La veterana actriz, a sus 87 años, visita Almuñécar para recoger el premio de su Festival de Cortos
ROSA FERNÁNDEZ MOTRIL |
Asunción Balaguer es de esas personas que uno quisiera besar una y otra vez y la Costa ha tenido la suerte de contar con su presencia, pues el FICA (Festival Internacional de Cortos de Almuñécar) le hizo ayer un homenaje. Supo siempre que quería ser actriz, sin embargo, pasó 50 años de su vida siendo la mujer de Paco Rabal, algo por lo que se la sigue recordando, a pesar de interpretar incontables obras y de contar en su haber con premios como el Max a la mejor actriz española de reparto. Su secreto a sus 87 años: No poder vivir sin una pasión que la mueva.
-Usted empezó su carrera artística en Granada. ¿No es cierto?
-Efectivamente. En el Corpus, con el director y productor José Tamayo, que entonces estaban en el TEU (Teatro Español Universitario). Hicimos El sueño de una noche de verano en el Palacio de Carlos V. Tamayo se rodeaba de gente muy interesante. Gracias a él tengo todo lo que tengo. Era un gran amigo y un gran empresario, inteligentísimo. Me da rabia que no se le recuerde más. Era un talento. Hizo obras atrevidas para aquellas épocas de la dictadura.
-Entonces guardará muchos recuerdos de aquí…
-Tengo recuerdos maravillosos. Yo tendría entonces 18 o 19 año, éramos jóvenes todos … En Almuñécar y en Motril también trabajé hace muchos años, con Tamayo. Lo que pasa es que eran otros tiempos, se trabajaba mucho y apenas olíamos las ciudades. Comíamos, dormíamos, y nos marchábamos. Tan sólo recuerdo las quisquillas de Motril.
-Dice que en aquel entonces eran jóvenes, pero parece instalada en una eterna juventud …
-Yo tengo 87 años y voy para 88. Pero, bueno, tengo ilusión. A mí Paco siempre me decía: Tú es que siempre tienes ilusión. Yo he sido siempre valiente. La vida hay que vivirla con pasión y el que está aburrido no sabe lo que se pierde. Hay momentos en la vida que no te los esperas y los tienes que disfrutar: una conversación, un concierto, conocer gente importante, ver, leer. Esto me llena la vida y me satisface.
-¿Su secreto es estar activa?
-¡Ay! Yo sí, lo recomiendo a todo el mundo. No soy de esas personas que se sientan en el sofá y dicen: tráeme esto, tráeme lo otro… Yo soy autosuficiente.
-Ahora mismo su pasión es la interpretación, ¿no?
-Sí, es ya lo único que me queda. Mientras me sienta capaz seguiré, porque me ilusiona interpretar a personajes distintos. Me gusta mucho. Es que Tamayo nos enseñó muy bien. Yo era joven y ya entonces hacía de viejas. Ahí teníamos que trabajar todos. Hacíamos obras muy interesantes, como María Estuardo.
-Cuesta comprender cómo con esa pasión tan fuerte por la interpretación la sacrificara durante una etapa de su vida.
-Es que había una pasión más fuerte, así que una pasión se comió a la otra. Entonces Paco me necesitaba, porque viajaba mucho. Estábamos muy unidos en todas las cosas y, como habíamos sido compañeros, había mucha confianza el uno en el otro.
-¿En qué está ahora inmersa?
-Estoy ensayando ahora una obra que se llama "La mala memoria", que trata sobre un tema duro, actual, que no sé si puedo adelantar … Somos cuatro actores y, entre ellos, está Liberto Rabal.
-¡Ah! Con que va a trabajar con su nieto...
-Sí, y me hace mucha ilusión, porque sé que el teatro es la madre de esta profesión. Y él está muy ilusionado.
-¿Habían coincidido antes?
-Tiempo atrás, en unos recitales que hacía Paco y de verdad es que estaba muy bien, porque la poesía ayuda mucho para la interpretación y se movía bien en el escenario. Los cuatro personajes de esta obra son cada cual distintos e importantes.
-¿Con qué se queda: el teatro, la TV o el cine?
-A mí me gusta mucho el teatro porque me siento más libre, pero la televisión también. El cine, en cambio, tienes que esperar mucho para trabajar un poquito. Antes, en el cine te encasillaban más: mira para acá, ahora das un paso... Ahora te dejan hacer más.
-Consejos para las personas que están empezando en la profesión.
-Primero, que les guste mucho y que estén dispuestos a todo. Es un arte al que tienes que entregarte por completo. Ser sincero. Tiene que interpretar su personaje, creérselo y si se lo cree, entonces el público se lo cree.
-¿Qué pensó cuando le comunicaron que le iban a hacer un homenaje, aquí, en Almuñécar en el Festival de Cortos?
-Pues yo, en principio, les dije que estoy muy mayor y que me canso con los viajes, pero me lo han puesto tan fácil que aquí estoy. Y llevo una temporada con muchos premios, entrevistas, homenajes …
-A pesar de que tiene un currículum y un palmarés impresionante, ¿qué le parece que muchos la reconozcan como la viuda de Paco Rabal?
-A mí los premios que le daban a él me hacían sentirme más orgullosa que los que me dan a mí. Yo creo que los premios y homenajes me vienen más bien por el cariño que me tiene el público e influye que soy mayor y que sigo ahí, pero los agradezco muchísimo y me hacen mucha ilusión. Cuando te gusta hacer un trabajo lo disfrutas y si sale bien, pues fantástico.
-Su vida está llena de pasiones, una de ellas es viajar.
-Me gusta ahora llevarme a mis nietos, para que conozcan otros mundos, porque ahora los padres no les enseñan, no se los llevan de viaje, y Paco sí se los llevaba, hasta a las discotecas. Viajar les crea un sentido más libre de la vida.
-Usted empezó su carrera artística en Granada. ¿No es cierto?
-Efectivamente. En el Corpus, con el director y productor José Tamayo, que entonces estaban en el TEU (Teatro Español Universitario). Hicimos El sueño de una noche de verano en el Palacio de Carlos V. Tamayo se rodeaba de gente muy interesante. Gracias a él tengo todo lo que tengo. Era un gran amigo y un gran empresario, inteligentísimo. Me da rabia que no se le recuerde más. Era un talento. Hizo obras atrevidas para aquellas épocas de la dictadura.
-Entonces guardará muchos recuerdos de aquí…
-Tengo recuerdos maravillosos. Yo tendría entonces 18 o 19 año, éramos jóvenes todos … En Almuñécar y en Motril también trabajé hace muchos años, con Tamayo. Lo que pasa es que eran otros tiempos, se trabajaba mucho y apenas olíamos las ciudades. Comíamos, dormíamos, y nos marchábamos. Tan sólo recuerdo las quisquillas de Motril.
-Dice que en aquel entonces eran jóvenes, pero parece instalada en una eterna juventud …
-Yo tengo 87 años y voy para 88. Pero, bueno, tengo ilusión. A mí Paco siempre me decía: Tú es que siempre tienes ilusión. Yo he sido siempre valiente. La vida hay que vivirla con pasión y el que está aburrido no sabe lo que se pierde. Hay momentos en la vida que no te los esperas y los tienes que disfrutar: una conversación, un concierto, conocer gente importante, ver, leer. Esto me llena la vida y me satisface.
-¿Su secreto es estar activa?
-¡Ay! Yo sí, lo recomiendo a todo el mundo. No soy de esas personas que se sientan en el sofá y dicen: tráeme esto, tráeme lo otro… Yo soy autosuficiente.
-Ahora mismo su pasión es la interpretación, ¿no?
-Sí, es ya lo único que me queda. Mientras me sienta capaz seguiré, porque me ilusiona interpretar a personajes distintos. Me gusta mucho. Es que Tamayo nos enseñó muy bien. Yo era joven y ya entonces hacía de viejas. Ahí teníamos que trabajar todos. Hacíamos obras muy interesantes, como María Estuardo.
-Cuesta comprender cómo con esa pasión tan fuerte por la interpretación la sacrificara durante una etapa de su vida.
-Es que había una pasión más fuerte, así que una pasión se comió a la otra. Entonces Paco me necesitaba, porque viajaba mucho. Estábamos muy unidos en todas las cosas y, como habíamos sido compañeros, había mucha confianza el uno en el otro.
-¿En qué está ahora inmersa?
-Estoy ensayando ahora una obra que se llama "La mala memoria", que trata sobre un tema duro, actual, que no sé si puedo adelantar … Somos cuatro actores y, entre ellos, está Liberto Rabal.
-¡Ah! Con que va a trabajar con su nieto...
-Sí, y me hace mucha ilusión, porque sé que el teatro es la madre de esta profesión. Y él está muy ilusionado.
-¿Habían coincidido antes?
-Tiempo atrás, en unos recitales que hacía Paco y de verdad es que estaba muy bien, porque la poesía ayuda mucho para la interpretación y se movía bien en el escenario. Los cuatro personajes de esta obra son cada cual distintos e importantes.
-¿Con qué se queda: el teatro, la TV o el cine?
-A mí me gusta mucho el teatro porque me siento más libre, pero la televisión también. El cine, en cambio, tienes que esperar mucho para trabajar un poquito. Antes, en el cine te encasillaban más: mira para acá, ahora das un paso... Ahora te dejan hacer más.
-Consejos para las personas que están empezando en la profesión.
-Primero, que les guste mucho y que estén dispuestos a todo. Es un arte al que tienes que entregarte por completo. Ser sincero. Tiene que interpretar su personaje, creérselo y si se lo cree, entonces el público se lo cree.
-¿Qué pensó cuando le comunicaron que le iban a hacer un homenaje, aquí, en Almuñécar en el Festival de Cortos?
-Pues yo, en principio, les dije que estoy muy mayor y que me canso con los viajes, pero me lo han puesto tan fácil que aquí estoy. Y llevo una temporada con muchos premios, entrevistas, homenajes …
-A pesar de que tiene un currículum y un palmarés impresionante, ¿qué le parece que muchos la reconozcan como la viuda de Paco Rabal?
-A mí los premios que le daban a él me hacían sentirme más orgullosa que los que me dan a mí. Yo creo que los premios y homenajes me vienen más bien por el cariño que me tiene el público e influye que soy mayor y que sigo ahí, pero los agradezco muchísimo y me hacen mucha ilusión. Cuando te gusta hacer un trabajo lo disfrutas y si sale bien, pues fantástico.
-Su vida está llena de pasiones, una de ellas es viajar.
-Me gusta ahora llevarme a mis nietos, para que conozcan otros mundos, porque ahora los padres no les enseñan, no se los llevan de viaje, y Paco sí se los llevaba, hasta a las discotecas. Viajar les crea un sentido más libre de la vida.
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