Hasta los 'spinners' tienen su categoría. ¿Te identificas con alguna?
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Seguro que conoces a alguien que no puede parar de crujirse los nudillos, rechinar los dientes o juguetear con cualquier objeto que esté a su alcance. Para los demás, pueden ser manías molestas, pero para esas personas son hábitos que no pueden evitar.
Pero ¿por qué lo hacen? ¿Se aburren? ¿Están nerviosos? Quizás estas manías están tan integradas en su vida diaria que ni se dan cuenta. Sin embargo, parece que tienen una explicación. Según el doctor en psicología Tim Sharp, más conocido como Doctor Happy (Doctor Feliz), las manías de las personas nacen para ayudarles a mitigar las incomodidades.
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"No todo el mundo desarrolla manías por el mismo motivo. No obstante, tienden a ser comportamientos y acciones que proporcionan cierta comodidad en alguna situación que, de inicio, resultaba estresante o angustiosa. El factor común del inicio de manías como morderse las uñas o jugar con el pelo es que, de un modo u otro, la situación que esa persona asociaba a una incomodidad se mitigaba al realizar dichas acciones", explica el doctor Sharp al HuffPost Australia.
¿Y cómo se convierten esas acciones momentáneamente mitigadoras en comportamientos rutinarios que sacan de quicio a los amigos y familiares? Según el doctor Sharp, aunque hay un desencadenante inicial, las manías, por definición, se adquieren de forma inconsciente a lo largo del tiempo: "Pasado un tiempo, quizás la causa que la originó ya no esté presente, pero la manía sigue de forma inconsciente y muchos ni se dan cuenta de ello. Si no interrumpes a alguien que se está mordiendo las uñas, muchas veces ni se dan cuenta de que lo están haciendo".
Las manías proporcionan cierta comodidad en alguna situación que, de inicio, resultaba estresante o angustiosa.
Aunque las manías que antes vienen a la cabeza suelen ser mover nerviosamente alguna parte del cuerpo, morderse las uñas, jugar con el pelo y rechinar los dientes, otras supersticiones como comprobar tres veces que el horno esté apagado o poner el volumen del televisor siempre en el mismo número también se consideran manías.
Según el doctor Sharp, estas manías representan una falta de capacidad para tolerar la incertidumbre o ciertas imperfecciones: "Cuando alguien desarrolla manías de mayor magnitud, pueden haber surgido por lo que se conoce como 'pensamiento ilusorio' o 'superstición', por ejemplo, comprobar que esté todo bien cerrado. Hacer la comprobación es la compulsión, pero la obsesión, el pensamiento ilusorio o la superstición es la creencia de que, si no compruebas que todo está bien cerrado, entrarán a robar a casa o alguien resultará herido".
Si una manía como las anteriores empieza a afectar al día a día, podría tratarse de una categoría superior: un trastorno obsesivo compulsi
PETER DAZELEY
"Otra manía común es lavarse las manos muy a menudo. La compulsión es lavarse las manos; la obsesión es que si no lo haces, estarás sucio, enfermarás y extenderás la enfermedad allá adonde vayas. Pasa a ser una manía importante cuando se lleva al extremo de dejarse las manos en carne viva y evitar tocar cosas", cuenta.
De acuerdo con el doctor Sharp, pese a que las manías molestan más a los demás que a uno mismo, esto podría tener un lado positivo. "Comprobar cinco veces que todo esté bien cerrado antes de salir de casa puede hacerte llegar tarde a los sitios; subir y bajar todo el rato el volumen también es irritante para las demás personas que están viendo la televisión, y el ruido que haces al crujirte los nudillos no le resulta agradable a todo el mundo. Sin embargo, ese suele ser el motivo por el que se empiezan los tratamientos: porque las parejas o amigos, molestos por dichas manías, le insisten a la persona en cuestión en que busque ayuda", señala el especialista.
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Resulta también interesante la visión del experto en inteligencia emocional aplicada Christopher Golis, quien explica que estar o no estar pendiente del reloj es también una manía frecuente. Llegar tarde a los sitios de forma reiterada no tiene nada que ver con que se te haya roto otra vez el coche o que hayas perdido las llaves de casa por quinta vez en lo que va de semana. Si llegas tarde es por manía, así que ya es hora de dejar de poner excusas.
Estar o no estar pendiente del reloj es también una manía frecuente.
"La gente que siempre llega tarde siempre tiene una excusa: el bus iba con retraso, no encontraba el sitio, el ascensor se ha quedado atascado... Pero hay dos tipos de personas que llegan tarde. Están los que siempre se distraen por el camino pero se disculpan en cuanto llegan, te dan una explicación graciosa y ya está todo arreglado, y luego están los 'políticos', que se hacen esperar porque quieren dejar claro quién es más importante, no piden perdón y lo primero que hacen es intentar averiguar tu situación y tu categoría", expone Christopher Golis.
De modo que si te das cuenta de que no puedes parar de tamborilear con los dedos, menear las piernas debajo del escritorio o trastear con tu spinner (que el doctor Sharp ve como un modo interesante de convertir una manía en un juego divertido), para ya y reconoce tu problema. Hay más formas de mitigar tu incomodidad aparte de crujirte los nudillos junto al oído de tu compañero de trabajo.
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