La colección neoyorquina posee la obra original a la que remite el lienzo comprado por un cura de Granada y que Enrique Pareja atribuye al pintor
CHARO RAMOS
Entre 1660 y 1670, Murillo pintó una versión primera u original del Ecce Homo de medio cuerpo, con la corona de espinas y el manto de púrpura, un motivo devocional que sería muy demandado por su clientela sevillana para el culto particular en los oratorios familiares de la ciudad. El cuadro está hoy en Huntington, Nueva York, integrado en los fondos del Heckscher Museum of Art, según se recoge en el catálogo razonado de la obra del pintor publicado por Enrique Valdivieso, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. En la Catedral de Guadix, presentada ayer con gran expectación, se exhibirá ahora durante un año una réplica de ese cuadro original que podría ser obra de su taller o del propio Murillo, si bien inicialmente se tomó como un cuadro del siglo XIX, y como tal lo vendió en 2005 la familia sevillana que durante generaciones fue su propietaria al sacerdote de la diócesis de Guadix-Baza Joaquín Caler López.
Enrique Valdivieso explica a este medio que, obviamente, "sin ver el lienzo original y analizar el tejido no puedo dictaminar si la obra es una de las múltiples versiones que del tema delEcce Homo pintó el taller de Murillo, con participación o no del maestro, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, cuando se convirtió en el primer pintor de Sevilla superando en fama incluso a Zurbarán. Lo que sí parece incuestionable es que es una pintura de buena factura y que tanto el motivo de la cuerda como el hueco de la cadera del Cristo coinciden con el original del cuadro del Heckscher Museum de Nueva York, del que hay al menos seis o siete versiones".
Cuando Murillo cultivaba esta iconografía del Ecce Homo generalmente no pintaba únicamente al Cristo, sino que lo acompañaba de otro cuadro que representaba a la Dolorosa, como sucede con la pareja que atesora el Museo del Prado. En ese caso, el Cristo mira ligeramente a la derecha mientras que la Virgen doliente hace lo propio en dirección izquierda. Por el contrario, el Ecce Homo de Guadix mira hacia la izquierda. Valdivieso cree que, si Murillo ha sido su autor, no es descartable que hubiera pintado también su correspondiente Dolorosa.
El tema de las expertizaciones es siempre una cuestión compleja por lo que Valdivieso opta por una gran cautela a la hora de emitir una opinión sobre esta obra. "Teniendo en cuenta que estamos en un país cada vez más inculto y ruidoso, donde alguien puede hacerse famoso y hasta atreverse a exigir derechos de autor por estropear una pintura, como ocurrió con el Ecce Homo de Borja, la aparición de esta obra y la expectación que ha generado no deja de ser una buena noticia", comparó el catedrático con la popularidad alcanzada por Cecilia Giménez, la mujer cuyo desaguisado atrajo en su primer año a 70.000 visitantes a la localidad zaragozana.
Enrique Valdivieso explica a este medio que, obviamente, "sin ver el lienzo original y analizar el tejido no puedo dictaminar si la obra es una de las múltiples versiones que del tema delEcce Homo pintó el taller de Murillo, con participación o no del maestro, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, cuando se convirtió en el primer pintor de Sevilla superando en fama incluso a Zurbarán. Lo que sí parece incuestionable es que es una pintura de buena factura y que tanto el motivo de la cuerda como el hueco de la cadera del Cristo coinciden con el original del cuadro del Heckscher Museum de Nueva York, del que hay al menos seis o siete versiones".
Cuando Murillo cultivaba esta iconografía del Ecce Homo generalmente no pintaba únicamente al Cristo, sino que lo acompañaba de otro cuadro que representaba a la Dolorosa, como sucede con la pareja que atesora el Museo del Prado. En ese caso, el Cristo mira ligeramente a la derecha mientras que la Virgen doliente hace lo propio en dirección izquierda. Por el contrario, el Ecce Homo de Guadix mira hacia la izquierda. Valdivieso cree que, si Murillo ha sido su autor, no es descartable que hubiera pintado también su correspondiente Dolorosa.
El tema de las expertizaciones es siempre una cuestión compleja por lo que Valdivieso opta por una gran cautela a la hora de emitir una opinión sobre esta obra. "Teniendo en cuenta que estamos en un país cada vez más inculto y ruidoso, donde alguien puede hacerse famoso y hasta atreverse a exigir derechos de autor por estropear una pintura, como ocurrió con el Ecce Homo de Borja, la aparición de esta obra y la expectación que ha generado no deja de ser una buena noticia", comparó el catedrático con la popularidad alcanzada por Cecilia Giménez, la mujer cuyo desaguisado atrajo en su primer año a 70.000 visitantes a la localidad zaragozana.
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