jueves, 23 de marzo de 2017

Paz, piedad, perdón granadahoy.com

RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

Sin ese "pucherazo" no hubiera habido Gobierno del Frente Popular y la historia de España hubiera sido distinta

Existe una ley histórica, muy cierta y de muy feo nombre, llamada la heterogénesis de los fines. En esencia viene a decir que cualquier acción humana desencadena consecuencias que no sólo no estaban previstas, es que pueden ser justamente las opuestas de las que pretendían los autores. Como escribiera Karl Löwith, "los caminos de la historia se transforman entre el origen y la meta como entre la intención y la consecuencia". La Historia está repleta de los efectos de la heterogénesis de los fines, y a ello se debe una parte no desdeñable de su imprevisibilidad, de su dramática fascinación y de su humor.
Hace unos días ha aparecido un libro más sobre la Guerra Civil. Uno de los cientos que cada año se publican hasta haber generado una bibliografía inabarcable. Pero éste ha suscitado una expectación que le ha permitido escalar de inmediato los rankings de ventas. 1936: Fraude y violencia, sin embargo, no es el típico producto editorial de masas. Se trata de un concienzudo trabajo de archivo a cargo de dos historiadores profesionales, Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa, que ha dado lugar a un volumen de más de 600 densas páginas. Eso sí, viene a demostrar, como sólo un estudio de investigación histórica puede hacerlo, una antigua sospecha: que las elecciones de febrero del 36 fueron un gigantesco fraude de las izquierdas que se saldó con la atribución de más de 50 diputados espurios a sus listas. Sin ese "pucherazo" no hubiera habido Gobierno del Frente Popular y la historia de España hubiera sido muy distinta.
Este libro es demoledor para el andamiaje construido sobre la Ley de Memoria Histórica, que ahora se vuelve contra las intenciones de sus autores. Ciertamente, no podían contar con quedar colgados de la brocha de este modo porque si el gobierno del Frente Popular nació de un gran fraude, perpetrado mediante coacción y violencia, ¿contra qué legitimidad democrática se levantaron los alzados de julio? Y esa, precisamente, es la piedra angular de la acusación que se quiere mantener viva contra media España, para execrar a unos y exaltar a otros, cuando ambos bandos estarían necesitados de la mirada piadosa de los que, lo queramos o no, somos descendientes de todos. Si existiera en España un gobierno inteligente y honrado, lo que hoy sabemos tendría que dar pie a una nueva forma de sanar las heridas reavivadas: paz, piedad, perdón.

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