Es inobjetable que, a día de hoy, una de las mayores preocupaciones de los españoles se centra en el futuro de nuestro sistema de pensiones. Antes de ofrecer algunos datos esclarecedores sobre el mismo, conviene desmontar dos tópicos muy asentados entre nuestra población más joven. A la pregunta -y sería el primero- de si tales prestaciones públicas van a desaparecer, la respuesta es, sin duda, no: si el Estado sigue recaudando un 30% del coste de cada trabajador cada mes en forma de cotizaciones sociales, nada impide que también pueda seguir pagando una pensión a sus jubilados. Otra cuestión es si esa pensión será razonable, lo que, al cabo, va a depender de múltiples factores (el montante de la población activa, el incremento de los salarios y de la productividad, la tasa de paro, la edad de jubilación real, entre otros). El segundo, también lugar común y erróneo, se refiere al hecho de que los pensionistas estén recibiendo mucho menos de lo que aportaron: salvo en casos excepcionales, eso es rotundamente falso. Incluso después de la reforma de 2011, por cada euro introducido en el sistema, el perceptor de una pensión recibe, de media, 1,28 euros, esto es, un 28% más. Ni las pensiones, pues, se van a eliminar, ni el Estado nos arrebata parte de nuestro dinero.
Sentadas estas bases, el problema es principalmente de cuantía. Se denomina tasa de reemplazo (o de sustitución) al porcentaje que supone la primera pensión recibida respecto del último salario ingresado justamente antes de la jubilación. En España, esa tasa se sitúa ahora en torno al 80%. Afirman los políticos que "nuestras pensiones no bajarán". Pero con esto sólo garantizan que en 2050, por ejemplo, un jubilado cobrará lo mismo que en 2017. No digo yo que no, aunque, a esa fecha, los salarios se habrán duplicado y tal "mantenimiento" implicará una sensible pérdida de poder adquisitivo. Según el informe The Ageing Report de la Comisión Europea, en 2060, la tasa de sustitución se cifrará en España en el 48,6%. O lo que es lo mismo, para entonces, el españolito recibirá como primera pensión un importe equivalente al 48,6% de su último sueldo. Ante semejante y generalizado deterioro, otros países ya han puesto en marcha planes de pensiones complementarios, en su mayoría públicos o semipúblicos. Aquí aún no hemos hecho nada, perdiendo un tiempo precioso.
Pero de eso, y de otras variables del problema, me ocuparé el próximo domingo.
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