Lara sabe lo que es el desarraigo, ya que con solo 21 años ha saltado el charco unas cuantas veces
INMA SÁNCHEZ | GRANADA
Lara posa junto a su novio, Maxi, en la Costa granadina. :: INMA SÁNCHEZ |
De padre motrileño y madre Argentina, Lara Sabio sabe a la perfección lo que es el desarraigo. Aunque nació hace 21 años -porque tocó- en Barcelona, lleva desde siempre yendo y viniendo de España a Rosario, la tercera ciudad más poblada de Argentina, situada sobre el margen occidental del río Paraná. Procedente de una familia muy viajera, su progenitor emigró con sus padres a tierras argentinas cuando solo tenía diez años. Volvió años después a Andalucía y tras vivir un tiempo en España decidió retornar a Rosario, donde conoció y se casó con la madre de Lara. Sus dos hermanos viven actualmente en Frankfurt.
Tras sucesivas idas y vueltas, Lara volvió hace nueve meses con sus padres para instalarse en El Puntalón, pequeño municipio cerca de Motril, porque en Argentina «está todo complicado, se gana poco dinero» y no podía ahorrar para ponerse a estudiar, su principal objetivo. «Allí cuesta mucho ganar unos pesos, que se gastan con facilidad» debido a la inflación. Quiere estudiar para el día de mañana ser su propia jefa, y porque considera que las personas con titulación tienen más posibilidad de encontrar trabajo; aunque a ella nunca le ha faltado. Acaba de terminar un contrato en un restaurante de la Costa y se dispone a buscar otro antes de ponerse a estudiar.
Afirma sentirse diferente, sobre todo por su característico acento argentino «que no se me termina de ir». Aunque extrovertida y con mucha facilidad para contactar con gente nueva, está algo cansada de dejar atrás a personas para empezar una nueva vida. «El desarraigo te mata, pero también te ayuda a madurar y crecer porque cada vez que viajo conozco a nuevas personas, aunque dejo atrás a otras tantas», declara. Le gustaría estar asentada en un sitio, porque siente que está «perdiendo años de mi vida, aunque no tiempo, porque lo que vivo me enseña y me aporta experiencia».
Tantas idas y venidas están retrasando sus deseos de entrar en la Universidad. Lara quiere estudiar Psicología porque le interesa mucho la mente humana y conocer los secretos de la psique. «Se me da bien ayudar a la gente y dar consejos». Por eso no se ve haciendo otra cosa, ya que siempre ha tenido claro que se iba a dedicar a la Psicología. Así que planea irse a Baza para empezar Educación Infantil o mudarse a Granada para entrar en FP. Su objetivo es hacer un curso puente para poder matricularse lo antes posible en la facultad y centrarse en sus estudios.
No comprende que muchos de los jóvenes españoles que conoce no tengan interés por estudiar, sobre todo en un país en el que es más fácil. Dice que en Argentina, una nación empobrecida, es muy raro que se deje de estudiar en la Secundaria, «algo que en España pasa con frecuencia». Considera un «error» que los jóvenes dejen la escuela para trabajar en el campo. «No les importa meterse en un invernadero en lugar de aprender». Afirma ser muy extrovertida y adaptarse con facilidad a todo, a las personas y al lugar en el que esté. De hecho lleva tres meses en Calahonda y «siento que llevo toda mi vida». La última vez que estuvo en Rosario se vino con Maxi, su novio, que visita por primera vez España.
Considera que ambos países son dos mundos completamente distintos. Dice que allí la gente es más «humana, cálida y amigable». No obstante mantiene que en Calahonda le han recibido con los «brazos abiertos», pero que en Argentina son más espontáneos. Y destaca sobre todo el sentido de amistad que existe allí. «La gente acostumbra a reunirse en los parques a charlar y tomar mate», de una manera que aquí no ha percibido. Conocedora de la difícil situación económica de Argentina, piensa que la crisis española es «pasajera, porque España forma parte del Primer Mundo, a diferencia de Argentina que es Tercer Mundo», aclara. Dice que en Argentina «siempre ha sido así, con una moneda: el peso argentino, sin ningún valor». Una situación anómala que ha obligado a los ciudadanos a acostumbrarse a sobrevivir y donde la «calidad de vida es un lujo».
Por eso lamenta los «destrozos» que está haciendo Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la nación desde finales de 2007, «que no arregla nada, y unos políticos que roban», mantiene. Dice que allí la gente vive al día, que se consigue trabajo, pero que el coste de la vida es tan «excesivo que la última vez estuve allí no tuve ni un yogur en la nevera».
Confiesa que le encanta Andalucía, sus gentes, costumbres y plazas, ya que tiene una «riqueza que no tiene otro lugar». Adora el flamenco, la Alhambra, Granada y la Costa Tropical, que le parece una preciosidad.
Labrarse un futuro
Tiene muy claro lo importante que es estudiar para labrarse un futuro. Por eso se dedica a trabajar en verano, para poder centrarse en invierno en los estudios. Dentro de diez años se ve licenciada en Psicología, aunque no acierta a decir dónde, pero sí con descendencia. Está satisfecha con la educación que le han dado sus padres, por lo que quiere hacer lo mismo con sus hijos. «Me han explicado dónde está lo bueno y dónde lo malo y me han dejado elegir», subraya. Su novio está teniendo problemas para encontrar trabajo, ya que acaba de llegar de Argentina. Así que no sabe qué va a pasar y le preocupa, porque insiste en que tiene que ponerse a estudiar.
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