miércoles, 18 de febrero de 2015

Casta, desde la mesa a la tumba saberunivrsidad

El catedrático Fernando Molina dirige un proyecto para averiguar el desarrollo de las élites en la Edad de Bronce a partir de sus ritos funerarios y estudios antropológicos que revelan la dieta que tuvo el sujeto o la falta de alimentos.
ENRIQUE LÓPEZ 

Vista del yacimiento de Daimiel (Ciudad Real, que junto a los granadinos de Galera, Purullena y Monachil, en Granada, forma parte de la investigación.
Conocer cómo vivían, cómo estaban organizados y cuáles eran sus hábitos alimenticios es el proyecto de investigación de excelencia financiado por la Junta de Andalucía que lidera Fernando Molina González, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Granada. Bajo el título Dieta y movilidad de las poblaciones de la prehistoria reciente de AndalucíaEstudio de la jerarquización social a partir del registro funerario, su objetivo es claro: trabajar con el registro funerario de las poblaciones de la Edad de Bronce en el sur de la Península. Para ello, se han realizado muchas excavaciones arqueológicas en las provincias de Granada, Almería, Jaén e incluso Ciudad Real que han proporcionado un material excelente para poder desarrollar un trabajo de este tipo.

Para Fernando Molina, lo que pretende hacer el grupo que coordina es “estudiar todo el proceso de jerarquización social en la Edad del Bronce. De hecho, hay un proceso de desarrollo de las élites con la aparición de auténticas aristocracias en los asentamientos que estudiamos. Tenemos un registro arqueológico muy importante procedente de nuestras propias excavaciones realizadas desde los años 80. Pretendemos analizar cómo se establece la jerarquización social y cómo se desarrollan las élites hasta formar una sociedad muy jerarquizada en la que la guerra es un mecanismo social importante para promover una sociedad cada vez más compleja”.

Para realizar este estudio, el Grupo de Estudios de la Prehistoria Reciente de Andalucía (Gepran) formado por una veintena de profesores y doctores que es el que coordina el Catedrático de la Universidad de Granada (UGR), tiene dos vías. Por un lado, el estudio de los conceptos ideológicos de estas sociedades a partir de todos los elementos que están relacionados con el ritual funerario. Así, estudiarán los ajuares funerarios que son muy distintos según la posición social que tenía cada grupo de la población dentro de un mismo asentamiento. “Nos hemos encontrado con una serie de elementos que pueden considerarse como símbolos de riqueza y poder político. Así, la espada y la alabarda en la cultura del Argar marcan el nivel y la pertenencia a aristocracias que gobiernan los territorios políticos”, destaca Molina González.

La segunda vía para analizar la jerarquización ha avanzado mucho en los últimos tiempos gracias a la antropología y a los análisis químicos sobre isótopos estables de carbono, nitrógeno y oxígeno. Esto permite, en palabras de Fernando Molina, “obtener una información bastante precisa de la dieta y el consumo de alimentos a partir del estudio de los esqueletos que aparecen en las tumbas. Al mismo tiempo, con estas técnicas se pueden estudiar quienes han comido suficiente y quienes han pasado hambre o han tenido problemas de salud”.

En este campo las técnicas avanzadas son muy importantes y pueden permitir analizar la ficha médica de cada uno de los esqueletos de una manera excepcional. “Le podemos hacer prácticamente una ficha con las patologías que han sufrido, el nivel de esfuerzo que han desarrollado ya que hay marcas en los músculos en las inserciones con los huesos donde se ve ese esfuerzo si es continuo o no”, resalta el coordinador. Además, los isótopos estables que analizan permiten conocer además el paisaje en el que vivían estos grupos sociales.

Las variables para estudiar las diferencias sociales son la dieta, la salud o enfermedad, los esfuerzos realizados, el acceso a los bienes de consumo u otros elementos como los símbolos de poder y por último, la circulación tanto de personas como de los rebaños de animales.

El proyecto, que tiene una duración de cuatro años, cuenta con varios yacimientos de gran envergadura que han dado una buena cantidad de sepulturas que están siendo investigadas. Es el caso del yacimiento de Castellón Alto en Galera, la Cuesta del Negro en Purullena o el Cerro de la Encina en Monachil, todos ellos en Granada, así como la Motilla del Azuer, en Daimiel (Ciudad Real).

En las técnicas que se emplean colabora activamente el laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada, así como el laboratorio de Isotopía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Granada. Ambas entidades realizan de manera sistemática elestudio isotópico de todos los esqueletos que se han localizado en los yacimientos que han sido excavados.

La investigación ya lleva un año en marcha y entre los datos curiosos que ha descubierto destaca el poder documentar el proceso de aridez tan importante que sufrió el sur de la Península Ibérica durante la Edad del Bronce. Aridez que llevó a que en algunos puntos como La Mancha se comenzaran a construir pozos, siendo la primera vez en la que se explotan las aguas subterráneas ante la necesidad de agua.

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