domingo, 4 de agosto de 2013

"El derribo total del centro Nevada sería muy sanador para Granada" granadahoy.com

Cree que la crisis es una oportunidad para volver a encontrar el sentido de la profesión de arquitecto y advierte de que hay mucho que hacer en la reforma de las ciudades
YENALIA HUERTAS GRANADA |
La decana, en la sede colegial, que se halla en la Plaza de San Agustín.
Marta Gutiérrez Blasco (Zaragoza, 1976) es desde hace dos años la decana de los arquitectos de Granada, un colectivo que está integrado por 700 profesionales en la provincia y que sufre especialmente la crisis debido al parón inmobiliario. Gutiérrez está convencida de que la Arquitectura la construimos todos y es muy crítica con el urbanismo de esta ciudad y con las edificaciones en la Vega. De hecho, tiraría por completo el Centro Comercial Nevada de Armilla. Preside también la asociación Adobe. 

-¿Qué nota pondría al urbanismo de Granada? 

-Le pondría un no presentado, o más bien un no recibido. 

-¿Por qué? 

-Porque se ha hecho muy poco urbanismo como tal. Ha habido mucha especulación y el urbanismo ha estado muy ausente. Un ejemplo claro son los edificios del Camino de Ronda, directamente levantados sobre las parcelas tal cual estaba la propiedad rural, sin ningún otro planteamiento. Pueden ser errores de un determinado momento, pero se pueden ir rectificando y siento que no. Y si en algún momento se plantean decisiones más a ese nivel urbanístico, no se consolidan los planes a largo plazo y, en general, lo que queda de esos planes es ese componente especulativo: convertir el suelo en dinero. 

-¿Cuáles son los efectos de esa especulación? 

-Para mí es clave en la ciudad de Granada el proceso de desplazamiento de la población de centros históricos como el Sacromonte o el Albaicín a otras zonas como el Zaidín, Almanjáyar y los distintos polígonos que surgieron entonces. En lugar de hacer un planteamiento de mejorar las condiciones en los centros históricos, se ha desplazado a la población, que se ha ido ocupando, sobre todo en el Zaidín, donde el movimiento asociativo ha sido muy fuerte, de conseguir transformarlo en ciudad. Hay zonas en las que igual esos procesos no se han dado con tanta fuerza, como puede ser la zona Norte, que ha vivido distintos procesos de regeneración. Esos desplazamientos de población son claves en la ciudad porque desmontan todo el tejido social que había en los centros históricos. En ellos, en definitiva, se produce, después del abandono, un proceso especulativo. Se vacían de su gente, a la que se le desplaza a otras zonas donde el suelo no vale nada y se forman guetos y entonces tiene que ser la gente la que vuelva a construir esa ciudad. Pero eso no es planeamiento. Eso ha ocurrido en Granada y en muchas otras ciudades. 

-Usted también es presidenta de Adobe. ¿Qué fines tiene esta asociación? 

-Es una asociación de técnicos del mundo del hábitat. No está integrada sólo por arquitectos, hay ingenieros de caminos, trabajadores sociales... Se inició en la Universidad, en la Escuela de Aparejadores, enfocada a la cooperación en materia de hábitat. Progresivamente ha ido centrándose mucho más en el trabajo local, en promover la participación del habitante y de los colectivos para la mejora del hábitat. 

-La asociación ha estado personada en el caso Nevada, ¿no? 

-Sí, pero antes del caso Nevada estuvo en otros procesos judiciales. 

-¿En cuáles? 

-En varios procesos en Atarfe. Se participó junto con otras asociaciones. Se intervino como apoyo a habitantes que ven cómo se transforma el hábitat de sus municipios por motivos especulativos y sufren las consecuencias en el tejido social, en el tejido económico... 

-¿Qué opina del Nevada? 

-Yo creo que no tenía que haberse construido nunca. Mire, la Vega es muy importante para la ciudad y habría sido crucial un planeamiento hecho en condiciones, que plantease la Vega no sólo como suelo disponible, pues ni la Vega tiene sentido sin la ciudad ni la ciudad tiene sentido sin la Vega. Los procesos de pobreza en los que ha entrado Granada tiene mucho que ver con ello: con esa desconexión de lo que es su razón de ser y su sustento, que es la Vega. El Nevada no tenía que haber estado allí y, en mi opinión, el Campus de la Salud tenía que tener también otro planeamiento, pues se está cerrando dos zonas de Vega donde quedaba un corredor de conexión. Eso con respecto a la implantación, pero en cuanto al volumen comercial del Nevada, le diré que los centros comerciales, tal y como están planteados, responden a un modelo de ciudad que es absolutamente insostenible. Las ciudades tienen sentido porque son una concentración supercompleja de usos y en el momento que zonificas a mucha distancia es insostenible a nivel ambiental, económico y humano. 

-¿Y qué le parece la respuesta penal que se ha dado? 

-Me parece insuficiente. Hay unas condenas a los responsables y hay quien piensa que es suficiente medida disuasoria. No lo es. No lo es ni a nivel individual ni a nivel colectivo de sociedad. 

-¿Endurecería las leyes urbanísticas? 

-Hace poco se ha hecho una reforma del Código Penal y se ha avanzado en ese sentido. Con las leyes ocurre lo mismo que con la Arquitectura. La Arquitectura es un producto de la sociedad y viceversa; hay una influencia mutua y continua y o transformamos todo o no hacemos nada. Con las leyes sucede exactamente lo mismo. Son las normas de convivencia que nos damos a nosotros mismos, por eso con ir cambiando las leyes no es suficiente. Posiblemente en algunos casos las leyes van por delante de la sociedad y a veces sí que tienen que ir por delante, pero o es un proceso conjunto o es insuficiente. 

-¿Usted abogaría por el derribo total del Nevada? 

-Así, como principio, sí. Creo que sería muy sanador para Granada. 

-¿Cree que la Vega ha muerto? 

-Todavía no. Hace poco entrevisté a un técnico agrario que lleva toda la vida trabajando allí y le pregunté qué elementos patrimoniales y paisajísticos había que conservar en la Vega y su respuesta fue: "al hombre". Hay que conservar al agricultor, que es el que mantiene la Vega y todavía quedan. Hay lugares muertos, pero aún hay otros que siguen vivos gracias a las personas que los sostienen. 

-Su colectivo está soportando una doble crisis: la económica y la del ladrillo. 

-Sí, aunque entiendo que el momento actual es una oportunidad para la profesión. 

-¿Una oportunidad? 

-Sí, una oportunidad para volver a encontrar el sentido mismo de la profesión. De hecho ya empiezan los procesos. Antes de la crisis ya había voces diciendo que la Arquitectura ha de servir a las necesidades de la sociedad y que se ha de hacer una gestión sostenible de los recurso. Existían voces, pero estaban muy ensordecidas por el resto de la actividad. Ahora mismo esos procesos ya han empezado, dando lugar a distintas formas de trabajar que tienen muy presente que la Arquitectura es una construcción colectiva. 

-Pero si no se construye ustedes no tienen trabajo, ¿no? 

-La crisis es por supuesto un drama para el conjunto de la profesión y, desde luego, ha dado lugar a una pérdida terrorífica del potencial formado del país. Es un drama, pero está habiendo ya procesos de transformación dentro de la profesión, tanto individuales como colectivos. Hay mucho que hacer en la rehabilitación y en la reforma de las ciudades. ¡Ojo!, cuando hablamos de urbanismo siempre pensamos en urbanización, calles y edificios, pero hay una cuestión crucial: la ordenación territorial. Se trata de entender los procesos en el espacio. Es muy importante que la rehabilitación se canalice y en eso tiene la profesión un papel muy relevante. 

-¿Granada es cuna de buenos arquitectos? 

-En Granada hay buenos arquitectos, pero no sabría decirle estadísticamente si más que en otros sitios. En España hay 37 escuelas de Arquitectura y la de Granada es una escuela joven... Mire, igual que sin regulación se generan procesos perversos o nefastos, si lo aplicamos a la cuestión formativa, ocurre lo mismo. Se han formado arquitectos sin pensar a qué responde esta tremenda demanda de formación. Yo creo que todo el mundo tiene que tener libertad para formarse, pero tenemos que hacerlo colectivamente y con cabeza. Es verdad, había muchísima demanda de arquitectos pero ¿por qué la había y hacia dónde nos llevaba eso? Pues a este punto: igual que cae la demanda de viviendas cae la demanda de arquitectos, porque la demanda de viviendas no era por necesidad, era especulativa. La escuela de Granada surge en una fase anterior. Sólo había una escuela en Andalucía y sí que tenía sentido que hubiera dos centros. 

-¿Cree entonces que hay demasiados arquitectos? ¿Cuántos son en Granada? 

-En Granada hay 700. Pero, ¿qué está ocurriendo? Que no todos los titulados y, desde luego, no todos los titulados que trabajan están colegiados. En Arquitectura, al igual que en otras profesiones se ha dado un proceso de precarización muy fuerte. Eso también tiene mucho que ver con si son demasiados o no. Si realmente todo el trabajo que debe pasar los las manos de un arquitecto pasara realmente por las manos de un arquitecto tal vez no serían demasiados. Creemos que la firma de un arquitecto es garantía y no nos preocupamos por saber si detrás de esa firma hay un arquitecto formado. Detrás de muchas firmas no está el trabajo de un arquitecto y eso lo que produce al final es precarización. Hace muy poco que el Sindicato de Arquitectos ha conseguido tener un convenio específico para la Arquitectura, pero antes no lo había. No se sabía en qué condiciones tenía que trabajar un arquitecto, porque se estaba todavía en la lógica de que los arquitectos trabajan todos como autónomos. Y realmente los titulares de estudios siguen siendo autónomos. 

-¿Se han cerrado muchos estudios por la crisis? 

-Sí, con la crisis han cerrado muchos estudios, dejando a los arquitectos en una situación terrorífica, sin coberturas, sin paro... Pero sobre todo ha provocado la reducción de las plantillas al disminuir el volumen de trabajo que entra. El titular de estudio se enfrenta a dificultades por la crisis y a muchas más cuando ha sido riguroso en la contratación, pues tiene que indemnizar a sus empleados al reducir personal y al final es un empresario arruinado. Luego están los arquitectos que trabajaban sin contrato y que se quedan en la calle sin nada. 

-¿Desde el colegio se han adoptado medidas para intentar frenar la precarización? 

-En el colegio de Granada tenemos nuestras limitaciones como entidad; tenemos unos objetivos y unos mecanismos determinados y estamos en las mismas dificultades que los profesionales que nos sostienen. Estamos tratando de abrir el colegio a todos los profesionales y no sólo a los colegiados, pero claro esto tiene una dificultad legal, pues el colegio responde a sus colegiados. Las medidas que había de control no son proporcionadas a los medios que tenemos. En todos estos años todas esas medidas no han sido suficientes, con lo cual ahora vemos que tenemos que cambiar la orientación de las mismas. No tenemos la capacidad desde dentro de hacerlo, pues nuestros medios son los propios; no tenemos financiación pública. Además vemos que siempre hay una forma de eludir ese control. Hubo una época en la que existían honorarios mínimos. Era un sistema que en sí mismo era estupendo: garantizaba que se le dedicara al trabajo el tiempo que se tenía que dedicar, pues se obtenía la remuneración suficiente. Cuando ese sistema se desmonta se empezó a competir por el precio y la calidad pierde. Los honorarios ya no existen y además el colegio no puede poner ninguna medida ni siquiera para sugerirlos. Creo que hay que cambiar de rumbo. 

-La disminución de la actividad urbanística habrá conllevado un descenso de la siniestralidad laboral. 

-Sí, por pura estadística. Pero la disminución real sólo vendrá si los trabajadores tienen la libertad y la capacidad de evaluar sus propios riesgos, y de tomar y exigir las medidas de seguridad que necesitan, al modo del sistema de seguridad personal de otros países. La principal causa de siniestralidad es la precariedad laboral y el trabajo bajo presión, y la solución a eso no es de técnica constructiva. 

-¿Cuál es su edificio preferido de la ciudad? 

-La Biblioteca de las Palomas, en el Zaidín, recuperada por los vecinos. Es un espacio bellísimo en que se respira el amor del barrio por la cultura y el poder transformador de lo colectivo. 

-¿Cree que los edificios de Granada están preparados para un terremoto de gran intensidad? 

-No. Sería un desastre. 

-¿Considera que la protección del patrimonio es suficiente? 

-Pienso que la orientación que se está dando en algunos casos es acertada y en otros no lo es en absoluto. El patrimonio se mantiene vivo si se mantiene usado y musealizarlo es embalsamarlo y hacer insostenible su mantenimiento, pues necesita una continua inversión. 

-¿Qué le parecen los nuevos edificios construidos en la ciudad en los últimos años? El Cubo, por ejemplo. 

-Creo que es necesario entender que la Arquitectura va expresando el carácter de la sociedad de la época. Ya no se construyen catedrales, se construye la sede de un banco. Es importante entenderlo para comprender dónde estamos. Sólo desde ahí podremos decidir a dónde queremos ir. 

-¿Cómo se imagina la Granada del futuro? 

-La imagino llena de bicicletas, tranvías y felices personas a pie, pudiendo conversar sin ruidos ni humos. La imagino llena de tiendas y puestos de productos locales, de verdura y fruta de la Vega y de las distintas comarcas de esta riquísima provincia. La imagino con sus bellísimos edificios, muchos hoy abandonados, rehabilitados para nuestras actividades cotidianas. La imagino autosuficiente en energía, con captación doméstica de tanto sol como tenemos; en agua, con sistemas adecuados de depuración; y en alimentos, pues la Vega da para eso y mucho más.

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