Bosques en la sierra de Baza |
El fenómeno del calentamiento global conducirá a que previsiblemente en unos 100 años las temperaturas aumenten de 2 a 3 grados y disminuyan las precipitaciones". Esta cuestión, que aborda en un amplio reportaje la revista digital Sierra de Baza,llevó a un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba, liderado por el profesor de Ecología Rafael Villar y en colaboración con la Universidad de Wageningen en los Países Bajos, a estudiar cómo reaccionan las plantas ante ese aumento de temperatura, cómo responden ante la sequía y cómo se recuperan las distintas especies.
El grupo de científicos se centró en el bosque mediterráneo. Según su investigación, las especies vegetales de este hotspot persisten al incremento de temperatura y falta de agua regulando el tiempo que dedican a realizar la fotosíntesis. Es decir, si este proceso vital para la planta es algo habitual que desarrollan durante la mayor parte del día, el mismo se reduce en verano y más en épocas de sequía, principalmente para ahorrar agua, pero no todas las plantas reaccionan igual.
Los estudios determinan que mientras que el matorral, especialmente las jaras, sufren mucho la sequía, con la lluvia son las primeras que se recuperan. El matorral tiene más plasticidad fenotípica, lo que le permite modificar con facilidad sus características y adaptarse a las condiciones ambientales del momento. A esto se suma, para favorecer la permanencia de su especie, la estrategia de las jaras de dominar rápidamente el terreno, siendo las primeras especies en colonizar tras un incendio o una sequía.
Sin embargo, según el mismo estudio, la reacción de los árboles del bosque mediterráneo no es la misma. Así, los alcornoques no tienen tanta plasticidad fenotípica y aunque no sufren tanto la sequía y se mantienen más constantes ante los cambios estacionales, la recuperación es más lenta. Esto, unido a que para producir semillas necesitan entre 20 y 30 años de edad y que estas sólo persisten unos meses y además es alimento de muchas especies animales y desaparecen con rapidez, les hace ser una especie vulnerable para su conservación de cara al próximo siglo.
Con estos datos, el bosque mediterráneo va sufrir mucho más las consecuencias del cambio climático que el matorral propio de este ecosistema. En unos cien años este paisaje se transformará y será predominantemente de matorral, puesto que las especies típicas de la zona irán desapareciendo. A esta disminución de especies también contribuirá la epidemia de la seca, un problema que en la actualidad preocupa a los propietarios de las dehesas.
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