CRISTINA L. ÉBOLI | MADRID
magen de la luna de Júpiter Europa. / Foto: Archivo.
La humanidad lleva años a la búsqueda de otras formas de vida en el Universo. Todo se ha centrado en localizarla pero pocoS han pensado más allá de hallarla. Así, las preguntas que surgen son: ¿qué hacemos si encontramos vida extraterrestre?; ¿y si además podemos contactar con ella?
Pese a que en los últimos años se han dado grandes pasos en la exploración espacial por medio de telescopios, o rovers en el caso específico de Marte, todo indica que pasará mucho tiempo antes de que el ser humano se encuentre frente a frente con un ser vivo de otro planeta. Las mayores expectativas están puestas en hallar algún tipo de vestigio de vida en Marte. Siendo infinitamente optimistas incluso algún tipo de microorganismo en la luna Europa de Júpiter.
En una conferencia auspiciada por la Fundación BBVA, la microbióloga Gerda Horneck dio una clase magistral sobre este problema al que tal vez haya que enfrentarse en un futuro. El primero dilema, afirmó Horneck, es que “si reúnes a 50 científicos y les pides que definan la vida, obtendrás al menos 51 respuestas”. Es decir, se debe fijar qué es vida y qué no, porque ahí fuera se pueden encontrar muchas cosas y, advierte la científica, en la Tierra solo conocemos una modalidad de vida, pero pueden existir muchas más y mucho más diferentes.
Otro desafío si el hallazgo se produce cerca de la Tierra será el diferenciar si es originaria del planeta, satélite o meteorito donde se encontrase con el fin de descartar que esa vida provenga de la Tierra. Y es que las naves enviadas al espacio llevan consigo bacterias capaces de sobrevivir a las extremas condiciones de un viaje espacial. Es por ello, a modo de ejemplo, que se evita estrellar naves en Europa ante el riesgo de contaminarla.
El siguiente paso es qué hacer con lo halado. Horneck insiste en que nunca debería traerse a la Tierra. Su afirmación está basada en dos puntos. Primero sería peligroso traer un agente que, no lo suficientemente aislado, pudiera atacar la vida del planeta. El segundo es de tipo ético, y es que se estaría manipulando el propio desarrollo de ese organismo. Dicho en plata, el hombre jugaría a ser Dios.
Eso en cuanto a microorganismos. ¿Pero y si encontramos vida inteligente? En ese caso el científico Stephen Hawking aboga por esconderse, no vaya a ser que decidan venir a por nosotros.
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