A principios de este mes de julio, la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) anunciaba que incluía el bisfenol A, una sustancia habitual en los plásticos, dentro de la lista de químicos "altamente preocupantes".
La decisión, adoptada por unanimidad y a petición de Francia, se tomó basándose "en sus propiedades como disruptor endocrino, que tienen probables efectos serios sobre la salud humana". Probablemente no sea la primera vez que lees informaciones preocupantes sobre el bisfenol A (BPA), así que aquí te explicamos todo lo que debes saber.
¿Qué es el bisfenol A?
El bisfenol A es un compuesto químico descubierto en 1891 que se utiliza como ingrediente de muchos plásticos. Cada año se producen entre 2 y 3 toneladas métricas de BPA y se utiliza en muchísimas industrias y productos cotidianos por sus convenientes propiedades.
En una de sus formulaciones resulta transparente y prácticamente inastillable, así que se emplea en la fabricación de biberones y botellas de agua, en dispositivos médicos y dentales, en equipamiento deportivo, electrodomésticos y muchos otros objetos. También forma parte de muchos envases plásticos de alimentos y bebidas.
El BPA se utiliza también, en pequeñas cantidades, en el papel térmico en el que se imprimen muchos recibos de compra, entradas de cine, etc.
¿Cuál es el problema con el BPA?
El problema es que el BPA pasa con facilidad de esos objetos a nuestros cuerpos. Un estudio realizado por el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos en 2004 encontró restos de BPA prácticamente en todas las muestras de orina que recogió, aunque siempre por debajo de los límites establecidos tanto por la Federal Drug Administration como por su equivalente europea, la EFSA.
El mecanismo de traspaso es el siguiente: el BPA formaba parte de los plásticos con los que se fabricaban los biberones, las botellas y muchos envases de comida. Con el tiempo, el BPA se desprende del plástico, se queda en la comida o bebida en cuestión, y entra en nuestro cuerpo cuando la consumimos. El proceso se acelera cuando el plástico entra en contacto con un líquido caliente.
¿Qué nos hace el BPA?
Es difícil saberlo con exactitud puesto los efectos no son agudos y evidentes. Además, la mayoría de los estudios hasta ahora se han realizado en ratones y extrapolar sus conclusiones como válidas también para nuestro organismo no siempre es acertado. Sin embargo, las autoridades sanitarias de Estados Unidos y Europa consideran probables efectos importantes y por eso están restringiendo su uso.
El BPA se considera un disruptor endocrino, una sustancia que interfiere con nuestras hormonas enviando a nuestro organismo señales químicas que afectan principalmente a su desarrollo y funcionamiento sexual
El BPA se considera un disruptor endocrino, una sustancia que interfiere con nuestras hormonas enviando a nuestro organismo señales químicas que afectan principalmente a su desarrollo y funcionamiento sexual. Desde 1936 se sabe que el bisfenol A imita a los estrógenos, actuando en los mismos receptores que esta hormona femenina.
Algunos estudios sugieren que la acción del BPA está relacionada con una disminución en la cantidad y calidad de los óvulos maduros, aparición de quistes ováricos y un mayor crecimiento de las células cancerosas en los casos de cáncer de mama.
Sobre el aparato reproductor masculino, parece haber una relación entre el BPA y un descenso en el recuento de espermatozoides y la fertilidad en genera.
El sistema cardiovascular, el sistema inmune y la tiroides también parecen verse afectados por el BPA. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Alicante estableció una relación entre el aumento de casos de diabetes con la creciente presencia de BFA en la sangre.
Entonces, ¿por qué no lo prohíben directamente?
Porque los estudios hasta la fecha no han obtenido datos concluyentes. La EFSA (European Food Safety Authority) publicó a principios de 2015 un informe con su opinión sobre los riesgos para la salud pública de la presencia de bisfenol A en productos que están en contacto con los alimentos. En él, analizó tres tipos de exposición al BPA: externa (en la dieta, el agua, la respiración o el contacto con cosméticos o papel térmico), interna (al BPA una vez absorbido por nuestro cuerpo) y agregada (en la dieta, el polvo, los cosméticos y el papel térmico al mismo tiempo).
El informe concluía que no había una preocupación por la salud pública en ningún grupo de edad por la exposición en la dieta, y una preocupación muy baja por la exposición agregada. Es decir, que los expertos de la EFSA concluyeron hace menos de dos años que los niveles de BPA a los que estamos expuestos no suponen un motivo de preocupación.
Una revisión de la situación publicada por la FDA en enero de 2016 apuntaba en la misma dirección: basándose en los últimos informes sobre su seguridad, los niveles actuales de BPA en nuestro entorno no suponen un problema para la salud pública.
Límites al BPA en Europa
Sin embargo, su presencia en los biberones ya fue prohibida por la UE unos años antes, en 2011. La decisión estuvo motivada por el mayor riesgo que esta sustancia representa para los bebés y niños pequeños, unido a que el uso habitual de un biberón es contener líquidos calientes, lo que precisamente favorece que el plástico libere el BPA.
En 2016 se limitó también su uso en papel térmico y se ha propuesto un límite para su uso en juguetes.
Otros países han tomado medidas más estrictas. En Bélgica, Suecia y Dinamarca, el BPA está prohibido también en otros materiales que están en contacto con alimentos destinados a niños menores de 3 años, y Francia lo ha prohibido en todos los envases, contenedores y utensilios que estén en contacto con alimentos.
De momento, el BPA no está prohibido en el resto de la UE mientras se mantenga por debajo de los límites autorizados. Ahora, está además categorizado como sustancia altamente preocupante.
¿Qué puedes hacer tú?
Para empezar, no alarmarte más de lo necesario. Es normal que se desate el miedo cuando una sustancia cotidiana aparece en un titular junto con las palabras "tóxica", "peligrosa" o "preocupante", pero el BPA lleva años entre nosotros y sus efectos nocivos no han resultado críticos ni alarmantes hasta ahora. Se llevarán a cabo los estudios necesarios y las autoridades sanitarias tomarán medidas.
Si quieres tomar algunas precauciones, esto es lo que puedes hacer. Para empezar, busca en las etiquetas de los productos plásticos que adquieras, especialmente los que vayan a estar en contacto con la comida, una indicación de que no contiene BPA. "Sin bisfenol A" o "BPA free" son dos formas habituales de encontrar esta referencia.
Si puedes elegir, adquiere platos, recipientes y tuppers que no sean de plástico. El cristal o la porcelana son buenas alternativas, aunque sean más frágiles y pesados.
Por último, si utilizas productos de plástico, trata de evitar que estén en contacto con líquido caliente: no los metas en el microondas, no los llenes cuando la comida está todavía caliente y no los metas en el lavaplatos.
Imágenes | iStock
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