martes, 3 de enero de 2017

Culpar a los refugiados de los atentados no va a hacer que Europa sea más segura el Huffington Post


Fundador y editor de la revista 'The European', consultor jefe del Berggruen Institute

Alternativa para Alemania (AfD por sus siglas en alemán) no ha tardado en sacar provecho de los ataques terroristas de Berlín. "Son los muertos de Merkel", tuiteó el pasado lunes Marcus Pretzell, líder de AfD.
Sin embargo, Alemania lleva bastante tiempo en el punto de mira de los terroristas islamistas, igual que los mercados navideños. En 2000, cuatro argelinos trataron de poner una bomba en un mercado navideño de Estrasburgo (Francia). En 2007, tres terroristas fueron detenidos en Alemania por haber planificado ataques terroristas simultáneos con coches bomba. "El mundo arderá", declaró uno de ellos.
El terrorismo llegó a Alemania mucho antes de este último atentado, pero ha sido la vez que ha causado más víctimas en los últimos años. Sin duda ha sido trágico, pero culpar de ello a los refugiados sirios es acabar con el objetivo de averiguar cómo combatir el terrorismo y evitar atentados en el futuro. El sospechoso, Anis Amri, que fue abatido en un tiroteo con la Policía cerca de Milán, era de origen tunecino y llegó a Europa en 2011, entró al continente por la isla italiana de Lampedusa. Eso fue antes de que la guerra civil siria se convirtiera en la conflagración que es hoy en día; fue después de la Primavera Árabe cuando en algunos países del norte de África el orden estuvo a punto de colapsar. ¿Cuántos solicitantes de asilo vinieron a Europa con malas intenciones por aquel entonces? ¿Cuántos de ellos estaban ansiosos por convertirse en terroristas? La respuesta es la siguiente: no lo sabemos.
Cuando el sur de Europa se quejaba por la presión de los refugiados, el resto del continente hacía oídos sordos.
Pero la perspectiva que tiene la ultraderecha sobre el atentado de Berlín es bastante estrecha de miras. De hecho, cuando el sur de Europa se quejaba por la presión de los refugiados, el resto del continente hacía oídos sordos. La política de refugiados de Europa tiene muchos fallos. El continente tiene que organizarse: es muy probable que las regiones que lo rodean sigan experimentando turbulencias durante bastante tiempo. La falta de organización ha propiciado el auge del activismo antisistema, de los partidos de extrema derecha y de la violencia xenófoba en todo el continente.
Por ahora, el destino de Angela Merkel depende de cómo gestione la crisis de su Gobierno y de la reacción del electorado al ataque de Berlín. Los miembros de su partido aliado, Unión Social Cristiana (CSU), ya han demostrado más bien poca solidaridad con la canciller en programas de televisión y radio. Tienen miedo de que AfD pueda ganar votantes de CSU y de la Unión Democrática Cristiana de Merkel en las elecciones federales que se celebrarán el próximo otoño.
Igual que en muchos países, el miedo que se extiende tras un atentado terrorista tiene el potencial para cambiar el panorama político. Ahora mismo, en Alemania, la situación es extraña: Merkel se enfrenta a un enemigo dentro de su propio Gobierno. Si Merkel no logra ganar el año que viene, los conservadores bávaros del CSU no podrán formar parte del parlamento nacional. Hay quien dice que detrás de todo esto se esconde una estrategia para derrocar a Merkel y establecer a un nuevo candidato para la cancillería. En un momento en el que el país y su Gobierno deberían mantenerse unidos, Alemania es testigo de una división cada vez mayor en su sociedad.
Merkel es la única líder que podría plantar cara al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
Pero el papel de Merkel es mucho más importante que la división a la que se enfrenta tras este atentado. Es la única líder europea que, llegados a este punto, podría hablar con sus compañeros para alcanzar un nuevo acuerdo de política de inmigración. También es la única líder que podría plantarle cara al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que ha expresado su intención de reducir los compromisos militares de Estados Unidos en el extranjero. Sin embargo, sin Estados Unidos, Europa se quedaría prácticamente indefensa y sería víctima de muchos más atentados terroristas.
Aparentemente, lo que hemos aprendido del ataque de Berlín es lo siguiente: un valiente camionero polaco se resistió al terrorista hasta que no pudo más; y Anis Amri, que ahora también está muerto, nunca fue bien recibido en Europa, ni tampoco había sido invitado a entrar en Alemania por Angela Merkel. Es probable que la explotación que está haciendo la derecha del atentado terrorista no sea más que el calentamiento que preceda a un año agitado de elecciones en Europa: Francia y Alemania elegirán su Gobierno para los próximos años. Las campañas electorales girarán en torno a la inmigración y a los musulmanes en Europa. El odio, una vez liberado de la caja de Pandora, solo servirá para causar un daño terrible a nuestras propias sociedades.

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