El economista cree que la credibilidad financiera es la fórmula que hará salir al país de la crisis Apuesta por las exportaciones, el turismo y la calidad para propiciar el despegue de la Comunidad
ANA GONZÁLEZ VERA, GRANADA
Hablar con Santiago Carbó pone luz en el intrincado escenario económico que acecha al país desde que la economía se quebró allá por el año 2007. Catedrático de Análisis Económico de la UGR, catedrático de Economía y Finanzas en la Bangor Business School y director de Estudios Financieros de Funcas, Carbó (Valencia 1966) maneja las claves económicas con una habilidad didáctica y con una sensatez propias de quien ha dedicado su vida a los números. Puestos a acariciar la bola de cristal de la economía Carbó lanza un mensaje de optimismo para 2014. "La economía seguirá ajustándose pero vemos el final del túnel". El tiempo dirá.
-¿Qué le ha pasado a la economía española en estos cinco años?
-Que se ha tenido que ajustar muy duramente después de vivir una situación muy ventajosa, de fuerte crecimiento hasta 2007 pero basado en algo que no dura siempre: el boom inmobiliario provocado por algo que no nos gusta ahora oír y es que tuvimos unos tipos de interés muy baratos. Comimos demasiado crédito. El ajuste costó mucho y ninguno de los gobiernos: ni el anterior ni este reconocieron la gravedad de la crisis. Con este gobierno se ha avanzado más pero se perdió mucho tiempo y muy bueno.
-¿Debemos tener alguna esperanza en 2014?
-No se veía que 2013 fuera un año bueno, de hecho las perspectivas eran muy malas y al final el PIB ha caído pero menos de lo que esperábamos, y ya hemos empezado a ver el final del túnel. En los últimos trimestres ya no hay decrecimiento sino un crecimiento muy suave de la economía que ya se ha ajustado.
-¿Y qué cabe esperar de 2014?
-Pues una economía que sigue ajustándose, que le va a costar mucho porque tenemos dos problemas muy graves: muchísima deuda y paro. La salida de la crisis va a ser muy lenta, 2014 será un año más positivo que los anteriores pero ojo, con un país que se despierta con una deuda muy elevada y con un paro elevadísimo que no va a ser fácil de corregir porque no vamos a tener un sector de la construcción ni ningún sector intensivo que pueda absorber tanta mano de obra parada.
-¿Qué se puede hacer para reducir esos índices de paro?
-Estamos reformulando toda la política activa de empleo intentando formar a la gente desempleada. Eso va a costar mucho. El paro va a ser una lacra durante muchos años porque el país no va a tener una actividad muy intensiva en mano de obra como era la construcción y hasta que eso no vuelva, el paro no va a bajar en 600 o 700.000 personas. Pero probablemente este año se crezca más de lo que se dice.
-Es difícil decirle a la gente que la situación mejora cuando en casa sigue habiendo parados.
-Yo creo que a los políticos hay que pedirles muchas virtudes, pero sobre todo prudencia. No hay que ser fatalistas ni lanzar las campanas al vuelo. Es verdad que los políticos se deben a su ciclo electoral y dentro de dos años se renueva el Parlamento nacional; dentro de unos meses son las europeas y en año y medio las municipales y autonómicas. Los partidos se están preparando y es verdad que a veces no toman decisiones que ayuden al ciudadano. Debe quedar claro que de la crisis no hemos salido, de la recesión sí.
-¿Cree que esta situación de ajuste y paro es lo que nos espera de aquí en adelante?
-No, no. Cuando se reduzca mucho la deuda y el paro esté en el 20 o el 18% sí que podremos decir que estamos saliendo.
-¿Dónde debe buscar España su nuevo perfil económico tras el fracaso inmobiliario?
-Lo tenemos difícil porque España necesita reforzar un modelo productivo competitivo muy basado en exportaciones pero, con eso solo no salimos, debe estar basado también en el consumo interno y en la inversión del país, es decir que la gente de aquí tiene que gastar. Andalucía -y Granada- tienen que reforzar un modelo competitivo, con la ventaja de que tienen un peso mayor del turismo que la media nacional y eso les beneficia. En el momento que se reactive la demanda nacional también ellos van a tener una actividad mayor. Probablemente estemos moviéndonos hacia modelos productivos mucho más competitivos, mucho más de cara al exterior, pero eso no da trabajo, eso sanea el país pero no al trabajo, porque al ser competitivos muchas veces están basados en tecnología y eso hace que sea necesaria menos mano de obra. Tampoco vamos a cambiar todo el modelo rápidamente hacia la tecnología. Somos un país que tiene sol y servicios turísticos muy arraigados desde hace 50 años. Solo podemos apostar por la calidad, tener precios que atraigan y ganar más mercado en el turismo.
-Pero ese sector también tiene sus límites...
-Sí, pero no podemos perder nada, no tenemos otra salida. Hay que seguir haciendo los deberes desde el Gobierno, las empresas... para no perder competitividad. Pero el paro no va a bajar mucho, ni siquiera en ese mundo tan fantástico.
-¿Qué porcentajes contempla usted?
-El 15% para el país, el 20% para Andalucía y el 25% para Granada. En Granada el paro nunca ha bajado del 17% incluso en el momento en que España estaba en un 8%.
-¿Ha llegado el momento de parar las políticas de austeridad?
-La austeridad ha venido impuesta en buena parte por los mercados, porque veían que se desbocaba el déficit público y no querían financiarnos; pero también por nuestros socios europeos que han adoptado una visión muy germánica de no gastar por encima de lo que se tiene. El problema de la austeridad es que cuando un país está atravesando una crisis como la de España, en determinadas dosis puede empeorar las cosas. Alemania y otros países no están dispuestos a hacer cajas comunes hasta que no vean que somos capaces de controlar nuestras finanzas públicas. Si no las controlamos va a ser muy difícil que el proyecto europeo avance. Es cierto que a lo mejor Alemania ha tomado una postura demasiado dura pero también hay que entenderlos a ellos que no se desvían de los presupuestos tantísimo como otros países.
-¿Siguen sin confiar en nosotros?
-Tenemos que ganar esa credibilidad, tenemos que cumplir con lo que decimos. Las cuentas públicas y los presupuestos están para algo, luego puede haber desviaciones normales si el país entra en recesión pero tenemos que ganar credibilidad. Hay una parte inevitable que tenemos que cumplir, pero yo lo que critico es que en algunos años se ha aplicado esa austeridad sabiendo que el país estaba en un momento muy delicado. Hay que exigirle a los políticos que reduzcan sus estructuras de gasto en torno a muchas administraciones públicas que se podrían aligerar y no tocar la sanidad ni la educación. Si había cosas en las que se estaba despilfarrando bien, pero yo creo que hay otras partes de la administración que el ciudadano no entiende que no se toquen.
-El concejal de Economía de Granada propuso hace unas semanas que se hiciera una quita a los ayuntamientos, asfixiados por deudas.
-A los proveedores hay que pagarles porque han sufrido mucho la crisis. Se les ha demorado mucho el pago y aún se demora, aunque es verdad que estamos mejor que hace dos años. A mí no me gusta hablar de quitas, es un término que no gusta nada a los economistas financieros. Si es un caso irremediable habrá que estudiarlo en un contexto muy serio. Una quita es un fenómeno que genera mucha incertidumbre, muchas dudas, que puede contagiar a otros elementos de la administración o al sector privado. Es una cosa muy seria. Que Grecia tuvo que hacerlo, sí, pero en una situación de desesperación y España no está en esa situación. Creo que hay otras medidas antes de hablar de quitas, porque en el momento en que se hace una, ¿quién para la siguiente de otra administración?
-Hemos dejado de hablar de la prima de riesgo y de los 'hombres de negro'. Buena señal, ¿no?
-Sí, el país ha ganado estabilidad financiera. Hemos dejado de hablar de prima de riesgo porque España y otros países que tenían muchas dificultades para obtener financiación exterior han hecho una serie de actuaciones. No olvidemos que la prima de riesgo reflejaba que España lo tenía crudo para poder financiarse fuera, igual que Portugal, Italia o Grecia. En el momento que baja es más fácil que te puedan prestar y eso es un elemento muy positivo. La ausencia de los 'hombres de negro' revela que se ha acabado el programa que teníamos que fue muy necesario para hacer frente a una crisis bancaria muy intensa y significa que ya confían en nosotros y que por tanto ese dinero que se dio a una serie de bancos ya está funcionando. Se ha hecho la reestructuración de los mismos y ya se han saneado.
-La gente no ha entendido que se 'salvara' a los bancos y se dejaran tiradas a las personas.
-Esos bancos habían perdido dinero y había que inyectarles capital. Otra cosa es que sus gestores puedan ir al juzgado si hubo alguna irregularidad, para eso están los juzgados. Pero la gente tiene que entender que cuando se recapitalizan los bancos en los que nosotros tenemos el dinero, nuestros ahorros están seguros. A veces ese dinero lo ponen los accionistas privados y hay momentos muy malos en los que sólo lo puede poner el Estado. Si no se hubiera hecho esa recapitalización habríamos tenido una inestabilidad financiera muy importante y igual se nos hubiera ido algún banco al aire con las pérdidas para los depositantes del país. Las ayudas públicas nunca son bienvenidas pero hay que tener claro que todos los países han hecho esto porque es mucho peor dejar caer tu sistema financiero.
-Parece entonces que estamos en la senda. Dicen que la derecha crea la riqueza y la izquierda la reparte...
-Hombre yo creo que eso es injusto para los dos. Creo que ha habido gobiernos de izquierda (el de Felipe González en particular) que hizo un proceso de liberalización importante para el país que ayudó al crecimiento económico y entramos en la Unión Europea. Hay gobiernos de izquierda que ayudan a la actividad económica y también de derechas que mantienen los programas sociales. Yo creo que el gobierno actual cuando reforma las pensiones -nos guste o no- está intentando mantenerlas, aunque se intente malinterpretar. El tema de las pensiones está claro: o hacemos algo o dentro de 15 años no podremos pagarlas. Al final todos somos personas y tenemos nuestra parte de empresarios y nuestra parte social. ¿Que se ponen distintos pesos? Sí puede ser. Se toman decisiones que a uno le pueden gustar más o menos. Por ejemplo a mí no me ha gustado la decisión que se ha tomado sobre el aborto. No lo comparto, soy católico pero me parece que hemos dado un paso atrás como país, pero hay cosas que sí creo que el gobierno ha hecho bien. Creo que ni este gobierno ni el anterior intentan desmantelar el país con la reforma laboral, intentan solventar problemas porque nuestro mercado laboral era incapaz de generar empleo.
-¿Qué le parecen las pretensiones independentistas de Cataluña?
-Creo que sería importante que el país se pudiera mantener unido. En este momento me preocupa mucho lo que está pasando en Cataluña. Hay una opción política que quiere desligarse, ese camino a mí me preocupa mucho porque creo que no se ha reflexionado suficiente. A la economía española le quedan años para seguir ganando confianza y esta situación de incertidumbre enorme, de tensión incluso si se anunciara una separación, podría tener unas consecuencias muy duras para una generación si no se hace adecuadamente. Quebec lo iba a hacer, Escocia lo ha hecho, pero en este momento no hay un acuerdo, no hay ningún tipo de avance en Cataluña en el que se acerquen las posturas. Seguir por esa vía de tensión y enfrentamiento puede repercutir muy negativamente durante mucho tiempo.
-¿Qué efectos económicos tendría esta decisión?
-¿Cómo repartiríamos la deuda? ¿Cataluña podrá ser viable por sí misma? En el caso del País Vasco y Navarra ellos tienen otra configuración. Ver cómo se repartiría la deuda generaría muchas dudas y tensión en otras comunidades. Pero a mí me preocupa sobre todo la imagen de España, un país que en vez de integrarse más con otros que es lo que se está pidiendo, se desintegra. Yo soy valenciano y puedo entender esta sensibilidad en estos temas pero hay que hacerlo más organizadamente. Hay muchas posibilidades dentro del funcionamiento de un país que lleva más de cinco siglos funcionando bien. Cataluña y Barcelona son un ejemplo de pujanza y lo han hecho dentro de España, no fuera. Vamos al choque de trenes y hay que evitarlo a toda costa. Las consecuencias son imprevisibles y se podría perder todo lo que se ha avanzado.
-Al margen de la decisión final de las eléctricas ¿qué le parece el precio de la luz en España?
-España lleva 20 años con una política energética inadecuada y estamos recogiendo los frutos. No se han dado señales claras de lo que queríamos hacer ni en materia de renovables, ni déficit tarifario. Hay que sentarse y hacer un acuerdo energético nacional. No tenemos un mensaje claro en energía nuclear, hemos apoyado energías que en otros países no se apoyan como el carbón y ha habido un sistema de incentivos incorrecto con las renovables. No es tolerable que seamos el país donde más ha subido la energía eléctrica en los últimos diez años. En un contexto en el que crecíamos era más sostenible, ahora no.
-¿Qué le ha pasado a la economía española en estos cinco años?
-Que se ha tenido que ajustar muy duramente después de vivir una situación muy ventajosa, de fuerte crecimiento hasta 2007 pero basado en algo que no dura siempre: el boom inmobiliario provocado por algo que no nos gusta ahora oír y es que tuvimos unos tipos de interés muy baratos. Comimos demasiado crédito. El ajuste costó mucho y ninguno de los gobiernos: ni el anterior ni este reconocieron la gravedad de la crisis. Con este gobierno se ha avanzado más pero se perdió mucho tiempo y muy bueno.
-¿Debemos tener alguna esperanza en 2014?
-No se veía que 2013 fuera un año bueno, de hecho las perspectivas eran muy malas y al final el PIB ha caído pero menos de lo que esperábamos, y ya hemos empezado a ver el final del túnel. En los últimos trimestres ya no hay decrecimiento sino un crecimiento muy suave de la economía que ya se ha ajustado.
-¿Y qué cabe esperar de 2014?
-Pues una economía que sigue ajustándose, que le va a costar mucho porque tenemos dos problemas muy graves: muchísima deuda y paro. La salida de la crisis va a ser muy lenta, 2014 será un año más positivo que los anteriores pero ojo, con un país que se despierta con una deuda muy elevada y con un paro elevadísimo que no va a ser fácil de corregir porque no vamos a tener un sector de la construcción ni ningún sector intensivo que pueda absorber tanta mano de obra parada.
-¿Qué se puede hacer para reducir esos índices de paro?
-Estamos reformulando toda la política activa de empleo intentando formar a la gente desempleada. Eso va a costar mucho. El paro va a ser una lacra durante muchos años porque el país no va a tener una actividad muy intensiva en mano de obra como era la construcción y hasta que eso no vuelva, el paro no va a bajar en 600 o 700.000 personas. Pero probablemente este año se crezca más de lo que se dice.
-Es difícil decirle a la gente que la situación mejora cuando en casa sigue habiendo parados.
-Yo creo que a los políticos hay que pedirles muchas virtudes, pero sobre todo prudencia. No hay que ser fatalistas ni lanzar las campanas al vuelo. Es verdad que los políticos se deben a su ciclo electoral y dentro de dos años se renueva el Parlamento nacional; dentro de unos meses son las europeas y en año y medio las municipales y autonómicas. Los partidos se están preparando y es verdad que a veces no toman decisiones que ayuden al ciudadano. Debe quedar claro que de la crisis no hemos salido, de la recesión sí.
-¿Cree que esta situación de ajuste y paro es lo que nos espera de aquí en adelante?
-No, no. Cuando se reduzca mucho la deuda y el paro esté en el 20 o el 18% sí que podremos decir que estamos saliendo.
-¿Dónde debe buscar España su nuevo perfil económico tras el fracaso inmobiliario?
-Lo tenemos difícil porque España necesita reforzar un modelo productivo competitivo muy basado en exportaciones pero, con eso solo no salimos, debe estar basado también en el consumo interno y en la inversión del país, es decir que la gente de aquí tiene que gastar. Andalucía -y Granada- tienen que reforzar un modelo competitivo, con la ventaja de que tienen un peso mayor del turismo que la media nacional y eso les beneficia. En el momento que se reactive la demanda nacional también ellos van a tener una actividad mayor. Probablemente estemos moviéndonos hacia modelos productivos mucho más competitivos, mucho más de cara al exterior, pero eso no da trabajo, eso sanea el país pero no al trabajo, porque al ser competitivos muchas veces están basados en tecnología y eso hace que sea necesaria menos mano de obra. Tampoco vamos a cambiar todo el modelo rápidamente hacia la tecnología. Somos un país que tiene sol y servicios turísticos muy arraigados desde hace 50 años. Solo podemos apostar por la calidad, tener precios que atraigan y ganar más mercado en el turismo.
-Pero ese sector también tiene sus límites...
-Sí, pero no podemos perder nada, no tenemos otra salida. Hay que seguir haciendo los deberes desde el Gobierno, las empresas... para no perder competitividad. Pero el paro no va a bajar mucho, ni siquiera en ese mundo tan fantástico.
-¿Qué porcentajes contempla usted?
-El 15% para el país, el 20% para Andalucía y el 25% para Granada. En Granada el paro nunca ha bajado del 17% incluso en el momento en que España estaba en un 8%.
-¿Ha llegado el momento de parar las políticas de austeridad?
-La austeridad ha venido impuesta en buena parte por los mercados, porque veían que se desbocaba el déficit público y no querían financiarnos; pero también por nuestros socios europeos que han adoptado una visión muy germánica de no gastar por encima de lo que se tiene. El problema de la austeridad es que cuando un país está atravesando una crisis como la de España, en determinadas dosis puede empeorar las cosas. Alemania y otros países no están dispuestos a hacer cajas comunes hasta que no vean que somos capaces de controlar nuestras finanzas públicas. Si no las controlamos va a ser muy difícil que el proyecto europeo avance. Es cierto que a lo mejor Alemania ha tomado una postura demasiado dura pero también hay que entenderlos a ellos que no se desvían de los presupuestos tantísimo como otros países.
-¿Siguen sin confiar en nosotros?
-Tenemos que ganar esa credibilidad, tenemos que cumplir con lo que decimos. Las cuentas públicas y los presupuestos están para algo, luego puede haber desviaciones normales si el país entra en recesión pero tenemos que ganar credibilidad. Hay una parte inevitable que tenemos que cumplir, pero yo lo que critico es que en algunos años se ha aplicado esa austeridad sabiendo que el país estaba en un momento muy delicado. Hay que exigirle a los políticos que reduzcan sus estructuras de gasto en torno a muchas administraciones públicas que se podrían aligerar y no tocar la sanidad ni la educación. Si había cosas en las que se estaba despilfarrando bien, pero yo creo que hay otras partes de la administración que el ciudadano no entiende que no se toquen.
-El concejal de Economía de Granada propuso hace unas semanas que se hiciera una quita a los ayuntamientos, asfixiados por deudas.
-A los proveedores hay que pagarles porque han sufrido mucho la crisis. Se les ha demorado mucho el pago y aún se demora, aunque es verdad que estamos mejor que hace dos años. A mí no me gusta hablar de quitas, es un término que no gusta nada a los economistas financieros. Si es un caso irremediable habrá que estudiarlo en un contexto muy serio. Una quita es un fenómeno que genera mucha incertidumbre, muchas dudas, que puede contagiar a otros elementos de la administración o al sector privado. Es una cosa muy seria. Que Grecia tuvo que hacerlo, sí, pero en una situación de desesperación y España no está en esa situación. Creo que hay otras medidas antes de hablar de quitas, porque en el momento en que se hace una, ¿quién para la siguiente de otra administración?
-Hemos dejado de hablar de la prima de riesgo y de los 'hombres de negro'. Buena señal, ¿no?
-Sí, el país ha ganado estabilidad financiera. Hemos dejado de hablar de prima de riesgo porque España y otros países que tenían muchas dificultades para obtener financiación exterior han hecho una serie de actuaciones. No olvidemos que la prima de riesgo reflejaba que España lo tenía crudo para poder financiarse fuera, igual que Portugal, Italia o Grecia. En el momento que baja es más fácil que te puedan prestar y eso es un elemento muy positivo. La ausencia de los 'hombres de negro' revela que se ha acabado el programa que teníamos que fue muy necesario para hacer frente a una crisis bancaria muy intensa y significa que ya confían en nosotros y que por tanto ese dinero que se dio a una serie de bancos ya está funcionando. Se ha hecho la reestructuración de los mismos y ya se han saneado.
-La gente no ha entendido que se 'salvara' a los bancos y se dejaran tiradas a las personas.
-Esos bancos habían perdido dinero y había que inyectarles capital. Otra cosa es que sus gestores puedan ir al juzgado si hubo alguna irregularidad, para eso están los juzgados. Pero la gente tiene que entender que cuando se recapitalizan los bancos en los que nosotros tenemos el dinero, nuestros ahorros están seguros. A veces ese dinero lo ponen los accionistas privados y hay momentos muy malos en los que sólo lo puede poner el Estado. Si no se hubiera hecho esa recapitalización habríamos tenido una inestabilidad financiera muy importante y igual se nos hubiera ido algún banco al aire con las pérdidas para los depositantes del país. Las ayudas públicas nunca son bienvenidas pero hay que tener claro que todos los países han hecho esto porque es mucho peor dejar caer tu sistema financiero.
-Parece entonces que estamos en la senda. Dicen que la derecha crea la riqueza y la izquierda la reparte...
-Hombre yo creo que eso es injusto para los dos. Creo que ha habido gobiernos de izquierda (el de Felipe González en particular) que hizo un proceso de liberalización importante para el país que ayudó al crecimiento económico y entramos en la Unión Europea. Hay gobiernos de izquierda que ayudan a la actividad económica y también de derechas que mantienen los programas sociales. Yo creo que el gobierno actual cuando reforma las pensiones -nos guste o no- está intentando mantenerlas, aunque se intente malinterpretar. El tema de las pensiones está claro: o hacemos algo o dentro de 15 años no podremos pagarlas. Al final todos somos personas y tenemos nuestra parte de empresarios y nuestra parte social. ¿Que se ponen distintos pesos? Sí puede ser. Se toman decisiones que a uno le pueden gustar más o menos. Por ejemplo a mí no me ha gustado la decisión que se ha tomado sobre el aborto. No lo comparto, soy católico pero me parece que hemos dado un paso atrás como país, pero hay cosas que sí creo que el gobierno ha hecho bien. Creo que ni este gobierno ni el anterior intentan desmantelar el país con la reforma laboral, intentan solventar problemas porque nuestro mercado laboral era incapaz de generar empleo.
-¿Qué le parecen las pretensiones independentistas de Cataluña?
-Creo que sería importante que el país se pudiera mantener unido. En este momento me preocupa mucho lo que está pasando en Cataluña. Hay una opción política que quiere desligarse, ese camino a mí me preocupa mucho porque creo que no se ha reflexionado suficiente. A la economía española le quedan años para seguir ganando confianza y esta situación de incertidumbre enorme, de tensión incluso si se anunciara una separación, podría tener unas consecuencias muy duras para una generación si no se hace adecuadamente. Quebec lo iba a hacer, Escocia lo ha hecho, pero en este momento no hay un acuerdo, no hay ningún tipo de avance en Cataluña en el que se acerquen las posturas. Seguir por esa vía de tensión y enfrentamiento puede repercutir muy negativamente durante mucho tiempo.
-¿Qué efectos económicos tendría esta decisión?
-¿Cómo repartiríamos la deuda? ¿Cataluña podrá ser viable por sí misma? En el caso del País Vasco y Navarra ellos tienen otra configuración. Ver cómo se repartiría la deuda generaría muchas dudas y tensión en otras comunidades. Pero a mí me preocupa sobre todo la imagen de España, un país que en vez de integrarse más con otros que es lo que se está pidiendo, se desintegra. Yo soy valenciano y puedo entender esta sensibilidad en estos temas pero hay que hacerlo más organizadamente. Hay muchas posibilidades dentro del funcionamiento de un país que lleva más de cinco siglos funcionando bien. Cataluña y Barcelona son un ejemplo de pujanza y lo han hecho dentro de España, no fuera. Vamos al choque de trenes y hay que evitarlo a toda costa. Las consecuencias son imprevisibles y se podría perder todo lo que se ha avanzado.
-Al margen de la decisión final de las eléctricas ¿qué le parece el precio de la luz en España?
-España lleva 20 años con una política energética inadecuada y estamos recogiendo los frutos. No se han dado señales claras de lo que queríamos hacer ni en materia de renovables, ni déficit tarifario. Hay que sentarse y hacer un acuerdo energético nacional. No tenemos un mensaje claro en energía nuclear, hemos apoyado energías que en otros países no se apoyan como el carbón y ha habido un sistema de incentivos incorrecto con las renovables. No es tolerable que seamos el país donde más ha subido la energía eléctrica en los últimos diez años. En un contexto en el que crecíamos era más sostenible, ahora no.
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