Desde hoy recorreré esta parte de la provincia, en un itinerario que siempre supone un reencuentro conmigo mismo y que les contare a ustedes
ANDRÉS CÁRDENAS | GRANADA
ANDRÉS CÁRDENAS | GRANADA
El autor planea su recorrido frente al mapa de la Alpujarra. :: R. VÍLCHEZ |
Afirmaba Gómez de la Serna que el mejor viaje posible era aquel que se hacía con un dedo recorriendo un mapa. Pero yo creo que el peor viaje es aquel que no se hace nunca. El viajero inmóvil, como dice mi colega Jesús Torbado, no deja de ser un individuo impotente y envidioso que llena de palabras el espacio y de humo de fantasmas los movimientos. Hay que recorrer con ojos ávidos la mirada de los que no viven en tu misma ciudad porque en dicha mirada está aquello que tú buscas en la vida. Por eso yo, entre otros motivos que explicaré después, he decidido coger la mochila, la rempuja de panamá, el bloc de notas y echarme al camino. Hay una especie de refrán local que dice que «en la Alpujarra todo va fuera de camino excepto las aguas». Precisamente lo que pretendo yo a partir de hoy y hasta el próximo día 31 de agosto es recorrer esta parte de nuestra provincia e imitar el recorrido de las aguas, que en esta comarca tienen tanta importancia. Ir a la Alpujarra siempre supone para mí un reencuentro conmigo mismo.
De todas las definiciones que he leído sobre la Alpujarra la que me encanta es esa de Henríquez Jorquera que en el siglo XVII escribió: «Las Alpuxarras que caen a espaldas de Granada son unas montañas a la marina, sirviendo de tapete a Sierra Nevada». Sin embargo, la definición más completa es la de Bosque Maurel que dice lo siguiente: «La cordillera penibética se duplica en su parte central, en la provincia de Granada, en una doble alineación montañosa. Junto al Mediterráneo se alzan las sierra de Lújar y de la Contraviesa y, tras esa barrera, superándola en altitud y grandeza, se yergue Sierra Nevada, con las cumbres principales de la Península Ibérica. En el corazón de este doble conjunto orográfico se encuentran las Alpujarras o la Alpujarra». Si se dan cuenta, el catedrático Bosque Maurel no quiso engordar la polémica sobre el plural del topónimo y utilizó la disyuntiva. Ahora todo el mundo dice la Alpujarra porque consideran que es única.
Los motivos
Veamos. Esta iniciativa de recorrer la Alpujarra no es nueva. Ni siquiera de este último siglo. Varios escritores, historiadores, antropólogos y periodistas lo han hecho a través de los tiempos atraídos por el imán de lo desconocido, lo misterioso y lo desconcertante, tres adjetivos que si se juntan llegan a animar a investigar a cientos de curiosos que saben que no se puede pasar por un pueblo alpujarreño sin sentirse seducido por su profunda forma de vivir. Los que han escrito sobre la Alpujarra son legión, pero muchos de oídas y solo tras haber visitado uno o dos pueblos de la zona. Sin embargo, otros han plasmado en sus escritos la impresión que le causó recorrer esta recóndita tierra de cabo a rabo. Tampoco faltan los que lo han hecho para labores más prosaicas como elaborar guías turísticas y gastronómicas.
En cuanto a los motivos que han llevado a los escritores y periodistas a patearse la comarca, son varios y diferentes. Pedro Antonio de Alarcón emprendió viaje a la Alpujarra en 1872 impulsado por el deseo de recuperar el consuelo por un dolor inmenso -se le había muerto una hija- que le había privado de la salud y el sueño. Recorrió la Alpujarra más morisca unas veces a pie y otras en diligencia. Por entonces los caminos eran de herradura.
Brenan llegó a la comarca en 1920 huyendo de la asfixiante sociedad inglesa que frecuentaba y atraído por un primitivismo que le permitió vivir casi seis años con el poco dinero que le enviaban desde Inglaterra. Se presentó en Yegen con dos mulas en las que llevaba todo su equipaje y allí tuvo durante esos años catre, comida y hembra asegurada. Escribió "Al Sur de Granada", quizás uno de los documentos más interesantes sobre nuestra tierra escrito por un extranjero. Posiblemente Brenan fuera el causante de que muchos ingleses y europeos hayan elegido desde entonces la Alpujarra como destino de sus viajes o épocas de descanso. Incluso de que compraran cortijos y los reconstruyeran para vivir definitivamente en esa parte de España. Uno de ellos, Chris Stewart, que relata en "Entre limones" sus primeras experiencias vitales en la comarca en la que ha aposentado su vida, es otro ejemplo de cómo la Alpujarra llega a seducir a los extranjeros.
Paco Izquierdo, autor de "El apócrifo de la Alpujarra Alta", viajó por la zona atraído por el caudal poderoso de las leyendas y el énfasis de sus personajes. Elaboró uno de los textos más entrañables que se ha escrito sobre esta parte de Granada. Miguel Carrascosa, autor de dos extensos tomos dedicados a la Alpujarra, lo hizo porque su familia materna es de Pitres y está convencido de que la vida en los pueblos de esta comarca tiene todavía una explicación.
El periodista Eduardo Castro elaboró una amena y didáctica guía general de la comarca después de haberla recorrido en innumerables ocasiones con motivo de reportajes y entrevistas que escribía para los periódicos en los que trabajó.
Hay dos libros con cierto encanto sobre esta tierra que prácticamente no se pueden encontrar. Uno es de un médico colombiano llamado Harold López titulado "España desconocida. La Alpujarra: Rincón misterioso", y otro de Jean Cristian Spahni publicado en 1959, cuyo título es "L"Alpujarra. Secréte Andalousie".
¿Y cómo no hablar del diario antropológico que escribió el médico granadino Federico Olóriz Aguilera en 1894? Sus aventuras científicas le llevaron a ir midiendo pueblo por pueblo la cabeza, la talla y la longevidad de los alpujarreños para hacer un perfil antropológico del español medio.
Un encargo
¿Qué me trae a mí a la Alpujarra aparte de encontrarme de nuevo con mí mismo? Pues ni más ni menos que un encargo periodístico. Estos textos que se publicarán durante el mes de agosto servirán como modesta aportación a esa petición unánime para que la comarca sea declarada Patrimonio de la Humanidad, un empeño que ha iniciado la Diputación Provincial de Granada. A diferencia de muchos de los anteriores viajeros, que hicieron el recorrido a pie, en diligencia, en tílburis, en la "alsina" o en un seiscientos, yo cuento con un coche moderno que tiene "tom tom" (aunque allí no haga falta) y aire acondicionado. Para algo debe servir el progreso. Será un viaje a la Alpujarra en 31 días, en los que relataré mi paso y mis experiencias en todos los pueblos que componen esta zona. Y trataré de hacerlo de una manera amena y divertida, ciertamente, ya que sólo la sonrisa puede vencer el aburrimiento pretérito y vacunar contra el futuro. Tendrán preferencia las personas a los paisajes (tantas veces bien tan bien descritos por los que me precedieron en los caminos) y las situaciones actuales a las históricas (tantas veces tan bien escritas por cronistas e historiadores). En fin, como el agua, intentaré ir por el camino que ella misma, la Alpujarra, me marque.
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