andalucía no fue nunca una circunscripción con entidad propia (Andalucía ayer y hoy. El presente andaluz visto a través de su evolución histórica, 1983).
Y cateto también Carlos García Oviedo, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Sevilla, cuando el 9 de diciembre de 1932 declaraba a ABC Sevilla que "las dos Andalucías -oriental y occidental- no están capacitadas para entenderse. Carecen de las necesarias relaciones materiales y de afectividad."
En fin, ellos y muchos granadinos, todos catetos, muy catetos, tanto como murcianos, riojanos o navarros, pero conscientes de la patente desigualdad territorial, estructural e institucional entre el oriente y el occidente andaluz. Pero quizás no tan catetos como quien sirve a su señor… eso sí… de Sevilla…
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