viernes, 10 de febrero de 2017

¡Cuánto avanza la tecnología y qué despacio la mente humana! el Huffington Post

Psicólogo Clínico, Centro de Psicología e Introspección




 
Psicoterapeuta, Centro de Psicología e Introspección

Foto: Alejandro Escamilla
Tanteando la actualidad por la red, llegamos a un artículo sobre las preferencias de hombres y mujeres a la hora de buscar pareja, basándose en datos de las redes sociales. Las conclusiones a las que llega no son nada nuevo, y no podemos evitar una ligera tristeza al leer una frase lapidaria y poco reflexionada del artículo que afirma, como si fuera lo más natural, que "nadie quiere tener al lado alguien feo".
Los feos no existen
Estamos en el siglo XXI y aún muchos no se han enterado de que los feos no existen, es una construcción psicológica. Evaluar a los demás o elegir a la pareja por su aspecto físico es un grave error psicológico muy extendido que genera una escala social falsa en función del temor a la opinión de los demás, y por desconocer los perjuicios que eso implica.
Si el objetivo es conseguir encuentros sexuales, es evidente que aún no han caído en la cuenta del vacío interno que deja tener relaciones con alguien sólo por la imagen que ofrece, o por la imagen que se han hecho de esa persona.

Y si es para encontrar a una persona con la que compartir su vida, entonces el error es enorme. Como comprar unos zapatos por el aspecto de su caja, sin siquiera mirar de qué talla son. O como si un buen amigo le dijera que es su amigo sólo por el peinado que usted lleva.
Relaciones satisfactorias
Para que una relación funcione, es decir, para disfrutar en compañía de otra persona, debe haber eso, compañía. Es decir, no debe estar centrado en sí mismo, en lo que quiere, desea, imagina, necesita o fantasea.
Muchas veces, en la consulta, oímos frases como "es que a mí esa persona no me aporta nada". Pero es que lo que beneficia es colaborar, compartir, aprender juntos, apoyarse mutuamente, aprender a resolver los conflictos, permitir que el afecto crezca exponencialmente..., no simplemente recibir o desechar.
Si se identifica con esa actitud de esperar a que los demás le aporten cosas, y descubre, leyendo esto, que en realidad no suele preocuparse realmente por los demás, que no se le ocurre pensar qué necesita esa otra persona, o qué le puede estar pasando, o por qué reacciona como lo hace..., entonces, internamente está solo. Fíjese bien y verá que se vive solo dentro de usted. Por los motivos que sean, usted se ha separado de los demás, psicológicamente hablando. Eso es algo que le beneficiará resolver.
Qué hacer
Comprender que el egocentrismo es fruto de los temores. Temor a no ser suficiente, a no ser capaz, a sentirse traicionado, a no lograr lo que necesita (o cree que necesita) para no sufrir. Temor a que no le valoren, al menosprecio... Debe aprender a resolver esos temores que anidan en su interior desde hace mucho tiempo.
Compitiendo, se pueden obtener placeres o satisfacciones pasajeras. Pero no se puede ser feliz. No ser capaz de colaborar, de compartir, de ponerse en el lugar de los demás, de buscar el bien común..., produce infelicidad. Es algo muy habitual. No hay que culparse por ello, hay que aprender a resolverlo. Aprender a solucionar los temores que producen ese egocentrismo, egocentrismo que fomenta una constante inseguridad y que impide ser feliz.

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