Más de 1.600 edificios de la capital no tienen ascensor todavía
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M. VICTORIA COBO | GRANADA
Una vecina de la capital sube la compra por las escaleras. :: R. L. PÉREZ
Vivir en un bloque de pisos sin ascensor es una fuente de anécdotas para un vecino joven, pero se convierte en una barrera insalvable para un ciudadano mayor, que se ve limitado para poder salir a la calle. En la capital granadina siguen quedando alrededor de 1.700 edificios sin uno de estos elevadores, concentrados sobre todo en el Zaidín (con 800 inmuebles) y Cartuja (640). En la Chana permanecen 59 bloques sin ascensor y en Casería de Montijo llegan a 160, según los datos ofrecidos en el pleno de junio por la corporación de la capital, que acordó por unanimidad solicitar que el Plan de Vivienda que prepara la Junta incluya ayudas para instalar estos elevadores.
Las últimas subvenciones se repartieron en 2007 y sirvieron para colocar 126 en toda la provincia. Sin embargo, el dinero no es el único problema para dotar de este sistema a un edificio. Aunque parezca extraño, el principal escollo es que resulta necesario un acuerdo de todos los vecinos de la comunidad de propietarios, un consenso difícil de alcanzar porque no todos los residentes tienen las mismas características. Eso es lo que les ocurrió a los vecinos de la calle Este, como explica Juan, residente de la primera planta. En su edificio ya han consultado y el ascensor solo podría parar en las entreplantas, por lo que todos los residentes tendrían que subir o bajar al menos medio tramo de escaleras para llegar a sus casas.
En otros casos, el bloque se construyó hace ya muchos años y el hueco de la escalera es insuficiente y tampoco pueden asumir el coste de un elevador por la cara externa del inmueble. Es el caso de la calle Luz Casanova, un complejo de casas de cuatro plantas habitadas por muchas personas mayores. Isabel Soto, de 79 años, es una de ellas. Tiene un hombro lesionado por lo que solo puede agarrarse a la barandilla con la mano derecha. También padece problemas en una rodilla, así que solo sale a la calle una vez a la semana. «Tengo ayuda de una auxiliar que viene a casa y ella me hace los 'mandaos'». La anciana afirma que ya se ha acostumbrado a salir poco y no echa de menos el aire libre. «Cuando nos mudamos aquí, no teníamos dificultades para subir a la tercera planta, con treinta años no es un problema», afirma la mujer.
Rita Gómez, de 82 años, vive también en uno de esos cuarenta pisos sin ascensor y baja cada día las escaleras ayudada por un bastón. La anciana explica que solicitó asistencia a domicilio en 2011, y dos años después le han concedido seis meses de prestación, que todavía no ha comenzado a recibir. Pero la suma de sus 'achaques' y las escaleras, suponen que Rita pase un auténtico calvario cada vez que tiene que salir de casa. Y ella se empeña porque tiene que caminar cada día para mantenerse en forma. «Cuando compro algo voy subiendo la bolsa escalón a escalón, porque me veo obligada a ir agarrándome a la barandilla. Tardo una hora en alcanzar mi casa», se lamenta la mujer.
Como Rita, Francisca Bonal y Matilde Morales también sufren los escollos de tener que subir y bajar por las escaleras para salir a la calle. Una se ve mermada por sus problemas de movilidad y la otra porque se hace cargo de sus nietos y el más pequeño aún va en carrito.
En toda zona norte, donde ya Cartuja cuenta con 640 edificios sin ascensor, solo una comunidad de propietarios logró ponerse de acuerdo para instalar un elevador en el último programa de ayudas de la Junta. El resto no obtuvo el consenso para aprovechar esas subvenciones.
Para los más jóvenes, vivir dependiendo de unas escaleras también puede acarrear problemas. Encarni Torres, que mora en La Chana, está acostumbrada a tirar de las bolsas de la compra para llegar al tercero. Esa tarea la llegó a combinar con un carro de bebé, toda una proeza. Lo que no se esperaba fue la contestación que le dio el butanero cuando le pidió dos bombonas. «Me dijo que me apañara con una, que no iba a subir dos veces la escalera», comenta entre risas. Tampoco quieren llevarle a casa los paquetes los repartidores de empresas de mensajería, ni las cartas certificadas. «Hasta me encontré con una empresa de mudanzas que no quiso subirme las cosas al tercer piso. Las trajeron desde Extremadura y querían dejarlas en el portal», dice recordando aquel episodio con una sonrisa.
El asunto ha llegado a ser objeto de denuncia por parte de la oficina del Defensor del Ciudadano, que elaboró un informe en el que apuntaba que la mitad de los edificios de tres o más plantas de Andalucía no tenían elevador. José Chamizo, que ostentaba el cargo entonces, contactó con 36 municipios granadinos para conocer qué estaban haciendo para favorecer la instalación de estos sistemas, ya que en algunos casos había que ser flexibles con las normas urbanísticas para permitir estos ascensores en patios interiores o incluso en el exterior. La mayoría de los ayuntamientos se mostró dispuesto a colaborar.
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