Los 121 pequeños entre 9 y 12 años que pasan el verano en la provincia se marcharon ayer a su hogar
ÁNGELA R. BONACHERA GRANADA
Las familias despidieron ayer a los que han sido sus niños durante dos meses. Menores saharauis que llegaron a Granada gracias al programa Vacaciones en Paz y que ayer acabaron su estancia en la provincia.
Los niños corrían de un lugar a otro dentro del pabellón cubierto de la Ciudad Deportiva de Armilla, reencontrándose con algunos de sus compañeros de campamento en el desierto del Sáhara mientras sus padres adoptivos contenían las lágrimas, sin saber si estar alegres o tristes. "Los que nos quedamos hechos polvo somos nosotros, ellos son niños", comenta una de las mamás, Carmen Mora, quien lleva desde 2009 acogiendo a la misma menor. Este año además ha tenido a otro pequeño más. Es el momento de despedirse y hacerse la última foto del verano... hasta el año que viene.
Los 121 niños que llegaron a finales de junio a pasar el verano en la provincia ya se han ido, con las mochilas cargadas de ropa, material escolar, e ilusión. Ayer se despidieron de sus familias en un pequeño acto en la Ciudad Deportiva de la Diputación en Armilla. Allí asistieron la diputada de Familia y Bienestar Social, Marta Nievas, y el diputado de Deportes, Francisco Rodríguez, quienes dieron a cada uno una pequeña mochila con material escolar cedido por la Obra Social de La Caixa.
Nievas dio especial importancia al hecho de que estos niños hayan disfrutado "estos dos meses en la provincia, porque hay familias muy comprometidas con su realidad que los acogen durante el verano".
El número de familias, sin embargo, ha descendido con la crisis económica. Tal y como cuenta Maribel Yáñez, de la directiva de la asociación de amigos del Sáhara, antes de la crisis traían más de 350 niños, y este año se han quedado en 121. Eso sí, el número se ha mantenido en relación al año pasado. "Nuestro objetivo es que, si no sube, al menos podamos mantenernos igual el verano que viene", comentó Yáñez.
Como bien recuerdan varios de estos 'padres', no se trata de caridad, "sino de solidaridad" por estos niños que viven todo el año en un desierto, "el lugar más inhóspito de la tierra", contaba uno de ellos, que no paraba de recordar lo educados que son todos los niños. "Van a la escuela, saben idiomas y son muy cultos", afirmaba convencido. De hecho, su 'hija' sabía español, inglés, francés, italiano y árabe.
Aún así, esto no ha impedido que los niños se sorprendan con esos elementos cotidianos que aquí son básicos, como un grifo de agua, unas escaleras o los interruptores de luz con los que, sobre todo al principio, no dejaban de jugar. Eso sí, tras estos 2 meses, los pequeños son ya unos expertos en el español y la vida en Granada, olvidando los miedos y la timidez de los primeros días.
Están contentos, deseosos de volver a casa y contarles a sus familiares todo lo que han visto y vivido. "El mío decía que se mareaba de ver montañas", comentaba Carmen Mora. Junto a ella, Mariola Amaro (quien ha acogido este año por primera vez) decía que los niños "dan mucho más de lo que nosotros les damos". De hecho, piensa repetir el verano que viene, a poder ser con el mismo niño. Además, esta 'madre primeriza' se unirá al proyecto que tiene la asociación para ir a visitarlos en diciembre o febrero.
Todos han venido a la provincia gracias a la asociación de Amigos del Sáhara, quienes organizan cada año el programa Vacaciones en Paz, con subvención de la Diputación de Granada. Nievas recordó que la institución "en un momento económico complicado, ha hecho un esfuerzo para mantener este programa con la subvención a la asociación". El delegado de Deportes afirmó que para la institución "es un placer acoger la despedida a estos chavales". De hecho, contó que muchos de los niños estaban ilusionados y preguntaban si ahí -en la Ciudad Deportiva- era donde entrenaba el equipo de fútbol del Granada, "para ellos es una suerte poder visitar el campo de fútbol donde entrena uno de los equipos de sus sueños". Con esos sueños vuelven a sus hogares, donde sus padres biológicos les esperan. Se llevan recuerdos, regalos, libros, ropa... y, lo más importante, una familia con la que han vivido experiencias únicas.
Los niños corrían de un lugar a otro dentro del pabellón cubierto de la Ciudad Deportiva de Armilla, reencontrándose con algunos de sus compañeros de campamento en el desierto del Sáhara mientras sus padres adoptivos contenían las lágrimas, sin saber si estar alegres o tristes. "Los que nos quedamos hechos polvo somos nosotros, ellos son niños", comenta una de las mamás, Carmen Mora, quien lleva desde 2009 acogiendo a la misma menor. Este año además ha tenido a otro pequeño más. Es el momento de despedirse y hacerse la última foto del verano... hasta el año que viene.
Los 121 niños que llegaron a finales de junio a pasar el verano en la provincia ya se han ido, con las mochilas cargadas de ropa, material escolar, e ilusión. Ayer se despidieron de sus familias en un pequeño acto en la Ciudad Deportiva de la Diputación en Armilla. Allí asistieron la diputada de Familia y Bienestar Social, Marta Nievas, y el diputado de Deportes, Francisco Rodríguez, quienes dieron a cada uno una pequeña mochila con material escolar cedido por la Obra Social de La Caixa.
Nievas dio especial importancia al hecho de que estos niños hayan disfrutado "estos dos meses en la provincia, porque hay familias muy comprometidas con su realidad que los acogen durante el verano".
El número de familias, sin embargo, ha descendido con la crisis económica. Tal y como cuenta Maribel Yáñez, de la directiva de la asociación de amigos del Sáhara, antes de la crisis traían más de 350 niños, y este año se han quedado en 121. Eso sí, el número se ha mantenido en relación al año pasado. "Nuestro objetivo es que, si no sube, al menos podamos mantenernos igual el verano que viene", comentó Yáñez.
Como bien recuerdan varios de estos 'padres', no se trata de caridad, "sino de solidaridad" por estos niños que viven todo el año en un desierto, "el lugar más inhóspito de la tierra", contaba uno de ellos, que no paraba de recordar lo educados que son todos los niños. "Van a la escuela, saben idiomas y son muy cultos", afirmaba convencido. De hecho, su 'hija' sabía español, inglés, francés, italiano y árabe.
Aún así, esto no ha impedido que los niños se sorprendan con esos elementos cotidianos que aquí son básicos, como un grifo de agua, unas escaleras o los interruptores de luz con los que, sobre todo al principio, no dejaban de jugar. Eso sí, tras estos 2 meses, los pequeños son ya unos expertos en el español y la vida en Granada, olvidando los miedos y la timidez de los primeros días.
Están contentos, deseosos de volver a casa y contarles a sus familiares todo lo que han visto y vivido. "El mío decía que se mareaba de ver montañas", comentaba Carmen Mora. Junto a ella, Mariola Amaro (quien ha acogido este año por primera vez) decía que los niños "dan mucho más de lo que nosotros les damos". De hecho, piensa repetir el verano que viene, a poder ser con el mismo niño. Además, esta 'madre primeriza' se unirá al proyecto que tiene la asociación para ir a visitarlos en diciembre o febrero.
Todos han venido a la provincia gracias a la asociación de Amigos del Sáhara, quienes organizan cada año el programa Vacaciones en Paz, con subvención de la Diputación de Granada. Nievas recordó que la institución "en un momento económico complicado, ha hecho un esfuerzo para mantener este programa con la subvención a la asociación". El delegado de Deportes afirmó que para la institución "es un placer acoger la despedida a estos chavales". De hecho, contó que muchos de los niños estaban ilusionados y preguntaban si ahí -en la Ciudad Deportiva- era donde entrenaba el equipo de fútbol del Granada, "para ellos es una suerte poder visitar el campo de fútbol donde entrena uno de los equipos de sus sueños". Con esos sueños vuelven a sus hogares, donde sus padres biológicos les esperan. Se llevan recuerdos, regalos, libros, ropa... y, lo más importante, una familia con la que han vivido experiencias únicas.
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