Un concierto simultáneo a nivel nacional reúne a 1.000 profesionales contra los recortes
G. CAPPA GRANADA 
Cada uno protesta según sus recursos. Si es en los Astilleros de Cádiz, lo habitual es quemar ruedas y hacer barricadas; cuando se trata de artistas, la cosa cambia. Los profesionales de la OCG se manifestaron ayer en Plaza Nueva en el primer concierto simultáneo de orquestas sinfónicas de España, que se celebró al unísono en 20 ciudades y que contó con la participación de más de 1.000 artistas de 23 formaciones distintas. "La única forma que tenemos de alertar a la sociedad es tocar de manera pacífica en las calles porque corremos el riesgo de echar por tierra todo el trabajo que se ha hecho en los últimos años", explica Juan Carlos Chornet, presidente del comité de empresa de la OCG.
El concierto, que se cerró con Todos somos música, de Luis Cobos, sólo se interrumpió a la mitad con la lectura de un manifiesto para exponer a la ciudadanía las dificultades de las orquestas ante la "desorbitada" subida del IVA cultural en España, que de un 8% ha pasado al 21%,, además de reclamar la continuidad de la actividad artística. Según Juan Carlos Chornet, "ya hay problemas con orquestas que tienen serios problemas de supervivencia, como la de Baleares, a la que han ido recortando el presupuesto hasta dejarlos en una situación en la que no han podido presentar la temporada".
El fantasma del cierre también persigue a la Orquesta de Extremadura, Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, Orquesta de la Radio Televisión Española, Orquesta Sinfónica del Vallès o la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, que ha detenido su actividad artística por causa de un ERE que afecta a los meses de septiembre y julio y se prevé también para los próximos cuatro años. "Con bajos presupuestos acaba viéndose afectada la calidad, todas las orquestas están haciendo encaje de bolillos para sacar los programas porque la ciudadanía no se puede quedar sin música, pero nuestra reivindicación abarca toda la cultura", afirma Chornet sobre una protesta que, aclara, realizan a título personal.
El músico admite que, en el caso de la OCG, la subida del IVA cultural no ha repercutido en los precios de los abonos. "Me consta que, en nuestro caso, las tres administraciones hacen un esfuerzo, sacamos todo de la manera más digna posible, pero hablando a nivel general, todo esto acabará dejando huella", afirma.
La OCG, a nivel oficial, "es consciente de que tiene que tener una presencia en la calle", que su actividad no se debe limitar a los conciertos del Manuel de Falla,idea de la que han nacido proyectos como El corazón de la OCG, que acercará la música clásica a distintos colectivos y espacios de la ciudad para que los ciudadanos palpen la música. "La orquesta es una cuestión social, independientemente de los gustos musicales", reivindica Chornet. "En el panorama actual, orquestas que llevan cien años y formaciones con menos currículum están sufriendo por igual la crisis, los músicos somos conscientes pero vamos a intentar que esto siga adelante", prosigue sobre una situación cuyos resultados se verán de aquí a 10 años. "La herida se verá con el tiempo, sobre todo si queremos que haya cantera y un público joven hay que mirar al futuro con perspectiva.
Los músicos de la OCG son gente imbricada en la ciudad, viven y sufren Granada, dan clases a los más jóvenes, participan en mil proyectos... No son mercenarios de Toma el dinero y corre. "Parece una chorrada, pero un concierto de una orquesta implica que los restaurantes se llenan, hay mucha gente que ahora son compañeros nuestros y que antes eran alumnos, lo que demuestra que se ha hecho un trabajo, gente a la que tú has enseñado". Aunque de manera extraoficial, los músicos de la OCG recuperaron ayer, sin fuegos artificiales, los tradicionales conciertos de la OCG al aire libre de comienzo de temporada ante cerca de un millar de personas.
El concierto, que se cerró con Todos somos música, de Luis Cobos, sólo se interrumpió a la mitad con la lectura de un manifiesto para exponer a la ciudadanía las dificultades de las orquestas ante la "desorbitada" subida del IVA cultural en España, que de un 8% ha pasado al 21%,, además de reclamar la continuidad de la actividad artística. Según Juan Carlos Chornet, "ya hay problemas con orquestas que tienen serios problemas de supervivencia, como la de Baleares, a la que han ido recortando el presupuesto hasta dejarlos en una situación en la que no han podido presentar la temporada".
El fantasma del cierre también persigue a la Orquesta de Extremadura, Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, Orquesta de la Radio Televisión Española, Orquesta Sinfónica del Vallès o la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, que ha detenido su actividad artística por causa de un ERE que afecta a los meses de septiembre y julio y se prevé también para los próximos cuatro años. "Con bajos presupuestos acaba viéndose afectada la calidad, todas las orquestas están haciendo encaje de bolillos para sacar los programas porque la ciudadanía no se puede quedar sin música, pero nuestra reivindicación abarca toda la cultura", afirma Chornet sobre una protesta que, aclara, realizan a título personal.
El músico admite que, en el caso de la OCG, la subida del IVA cultural no ha repercutido en los precios de los abonos. "Me consta que, en nuestro caso, las tres administraciones hacen un esfuerzo, sacamos todo de la manera más digna posible, pero hablando a nivel general, todo esto acabará dejando huella", afirma.
La OCG, a nivel oficial, "es consciente de que tiene que tener una presencia en la calle", que su actividad no se debe limitar a los conciertos del Manuel de Falla,idea de la que han nacido proyectos como El corazón de la OCG, que acercará la música clásica a distintos colectivos y espacios de la ciudad para que los ciudadanos palpen la música. "La orquesta es una cuestión social, independientemente de los gustos musicales", reivindica Chornet. "En el panorama actual, orquestas que llevan cien años y formaciones con menos currículum están sufriendo por igual la crisis, los músicos somos conscientes pero vamos a intentar que esto siga adelante", prosigue sobre una situación cuyos resultados se verán de aquí a 10 años. "La herida se verá con el tiempo, sobre todo si queremos que haya cantera y un público joven hay que mirar al futuro con perspectiva.
Los músicos de la OCG son gente imbricada en la ciudad, viven y sufren Granada, dan clases a los más jóvenes, participan en mil proyectos... No son mercenarios de Toma el dinero y corre. "Parece una chorrada, pero un concierto de una orquesta implica que los restaurantes se llenan, hay mucha gente que ahora son compañeros nuestros y que antes eran alumnos, lo que demuestra que se ha hecho un trabajo, gente a la que tú has enseñado". Aunque de manera extraoficial, los músicos de la OCG recuperaron ayer, sin fuegos artificiales, los tradicionales conciertos de la OCG al aire libre de comienzo de temporada ante cerca de un millar de personas.
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