Los tres nietos del eminente historiador, figura crucial en los estudios de la economía española, ceden a la Real Academia de la Historia su imponente legado documental
FRANCISCO CAMERO
"El gran carandólogo era mi padre. Y yo no soy nada, yo aquí sólo soy la archivera", advierte Rocío Carande, catedrática de Griego de la Universidad de Sevilla, hija de Bernardo Víctor Carande y nieta de Ramón Carande, insaciable y referencial cronista de dos de los siglos más convulsos y complejos de la historia moderna de España, institución de la historiografía económica española -entre muchísimas otras cosas durante su extensa y productiva vida de casi un siglo- y antiguo rector de la Hispalense. Escritor y agitador cultural, agricultor en su finca extremeña de Capela, en Badajoz, y sí, también conspicuo carandólogo, como dice su hija, Bernardo Víctor Carande dedicó gran parte de su vida, algunos de sus mejores esfuerzos especialmente durante sus últimas décadas y "literalmente hasta los últimos momentos", a honrar la memoria de su padre y a ordenar su impresionante legado.
Hasta hace poco, una parte sustancial de éste seguía aún en esa finca, donde antes había vivido también Ramón Carande. "Pero nosotros no íbamos a trabajar con eso, no íbamos a investigar con eso, porque no somos historiadores ninguno de los tres, somos filólogos -explica Rocío Carande en referencia a ella y a sus dos hermanos, Victoria y Manuel, y a los valiosos documentos que heredó primero su padre y luego ellos tras la muerte de éste en 2005-; y pensamos que era mejor que todo ese material fuera a un sitio donde pudiera estudiarse y aprovecharse e incluso para que se publicara lo que se considere oportuno". Tras las ofertas de "varias instituciones" que prefiere no identificar, y que en todo caso no llegaron a fructificar, los hermanos Carande Herrero acordaron que el destino adecuado era la Real Academia de la Historia, en Madrid, de la que su abuelo fue miembro desde 1949 hasta su muerte en la localidad pacense de Almendral en 1986, a los 99 años.
"Además de ese hecho -explica Rocío Carande, que durante los últimos cuatro años se ha encargado de ordenar y clasificar de forma "somera" los 57 archivadores que ya se encuentran en la Academia-, nos decidimos por ese lugar porque es de acceso público e independiente, no está unido a ningún poder político. Por otro lado, Gonzalo Anes -el actual director de la institución- fue discípulo de mi abuelo. Cuando se lo comenté, se mostró encantado...".
Cuando la donación se haga efectiva comenzará la cuenta atrás, previa realización de la labor de catalogación científica, para que ese material, de gran valor testimonial y documental "para las generaciones venideras", esté a disposición, "sin límite alguno, en el plazo de tiempo más breve posible" -así se estipula expresamente en las condiciones de los herederos en el documento de la cesión- de quien lo requiera.
Rocío Carande destaca el interés de la correspondencia de su abuelo. Desde Santiago Carrillo a Benito Pérez Galdós, desde Santiago Ramón y Cajal a Gerardo Diego, o desde la condesa de Romanones al duque de Maura, se cartearon con este historiador de imponente trayectoria académica que siempre estuvo muy vinculado con Sevilla y que, entre muchos otros reconocimientos en vida, recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo en 1975, el título de Hijo Predilecto de Andalucía en 1983 y el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1985. "Mi padre intentó publicar la parte más importante de esta correspondencia, pero era un trabajo demasiado extenso, su volumen es enorme, y no logró terminarlo", dice la nieta, que señala también como especialmente interesantes -junto con los manuscritos de sus libros o los apuntes para sus clases universitarias- las abundantes notas de su abuelo, autor del célebre estudio Carlos V y sus banqueros, para una obra "no inédita, como suele decirse, sino a medio hacer, pero interesantísima", dedicada a la economía en torno al Vaticano y titulada Los dineros de San Pedro.
Hasta hace poco, una parte sustancial de éste seguía aún en esa finca, donde antes había vivido también Ramón Carande. "Pero nosotros no íbamos a trabajar con eso, no íbamos a investigar con eso, porque no somos historiadores ninguno de los tres, somos filólogos -explica Rocío Carande en referencia a ella y a sus dos hermanos, Victoria y Manuel, y a los valiosos documentos que heredó primero su padre y luego ellos tras la muerte de éste en 2005-; y pensamos que era mejor que todo ese material fuera a un sitio donde pudiera estudiarse y aprovecharse e incluso para que se publicara lo que se considere oportuno". Tras las ofertas de "varias instituciones" que prefiere no identificar, y que en todo caso no llegaron a fructificar, los hermanos Carande Herrero acordaron que el destino adecuado era la Real Academia de la Historia, en Madrid, de la que su abuelo fue miembro desde 1949 hasta su muerte en la localidad pacense de Almendral en 1986, a los 99 años.
"Además de ese hecho -explica Rocío Carande, que durante los últimos cuatro años se ha encargado de ordenar y clasificar de forma "somera" los 57 archivadores que ya se encuentran en la Academia-, nos decidimos por ese lugar porque es de acceso público e independiente, no está unido a ningún poder político. Por otro lado, Gonzalo Anes -el actual director de la institución- fue discípulo de mi abuelo. Cuando se lo comenté, se mostró encantado...".
Cuando la donación se haga efectiva comenzará la cuenta atrás, previa realización de la labor de catalogación científica, para que ese material, de gran valor testimonial y documental "para las generaciones venideras", esté a disposición, "sin límite alguno, en el plazo de tiempo más breve posible" -así se estipula expresamente en las condiciones de los herederos en el documento de la cesión- de quien lo requiera.
Rocío Carande destaca el interés de la correspondencia de su abuelo. Desde Santiago Carrillo a Benito Pérez Galdós, desde Santiago Ramón y Cajal a Gerardo Diego, o desde la condesa de Romanones al duque de Maura, se cartearon con este historiador de imponente trayectoria académica que siempre estuvo muy vinculado con Sevilla y que, entre muchos otros reconocimientos en vida, recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo en 1975, el título de Hijo Predilecto de Andalucía en 1983 y el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1985. "Mi padre intentó publicar la parte más importante de esta correspondencia, pero era un trabajo demasiado extenso, su volumen es enorme, y no logró terminarlo", dice la nieta, que señala también como especialmente interesantes -junto con los manuscritos de sus libros o los apuntes para sus clases universitarias- las abundantes notas de su abuelo, autor del célebre estudio Carlos V y sus banqueros, para una obra "no inédita, como suele decirse, sino a medio hacer, pero interesantísima", dedicada a la economía en torno al Vaticano y titulada Los dineros de San Pedro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario