Científicos constatan el buen estado de las poblaciones de águila real, calzada, azor y halcón peregrino
JUAN ENRIQUE GÓMEZ | GRANADA
Un ejemplar de Falco peregrinus. :: J. E. GÓMEZ
Están en la cúspide de las cadenas tróficas, especies predadoras por excelencia y siempre atractivas y misteriosas para el hombre. Las aves rapaces se han convertido en uno de los grupos de avifauna con mayor seguimiento por parte de científicos y técnicos en los parques natural y nacional de Sierra Nevada, donde han constatado que hay un incremento en la presencia de estas aves en las cumbres de alta y media montaña, y especialmente en la masa forestal que rodea el macizo montañoso. Las rapaces son uno de los objetivos de los estudios que lleva a cabo el Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada, con la colaboración directa de técnicos de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía, y la red de agentes ambientales, celadores y personal de campo de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de la Junta. El motivo está claro: «Esas aves son perfectos bioindicadores de los cambios que se producen en los espacios naturales, ya que debido a su alimentación les afecta cualquier alteración que incremente o merme las poblaciones de otras especies que se encuentran más abajo en la cadena trófica», dice el técnico de la Agencia de Medio Ambiente y Agua José Miguel Barea. «Realizamos seguimientos periódicos de las poblaciones de estas aves y se puede decir que el estado de las poblaciones de la mayoría de las especies es positivo y mejora de forma proporcional a la recuperación paulatina que han experimentado algunas zonas forestales y de altas cumbres de Sierra Nevada».
Estudiar las poblaciones de las grandes rapaces diurnas ofrece datos fundamentales que sirven para la gestión del medio natural. «Según los resultados de los seguimientos podemos establecer qué medidas tomar en cuanto a usos del espacio natural, como por ejemplo reducir o aumentar la presencia ganadera o restringir determinados territorios», señala el conservador de Sierra Nevada, Ignacio Henares. Los seguimientos se realizan, sobre todo, en la época reproductora, con un mínimo de tres visitas a zonas en las que se conoce la existencia de nidos y de parejas. La primera de ellas a principios de la época de reproducción, al final del invierno, para conocer si las parejas han ocupado nidos. Otra comprobación se lleva a cabo cuando ya hay huevos y los pollos están naciendo, y una tercera para saber si los progenitores han logrado sacar adelante a sus polluelos y están en condiciones de volar y comenzar un nuevo ciclo.
Zonas altas
En la Sierra se estudian principalmente tres grandes aves rapaces que habitan en las zonas más altas, águila real, águila azor-perdicera y halcón peregrino, y las llamadas rapaces forestales, de menor tamaño y que colonizan cotas más bajas, como el águila calzada, azor, gavilán, y el busardo ratonero. Los resultados del último año y los trabajos que se han realizado a lo largo de esta primavera y el verano, indican que el águila real ha incrementado su presencia con dos parejas más que el año pasado. «Es un incremento del 3,5% anual en el censo de esta especie», dicen los técnicos, que aseguran que las águilas reales se encuentran en 21 territorios que se reparten a razón de 1,2 por cada cien kilómetros cuadrados. «Aunque la productividad en cuanto a reproducción es baja, la tendencia es al alza y a conseguir mayor número de pollos por pareja».
Al águila perdicera le pasa lo mismo, la tendencia es de crecimiento con un total de 16 territorios en Sierra Nevada, y un aumento poblacional de dos parejas más. El halcón peregrino, se mantiene estable en la sierra, con un ligero incremento que ha llevado a la especie a tener 12 territorios, pero con tasas reproductivas altas, las mejores de toda Andalucía.
Forestales
Francisco Contreras Parody, celador de la Consejería de Medio Ambiente y especialista en rapaces forestales, es uno de los encargados de realizar seguimiento 'in situ' de las poblaciones de estas especies en la Sierra. Afirma que hay un crecimiento de águila calzada, que aunque se mantiene en los mismos parámetros que en el resto de España, hay un importante repunte en Sierra Nevada. Con 35 parejas es la rapaz forestal más abundante. Es fácil de observar en la media montaña y se identifica porque cuando vuela la vemos de color blanco y amarillento. El azor es la segunda rapaz forestal en número en la sierra, con 25 parejas. El bustardo ratonero tiene 10 y el águila culebrera europea tiene solo tres. Francisco Contreras afirma que «es muy importante apostar por la conservación activa de las rapaces forestales. Para ello es fundamental conocer qué aves viven y crían en Sierra Nevada y dónde se ubican. Gracias a estos datos podremos planificar actuaciones forestales concretas, como cortafuegos, clareos... y otras actividades de uso público para que no sean negativas para estas especies, sobre todo en los periodos de cría».
Vuelve el quebrantahuesos
Cada vez es más frecuente ver el vuelo de este ave que desapareció de las cumbres de Sierra Nevada hace décadas. Los agentes ambientales y científicos han constatado la presencia de ejemplares de quebrantahuesos a lo largo de todo el año. Se trata de ejemplares que fueron liberados en la sierra de Castril y alguno de Cazorla, que pasean por las altas cumbres en busca de alimento y territorios donde asentarse. De hecho, en Sierra Nevada hay numeroso nidos históricos de quebrantahuesos que fueron abandonados tras el acoso que esta especie sufrió por parte de cazadores y la mortandad provocada por cebos envenenados, que llegaron a eliminarla de sus territorios de Andalucía Oriental. La labor de cría en cautividad y reintroducción que lleva a cabo la Consejería de Medio Ambiente y la Asociación Gypaetus ha dado resultados muy positivos y el quebrantahuesos no solo vuela en Cazorla y Castril, sino que empieza a tener posibilidades de asentarse en las cumbres de Sierra Nevada.
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