lunes, 18 de diciembre de 2017

Hace frío, ¿me voy a poner malo? elhuffingtonpost

CHELSEA BECK
Por Katie Heaney
Ya era hora de que llegara el frío. El problema es que hay días que hace -2 grados y al siguiente, 17. La verdad es que me encanta hablar del tiempo (aunque parezca aburrido), de modo que cuando me encuentro con alguien tras estos cambios tan bruscos de temperatura, suelo soltar algún comentario del tipo: "El tiempo está loco, eh". La gente suele responder "sí" o "ya ves", dando por finalizada nuestra conversación. No obstante, algunos amigos con los que hablé del tema, aprovecharon esta oportunidad para sacar a colación mi segundo tema favorito: las enfermedades estacionales. "Estoy enfermo —decían—, es por el cambio de temperatura". Yo siempre asentía. Este fenómeno es algo que ya he asumido como una verdad universal: un cambio notable en la temperatura, sea a frío o a calor, puede provocarte un resfriado, tos o dolor de garganta. Esto se debe a que... bueno, la verdad es que no sé a qué se debe (¿quizá tiene algo que ver con la presión atmosférica?). Hay muchos lugares del planeta en los que se experimentan cambios bruscos en la temperatura, pero no todo el mundo se pone enfermo constantemente. Entonces, ¿quiénes son más susceptibles y por qué?
Como me explicó el neumólogo Ray Casciari, los cambios de temperatura pueden hacer que enfermemos, pero esto no se debe al cambio de temperatura en sí, sino a los efectos ambientales relacionados con esos cambios. Según los estudios (y a pesar de lo que diga tu madre), el hecho de que haga frío en sí no va a hacer que enfermes. Un meta-análisis de 2002 investigó varios estudios y concluyó que el estar expuesto a temperaturas frías no hace que corramos automáticamente más riesgo de contraer un resfriado. Es más, no existe una relación directa entre estar saludable y prevenir el resfriado. Casciari apunta que "quedarse en casa, bien abrigado y sin hacer ejercicio no va a hacer que te recuperes antes".
Si te expones a una repentina bajada de temperatura, aumenta el riesgo de que contraigas una infección, pero esto no se debe a la temperatura en sí, sino al cambio en la humedad. Por tanto, los cambios "reales" de temperatura y los artificiales (por ejemplo, entrar en una habitación con mucho aire acondicionado cuando fuera hace mucho calor) afecta a tu salud de diferentes maneras según el tipo de entorno que creen estas temperaturas. En un entorno con baja humedad, "tus ojos tienden a secarse, las membranas mucosas de tu nariz se secan, los pulmones se secan y, por tanto, eres mucho más susceptible a contraer bacterias o virus", afirma Casciari.
No podemos decir que el frío cree la infección; más bien, las temperaturas frías hacen que los agentes infecciosos sobrevivan más tiempo y se contagien.
Es más probable que alguien enferme después de una bajada fuerte de temperatura que después de un aumento, porque los virus pueden sobrevivir más tiempo en el frío. "Muchos virus son más longevos y se replican más rápido en temperaturas frías. Así, un virus altamente contagioso, como el de la gripe, puede permanecer activo y sobrevivir hasta 24 horas en una superficie dura", sostiene Katharine Miao, directora médica de CityMD. No podemos decir que el frío cree la infección; más bien, las temperaturas frías hacen que los agentes infecciosos sobrevivan más tiempo y se contagien.
Además, existe un componente social en este fenómeno. Según apunta Casciari, hay más riesgo de contraer enfermedades en lugares en los que hay muchas personas reunidas. Esto puede ocurrir un día en el que haya mucha gente en el parque, o en un día muy caluroso en el zoo, pero es más frecuente que las personas se reúnan en un sitio cerrado cuando hace frío fuera. "Cuando estás con mucha gente en un lugar cerrado y todos estáis situados muy juntos unos de otros, la temperatura es calurosa y húmeda porque hay mucha gente, es en esos momentos en los que se contagian virus como el del resfriado común y la gripe", explica Casciari. Puedes contraer un virus en cualquier lugar (haga frío o calor, en espacios cerrados o abiertos), pero son más propensos a extenderse en ambientes llenos de gente y húmedos. Por ejemplo, cuando hay muchas bocas humanas unas cerca de otras. De modo que ahí tienes una excusa perfecta para saltarte la cena de Navidad del trabajo.
Pero también hay buenas noticias. Como ponerse enfermo después de un cambio brusco de temperatura se debe a factores relacionados como la humedad y los lugares concurridos, es posible prevenirlo. Casciari sugiere usar toallitas en lugares públicos, en especial en los aviones. Miao aconseja emplear un humidificador para combatir el aire seco del invierno. Y, finalmente, no dejes que gane el efecto placebo: solo por el hecho de que la temperatura haya bajado o subido un poco en un día, no quiere decir que vayas a ponerte malo. "Si introdujéramos a una persona en una habitación completamente estéril y aumentáramos o bajáramos la temperatura, no sería más propensa a contraer una enfermedad", asegura Casciari. Por supuesto, los cambios bruscos de temperatura y el calor en invierno son preocupantes por otros motivos, pero no nos alarmemos antes de tiempo.

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