domingo, 20 de noviembre de 2016

Canción de Adiós granadahoy.com

  • "La gente piensa que los capturamos para comerlos fritos"
  • La práctica del silvestrismo cae ante la incertidumbre sobre la posible prohibición, el desconocimiento y las limitaciones de la normativa
Jilguero, una de las tres especies fringílidas que pueden capturarse. GRANADA HOY

 
"La gente piensa que los capturamos para comerlos fritos. ¿A que usted también lo ha oído?". Adelardo Villafranca, delegado en Granada de la Federación Andaluza de Caza, asume que la práctica del silvestrismo en la provincia está entre la espada y la pared. De un lado, está la rigidez de la normativa, que ha alejado a los mayores. Del otro, las perspectivas de una posible futura prohibición ha provocado que se esté a la expectativa y la renovación generacional se estanca. Las cifras lo evidencia. En Granada hay censados 1.716 asociados en peñas de silvestrismo. Son muchos menos que en 2014, cuando hubo unos 2.400 silvestristas, según los datos aportados por la Delegación de Medio Ambiente y la propia Federación Andaluza de Caza. "La gente está a la expectativa". El otro frente que mantiene abierta esta práctica es el furtivismo. "Los que están legalmente no hacen daño. Los furtivos sí", sentencia Villafranca.
Cataluña, comunidad que ha marcado el paso en cuestiones de defensa animal, prohibió este año la captura de aves en vivo, práctica que en España se limita a únicamente tres especies, jilguero, verderón y pardillo, y con una única finalidad, adiestrarles en el canto. Aquella decisión de la Generalitat sobre la práctica del silvestrismo sacó a la calle a cientos de aficionados el pasado 1 de octubre. En Granada, donde la actividad goza de un notable arraigo sobre todo en la Costa, ya le ven las orejas al lobo. "Es verdad que hace un par de años había lista de espera para entrar en una peña o asociación. Ahora no". Los cupos de capturas marcados por la Consejería de Medio Ambiente merman en la misma medida en la que caen las inscripciones a las sociedades silvestristas y las expectativas de que esta práctica se mantenga dentro de la legalidad en el futuro.
Desde 2013, para dar cumplimiento a las directivas europeas sobre patrimonio natural, "se ha venido produciendo una progresiva reducción significativa del número de ejemplares autorizados", según recoge la última resolución sobre captura de aves fringílidas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Así, en 2015 la Consejería permitió la captura en vivo de 99.750 aves, entre jilgueros, verderones y pardillos. Este 2016, el cupo se ha restringido a 71.986, lo que supone un 28,3% menos. En la misma línea descendente, el número de socios de asociaciones silvestristas en Granada ha caído un 28,5% en sólo dos años.
"Está en una decadencia absoluta", resume Miguel Ángel Avellaneda, responsable del área de silvestrismo de la delegación granadina de la Federación Andaluza de Caza. A él le inculcó la afición por esta práctica su familia, oriunda de Cataluña. Suma tres décadas de salidas al campo para capturar aves a las que educa para que participen en concursos de canto. Cuando empezó, con 8 años, podía capturar todas las aves que quisiera. "No me quedaba evidentemente con todas, sólo con cinco o diez pájaros". Para este año ha conseguido permiso para capturar, durante toda la campaña, cinco aves. "Ya no sales a gusto. Parece que somos delincuentes".
La práctica del silvestrismo suma siglos de tradición, normalmente transmitida de padres a hijos. Las artes de captura de las aves se han limitado, al igual que las especies que pueden mantenerse en cautividad. Actualmente sólo se puede utilizar una red abatible -cuyas características vienen recogidas en la resolución que cada año regula las capturas-, y sólo se pueden atrapar tres especies de fringílidas, jilgueros, pardillos y verderones. En el camino, han quedado prácticas como la del arbolillo, que los practicantes del silvestrismo defienden como más selectiva que la red y totalmente inocua para el ave. La prohibición de este método alejó del campo -o al menos de la práctica del silvestrismo- a los mayores, acostumbrados a esta modalidad. Consiste en untar la corteza de un árbol con una sustancia pegajosa, en la que queda atrapado el animal.
Estos cambios han venido de la mano de una normativa, impuesta desde el Ministerio de Medio Ambiente y desde Europa, cada vez más restrictiva, ya que en territorio de la UE está prohibida la captura en vivo de animales silvestres. En Andalucía sí se permite la práctica del silvestrismo, pero totalmente regulada. Existe una limitación en cuanto a las capturas, que no puede superar el 1% de la mortalidad de la especie en el medio natural. No se permite la compra venta de ejemplares entre silvestristas -aunque hay quien, al margen de la ley, vende animales-, ni siquiera la cesión o el regalo. Cada aficionado puede tener un máximo de 20 ejemplares, sólo se puede capturar en los periodos establecidos para ello y, por supuesto, se debe evitar el daño al animal. Los que no sirven para su adiestramiento deben ser liberados, algo que ocurre con el 80% de las capturas, calcula Villafranca. Deben capturarse machos y también hembras, aunque éstas no sirvan para cantar. En cuanto al silvestrista, no puede capturar aves el primer año de licencia y debe ir acompañado por un tutor. Las aves deben anillarse y las condiciones en las que son retenidas están también reguladas.
¿Por qué capturar aves vivas? "La cría en cautividad de estas especies es muy complicada. La mortalidad es muy alta, de hasta el 90%, de los pollos", explica Villafranca. Avellaneda añade el valor que para los practicantes tiene salir al campo, "a disfrutarlo". En su origen, fue la alternativa más modesta -y económica- de la caza, práctica que, normalmente, requiere una inversión más o menos alta. Ahora, los aficionados se sienten víctimas del "desconocimiento". "Es cierto que hay menos aves que antes, y nos lo achacan a nosotros...", reconoce Avellaneda, que se pregunta si no hay otros factores, como el uso de plaguicidas, en esta situación.
La práctica del silvestrismo está regulada por las resoluciones que cada año elabora la Consejería. Desde la Unión Europea y el Ministerio se establecen unos límites muy estrictos a la captura de aves. En Cataluña este año no se ha dado ninguna licencia.
Sólo se puede capturar con redes abatibles. Cada silvestrista tiene asignado un cupo de aves. El aficionado debe estar asociado a una peña y contar con los permisos pertinentes. Sólo puede quedarse con las aves que vaya a entrenar. Lo habitual es que el 80% o el 90% de las capturas se libere por no reunir los requisitos para ser educado.
Las aves, preferiblemente jóvenes, son capturadas con el fin de ser educadas en el canto. Se presentan en concursos de silvestrismo.
Desde la Federación Andaluza de Caza se censura la práctica furtiva del silvestrismo. Se tiene constancia de que hay quien se dedica a capturar aves para su venta, aunque desde la Federación se explica que, por los precios a los que se venden los animales -diez euros un jilguero- difícilmente nadie puede vivir de esto. "Para algunos es una ayuda, sobre todo en los tiempos tan difíciles" que se han vivido a consecuencia de la crisis, indica el responsable provincial de la Federación, Adelardo Villafranca.
En Granada existen 1.716 silvestristas asociados en 27 peñas. El número de aves capturadas en la provincia durante la campaña ha sido de 17.808.

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