En su país, Senegal, se dedicaba al comercio de comestibles pero un día decidió emigrar para prosperar y poder conseguir dinero para su familia. En Baza encontró un lugar donde hacerse autónomo y trabajar cada día.
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JOSÉ UTRERA | BAZA
Ablaye Mbaye llegó a España en abril del 2012. :: JOSÉ UTRERA
Ablaye Mbaye senegalés de 39 años de edad, llegó a España en abril del 2012, primero a Granada, donde vivió durante tres meses, después se afinco en Baza.
Como tantos otros miles de compatriotas Ablaye quiso venir a España en busca de una vida mejor y poder ganar el dinero suficiente que le permitiera vivir en nuestro país y enviarle una parte a su familia, para que pueda salir adelante en Senegal.
Ablaye Mbaye, cuenta que en su país, los padres viven con los hijos y los nietos y no se independizan, lo que les permite poder subsistir mejor. Cuando decidió emigrar solo pensó en hacerlo a España, donde residen unos tíos suyos. En su país era vendedor de comestibles y durante años ahorró y ahorró hasta reunir el dinero suficiente para llegar a la tierra prometida que entonces era Europa.
Ablaye Mbaye, tuvo un viaje mucho más cómodo que muchos otros. Viajó a Marruecos en avión, pero no sabía lo que le esperaba para poder atravesar el Estrecho, solo que tenía que pagar un pasaje que le costó 1.000 euros y salir por la noche. Nunca había estado en el mar, ni sabía, ni sabe nadar. Solo cuando se vio en el interior de la patera, comprendió el peligro al que se enfrentaba, se estaba jugando la vida. Tardaron entre tres y cuatro horas en cruzar el Estrecho de Gibraltar, aunque pudo ser más tiempo. Por fortuna desembarcaron en alguna playa solitaria de Tarifa. Lo peor ya había pasado, como tenía dinero suficiente y los contactos necesarios, un primo suyo lo fue guiando, dándole instrucciones por teléfono, indicándole los pasos a seguir. Cogió un autobús y se plantó en Granada, a los tres meses llegó a Baza, donde encontró trabajo como empleado durante un año. Después, se hizo trabajador autónomo y legalizó su estancia en España. Es vendedor ambulante.
Ablaye Mbaye, dice tenerlo muy claro, «ya no merece jugarse la vida en una patera para cruzar el Estrecho». Ablaye dice que cuando regresa a su país, lo hace todos los años entre los meses de enero y marzo, les dice a todo el que lo quiera escuchar, que no venga, que la situación económica está muy mal en España y que no recompensa jugarse literalmente la vida subidos a un 'cayuco', aunque en realidad es una patera en el mejor de los casos, pues últimamente también se están utilizando embarcaciones de juguete.
La vida diaria de este inmigrante senegalés es muy sencilla, trata de sobrevivir y ahorrar para poder enviarles a su mujer y a sus dos hijos de 5 y 3 años algo de dinero para aportarlo a la economía familiar. Para conseguirlo se levanta a las 6 de la madrugada. Una hora más tarde sale hacia algunos de los tres mercadillos donde tienen autorización para instalarse, Baza, La Puebla de Don Fadrique y Fiñana. El resto de días de la semana tiene que no descuidarse, ya que necesita llegar antes a su destino para intentar ocupar el puesto de algún compañero que ese día lo ha dejado libre. «Antes se vendía más, ahora muchos días no sacamos para cubrir los gastos de combustible». Vende artículos de bisutería que compran en Málaga, Elche o Granada, son los mismos que venden los chinos que tienen mucho dinero y pueden montar grandes tiendas.
Ablaye Mbaye, dice que se está planteando regresar a su país, que sigue estancado, ni avanza ni retrocede. «No vamos a estar toda la vida fuera de nuestra tierra, tenemos que regresar puesto que ya está totalmente descartado el traerme a mi familia. Otros muchos compatriotas, están pensando en regresar. Hasta dónde vamos a poder aguantar, no lo sabemos».
Ablaye es musulmán practicante y acude a la mezquita que hay en Baza, curiosamente muy cerca de la Calle Mezquita, junto a los Baños Árabes de la Marzuela. También es el presidente de la Asociación de Senegaleses de Baza, de la que forman parte entre 50 y 60 compatriotas.
En Baza, el Ayuntamiento mantiene abierta desde hace muchos años una oficina para atender a las personas extranjeras y realizar diversos programas con ellos. Ablaye, dice que la persona encargada de esta oficina, Carmen Tello, es muy buena y les ayuda en todo lo que puede. «Sabemos que en otros lugares, los ayuntamientos y otros organismos están eliminando este tipo de oficinas».
Este inmigrante senegalés dice que en España, como en todos los lugares del mundo, hay personas buenas, regulares y malas. Y también las hay extraordinarias como es el caso de Corpus Sorroche, una mujer ya jubilada que es una bendición para ellos, al igual que su familia, sus hijos Salva y Manolo. Es como su ONG particular, para ayudarles ante cualquier tipo de problema, si ella no puede sabe a quién llamar. «Son muy buenas personas». Reitera Ablaye.
Los senegaleses no suelen ser conflictivos, algo que el presidente de la Asociación de inmigrantes en Baza, dice que se deben a que su país es pobre, pero ellos tienen mucha educación. En todo el tiempo que lleva Ablaye en Baza, dice no recordar ni un solo incidente.
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