No existen planes de conservación para los edificios de la antigua chocolatera del Puerto y de la almendrera
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FERMÍN ANGUITA | MOTRIL
Los restos de la fábrica de chocolate del Puerto de Motril. :: JAVIER MARTÍN
El patrimonio industrial derivado del azúcar es el gran protagonista de las actuaciones de conservación y recuperación del legado cultural de la ciudad de Motril. Sin embargo, la infraestructura industrial relativamente reciente -del siglo XX- languidece en el olvido y, lo que es peor, en el más absoluto desconocimiento de la propia ciudadanía sobre lo que fueron y supusieron algunas factorías, que llegaron a ser un motor de empleo y riqueza para el municipio.
Hoy, los planes de desarrollo urbanístico no contemplan ninguna actuación especial en torno a los restos de las principales 'desheredadas' de la recuperación de su memoria, que son la antigua fábrica de chocolate del Puerto de Motril y la almendrera cuyos viejos muros aún se alzan en la zona norte del casco urbano, sobre una colina que preside la rotonda cercana al hospital.
En uno y otro caso no solo está actuando, de manera demoledora, el paso del tiempo sino que incluso los motrileños de menos de cuarenta años desconocen la existencia reciente de esta actividad fabril. Llama la atención el peso que adquirió la Almendrera en la economía local. Según relata Juan Luis Ubiña Salvador, cuyos suegros pusieron en marcha la factoría en 1960, «la empresa vendía su producto en prácticamente toda España y exportaba a los países nórdicos e Inglaterra». La materia prima era abundante en un Motril rodeado de cerros de almendros, que aún no conocían más que el secano y ni pensaban en la explotación tropical.
Mucho más atrás en el tiempo el Varadero bullía de actividad industrial y en ese marco se expandió incluso la fábrica de chocolate San Luis, puesta en marcha por José Viñas y Luis Viñas Parera. José, hijo del primero, recuerda como la chocolatera comenzó a funcionar en 1930 (cesando en 1941), «produciendo también durante la Guerra Civil, periodo en el que se utilizaron sucedáneos de la harina y el cacao para mantener producción que se vendía incluso en Barcelona a través del tráfico marítimo que escalaba en el Puerto», cuenta José Viñas.
Mientras la Almendrera tiene buena parte de sus muros en pie, de la fábrica de chocolate no quedan más que un caserón desvencijado y ruinoso en mitad de un descampado que anuncia expansión urbana. Lo que hoy se puede contemplar era el almacén y la cochera que terminó vendiéndose, siendo antes la vivienda familiar cuyos orígenes arquitectónicos se remontan al Siglo XIX cuando fue una antigua Casa de Contratación «que tiene relación con el antiguo castillo del Varadero pues en las escrituras así figura», dice Viñas.
Un hito testimonial
Desde los servicios de Urbanismo del ayuntamiento de Motril explican que lo que queda del recinto es una zona de transición entre el núcleo urbano del Varadero y la zona de actividades logísticas del puerto, destinada en su día a uso residencial «por lo que no hay previsión alguna para los restos que quedan», indican los propios técnicos basándose en que la referencia patrimonial industrial se da prácticamente por desaparecida. Si bien no se descarta que en la futura urbanización pudiera contemplarse algún hito o espacio que contuviera alguno de los restos, pero solo como valor testimonial de lo que allí hubo una vez.
Distinto es lo que podría plantearse en torno a la Almendrera, situada estratégicamente en el sector de suelo urbanizable sectorizado denominado SUS MOT 13. «Dentro de la ordenación de aquel espacio hay que mantener esa isla dentro del conjunto, previa valoración patrimonial que aún no está hecha», señalan desde el Ayuntamiento. Esto significa que en base al uso que se proponga para toda esa área que aún permanece prácticamente virgen al norte del casco urbano «habrá que estudiar que partes se conserva y cuales no». Lo que supone que parte de la edificación existente sí podría integrarse en el futuro desarrollo urbano de la zona ya que en esta ordenación futura si existiría obligación de mantener parte del patrimonio existente.
La factoría comenzó su actividad en una finca propiedad de Alfonso Malpica Rodríguez, dedicada al cultivo de almendras, llamada Cortijo de San Antonio nombre que continúa pero se transformó después dedicándose en la actualidad al cultivo de subtropicales, fundamentalmente chirimoyos, aguacate y mangos. «El 1960 al ver que tenían mucha almendra, mi suegro pensó que le era mas rentable partir, descascarar y pelar su propia almendra para después venderla a mejor precio», explica Juan Luis Ubiña. En poco tiempo y dado que este cultivo era predominante en la zona, acudieron a el numerosos agricultores de toda la comarca y así comenzó la actividad de esta Almendrera.
En los años siguientes se construyeron naves que albergaban las máquinas y fue automatizando todo el proceso, de forma que la fabrica creció y en 1965 se constituyó en sociedad anónima pasando a denominarse Alfonso Malpica SA Aproximadamente en 1971 se vendieron los 5.000 metros cuadrados que ocupa la fabrica con todas sus instalaciones a un grupo de agricultores especializados algunos de ellos de Motril, pasando a llamarse Almendras de Granada SA «Este grupo continuó con la actividad vendiendo una parte de las acciones a unos señores de Alicante, que actualmente son los propietarios de lo que queda», añade Ubiña.
Almendras de Granada S A finalizó su actividad, en los primeros años de la década de los 80 del siglo pasado. Desde entonces, la edificación existente se ha hundido en la decadencia más absoluta, desapareciendo sin remedio mucha de su infraestructura industrial interior.
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