jueves, 16 de marzo de 2017

Misa dominical granadahoy.com

CÉSAR REQUESÉNS

Este afán desacralizador sin alternativas es terreno abonado para populistas que luego se presentan de mesías

Nada como un ataque de Pablo Iglesias como para que se disparen los niveles de audiencia de una misa dominical que, reconozcámoslo, no tenía demasiados usuarios. Bueno. Iglesias va a por las audiencias. Para el servicio público está la tele de todos más allá de las audiencias lejos del estilo tele 5 y sus chicholina-Milá.
Lo de la misa dominical, como otros oficios religiosos televisados, está para servir a aquellos con impedimento. Poco más.
La tonta polémica me ha traído a la memoria un caso particular. Conocí a una señora que vivía inmovilizada de cuello para abajo. Fue en una urbanización alejada en Alicante. Fui a visitarla por ser amiga de la familia. Era domingo por la mañana. La señora tenía muy mal humor. Su situación, varada en una silla de ruedas para los restos, me hizo pensar en el privilegio tan simple de tener dos piernas y poder caminar. Los retornos a lo básico son una lección en sí mismos. Aquella visita lo fue. Ella era como una niña necesitada. Por ejemplo, y eso fue lo que interrumpió nuestra visita, irse con la silla de ruedas a ver a las doce en punto la misa dominical.
Nunca fui yo un cumplidor gustoso con esto de los rituales dominicales, pero los templos si me gustan por su aura sagrada a lo Durkheim o Thomas Merton, autores que me llevaron a respetar lo ajeno, hasta el simple paseo entre árboles de un ateo espiritual si es un rito para reunirse con uno mismo, para re-ligarse, raíz latina (religare) de la denostada religión.
El caso es que a aquella señora de Alicante la vi recuperar el color cuando empezó la misa televisada. Estuvo un rato en silencio repitiendo lo que el cura decía. A mí me resultaba fría aquella misa por una pantalla. Pero yo podía andar, ella no. Y a esa mujer aquel rato le daba a todas luces la vida. Y como ella, pensé, debía haber otros, una masa silenciosa que querría ir a misa los domingos en familia. Quien soy yo para quitarles ese gusto, para no darles la facilidad.
Falta meditar y militar más en el vive y deja vivir tan liberador, porque este afán desacralizador sin alternativas es terreno abonado para estos populistas mesiánicos que te montan demonios y luego se presentan de mesías con flequillo o coleta con pies de barro, sepultados en un fango del que algunos quieren escapar.

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