Los colegios mayores y residencias universitarias femeninas cuentan con una larga tradición en Granada
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R.I. | GRANADA
Si importantes son sus prestigiosas facultades, que ofrecen un amplio abanico de títulos universitarios, también lo son los colegios mayores y las residencias universitarias que, cada curso, ofrecen sus servicios a los numerosos jóvenes que entran en la Universidad de Granada. Es el caso de los colegios mayores Jesús María, Montaigne, Santa Fe, Santa María, Santo Domingo, o de las residencias universitarias Carmen Méndez, Carmen Sallés, Consolación, Cristo Rey, María Inmaculada, Riquelme y Teresa Rodón, entre otras. Instituciones de larga tradición en la ciudad, regidos por instituciones religiosas o asociaciones de carácter católico, que promueven la formación de los estudiantes, «creando un clima que favorece el estudio, proporcionándoles todos los medios necesarios para el desarrollo integral de la persona», como han reconocido sus responsables, al tiempo que han explicado que Granada, con sus trece colegios mayores, es la segunda universidad española, después de la Complutense, con mayor número de estos centros, a los que hay que sumarle otras diez residencias universitarias.
La principal diferencia entre ambas instituciones es que los colegios son centros adscritos a la Universidad y tienen la obligación de proporcionar una formación complementaria reconocida, mientras que las Residencias no tienen este carácter oficial, aunque también la ofrezcan. Ambos centros van más allá de un mero alojamiento, ya que, según sus responsables, «pretenden aportar a los estudiantes un ambiente de participación y convivencia educativa que favorezca un clima de estudio y de formación humana armónica». Sus proyectos educativos se orientan fundamentalmente al servicio de la sociedad en general.
Al estar mayoritariamente dirigidos por instituciones religiosas o de inspiración católica, se ofrecen y se trabajan en ellos unos valores sociales y éticos de orientación cristiana, respetando siempre otras creencias y prácticas religiosas. Se proponen igualmente actividades académicas, culturales, deportivas, sociales y de voluntariado, entre otras, que completan la formación recibida en las aulas. En aquellos colegios o residencias en los que la titularidad es una institución religiosa se les oferta -a quienes lo deseen- la posibilidad de desarrollar sus inquietudes en la búsqueda de la fe, desde la libertad y el respeto a cada ritmo y opción personales. Se fomenta además el espíritu crítico, y en todos los centros se impulsa la colaboración en la vida propia de cada uno de ellos y se potencia un clima de compañerismo, de amistad y de convivencia interna basado en el respeto a los valores personales, a la tolerancia y a la responsabilidad y se procura que colegiales o residentes desarrollen, en clima de libertad, actitudes de compromiso, diálogo y solidaridad, que puedan compartir inquietudes y proyectos con las otras residentes. Experiencias únicas, sin duda, que marcan toda una vida. Y es que son centros que de octubre a junio se trasforman en escuelas de vida y convivencia.
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