- La ONG lleva 20 años repartiendo excedentes alimentarios a más de 45.000 personas
- Cada año se tiran en la provincia 5 millones de comestibles
El mejor samaritano banco de alimentos
Llenar la cesta de la compra a veces supone cometer un exceso en las cantidades de comida que nos llevamos a casa. El resultado final: alimentos que aunque todavía se pueden aprovechar terminan en la basura. Lo mismo ocurre en otros casos, como restaurantes, supermercados u otros establecimientos que trabajan en el sector alimentario.
Según datos de Eurostat, en España van a la basura, de media, unas 7,7 toneladas de alimentos al año repartidos entre los desperdicios y alimentos almacenados que no llegan a consumirse y que se tiran en hogares, supermercados, restaurantes y cadenas de restauración. Si se consiguieran juntar y reorganizar todos esos alimentos no aprovechados seríamos capaces de acabar con buena parte de los problemas alimentarios que azotan al país.
Con la idea de solucionar este problema, el Congreso planteó a nivel nacional la llamada 'Ley del Buen Samaritano', a la que se dio el pistoletazo de salida el pasado día 29 de junio y que busca terminar con toda esta cantidad de comida que se tira. La mencionada normativa tiene un buen referente en su análoga italiana: el proyecto 'Siticibo', mediante el cual se ha instaurado una legalidad que cubra y disponga que se done el excedente sobrante de restaurantes, supermercados y cadenas de restauración a estas organizaciones solidarias.
Desde hace más de 20 años, el Banco de Alimentos de Granada es el encargado de recaudar, organizar y repartir entre los diferentes municipios y ciudades de la provincia los excedentes que se recogen de las grandes superficies colaboradoras, además de los donativos que particulares y otros negocios más pequeños realizan en su sede principal, ubicada en el polígono industrial de Mercagranada, como en sus cuatro delegaciones situadas en Motril (fundada en 1997), Guadix (2002), Loja (2012) y Baza (2014). Según apunta a este periódico el presidente de la organización, Antonio López Barajas, se está contemplando la posibilidad de abrir una quinta delegación situada en la Alpujarra granadina con el fin de cubrir los municipios que engloban esta zona.
En la actualidad, el Banco de Alimentos de Granada atiende alrededor de 45.000 usuarios afectados a través de más de 260 instituciones como ayuntamientos, fraternidades, conventos, asociaciones y fundaciones, entre otros centros y entidades de este tipo adheridas al mismo. El único requisito necesario para entrar a formar parte de las organizaciones que se benefician del Banco de Alimentos, es que las mismas deriven de Asuntos Sociales.
Según relata López Barajas, "el Banco de Alimentos se encarga de aprovechar los más de cinco millones de comestibles que se desperdician en la provincia al año, de clasificarlos y de repartirlos entre los afectados. El procedimiento que la asociación sigue tiene sus pilares en la mano de obra ofrecida por un cuerpo de voluntarios que colabora con la causa. Esto permite abaratar costes. Además, se gana en rapidez al contar con un grupo de personas que se encarga de clasificar y repartir los alimentos, en lugar de que sean las propias empresas mayoristas las que realicen esta tarea.
El Banco de Alimentos de Granada recoge en sus instalaciones alimentos perecederos -como frutas y verduras- y alimentos no perecederos -como pasta o legumbres-. Tal y como relata el presidente de la entidad, con cada clase de alimento se procede de forma distinta, para que toda la comida y los elementos que se reparten puedan llegar al afectado en fechas actas para el consumo. Con respecto a los primeros, se cuenta con donaciones particulares así como con el excedente agrícola que diversas cooperativas seleccionan y hacen llegar a la sede ubicada en Mercagranada. Toda esta comida se reparte entre los necesitados con menos de una semana de diferencia desde la recepción, para que se conserven las propiedades de los alimentos.
En cambio, los alimentos no perecederos se someten a un procedimiento de conservación y clasificación teniendo en cuenta la fecha de caducidad de los mismos. Tras este proceso clasificatorio se realiza un programa de inventario para tener constancia de las instituciones que reciben cargas de alimentos y conseguir que el reparto sea igualitario para todos los afectados.
Otra de las vías de obtención de comida aprovechable por la institución viene de la mano del Ministerio de Agricultura y de la Federación Andaluza de Garantía Agraria que reportan un beneficio económico a las cooperativas que colaboran con el Banco de Alimentos. De igual manera, el Fondo Europeo de Garantía Agraria aporta una inyección de alimentos de producción agrícola (como el aceite, el queso y el trigo entre otros) comprados gracias a la Unión Europea, además de alimentos no perecederos cuyos costes son abonados a las diferentes marcas que se dedican al sector, como Gallo o Brillante.
López apunta que la labor que realiza la entidad no es perfecta, ya que aunque en la actualidad se recuperan y reutilizan más del 80% de los desperdicios referentes a la alimentación que se vierten en Granada y provincia, es cierto que una buena parte de la comida que se tira a la basura ya es insalvable debido a su poco margen de consumo o a no existir una manera adecuada de recoger y aprovechar los alimentos.
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