Tras diez años en Granada se acaban de quedar en trabajo. No quieren ni pensar en la posibilidad de tener que regresar a Rumanía, donde las cosas están «difíciles» y apenas les quedan familiares.
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INMA SÁNCHEZ | GRANADA
Marion con Denis y Beatriz, sus dos niños en su casa de La Zubia. :: I. SÁNCHEZ
Marion y Sabina son una joven pareja de Rumanía con dos niños pequeños. Llevan casi diez años en España y se acaban de quedar sin trabajo. Un tema que los tiene preocupados porque adoran Granada y llevan diez meses alquilados en un piso de La Zubia con opción a compra. Todo era perfecto, viviendo cerca de Cumbres Verdes, con su niño mayor escolarizado. No se quieren imaginar tener que dejar esta ciudad por la falta de empleo.
Marion Sirhan Espurescu y su esposa Sabina Espurescu no tienen ninguna intención de irse de España. Denis es su hijo mayor, tiene nueve años y llegó a este país siendo un bebé. Beatriz, de solo 14, meses nació en Granada. Tiene como su hermano una sonrisa espléndida y unos ojos chispeantes con los que se come el mundo. Marion y Sabina vinieron a España buscando una vida mejor y la encontraron. La madre y el hermano de Sabina habían emigrado y animaron a la joven pareja a buscar fortuna en este país. Todo iba a la perfección, los dos tenían un empleo y el niño mayor estaba estudiando. Pero la crisis ha derrumbado las ilusiones de esta familia, que lleva tres meses buscando un trabajo para poder salir adelante.
Confían en que las cosas se solucionen pronto porque no contemplan volver a su tierra. «Allí las cosas están más difíciles» y apenas les quedan familiares. Son oriundos de Braila, capital del distrito del mismo nombre con puerto junto al río Danubio, una importante arteria económica de Rumanía. La ciudad está ubicada en el Noroeste de la región de Valaquia, en el Este del país. Está llena de lagos naturales y artificiales dedicados al regadío y a la piscicultura, lo que ha convertido a Braila en un importante centro agrícola e industrial.
En 2004 llegó Marion a Granada y al mes ya tenía trabajo. En su tierra había estado ocho años como conductor del transporte público y su esposa estaba empleada en una fábrica de confección. Pero cobraban un sueldo muy bajo después de estar doce y catorce horas trabajando. Así que decidieron dar el salto. Primero vino él y después ella con el niño. Comenzó a trabajar de peón de obra y ella como limpiadora y de interna de fin de semana cuidando a una señora mayor.
Las cosas iban bien. Al principio vivían en el Centro de Granada, en la calle Alhóndiga, después se trasladaron a San Isidro y a Almanjáyar y ahora viven en La Zubia en un piso de alquiler con opción a compra. Marion ha ido enlazando trabajos: portero en un pub, montador de tarimas flotantes, mudanzas con un camión que acaba de vender porque no le salía rentable. Está pendiente de sus contactos y no descarta la posibilidad de buscar un empleo en Irlanda o cualquier otro país europeo. Cualquier opción es válida. Aunque no quieren abandonar Granada son conscientes de que «hay que trabajar para sacar a la familia adelante» porque sus niños son lo primero. Denis habla perfectamente castellano y le va bien en el colegio, una circunstancia de peso y una de las razones por la que no quieren dejar esta ciudad. «Hay que pensar en el futuro de los niños, todo lo que hacemos es por ellos. Si fuera por nosotros ya nos habríamos ido», confiesan.
Afirma que le gusta Granada y que quiere que sus hijos crezcan y se eduquen en esta tierra. «No cambiamos esta ciudad por nada. Aquí la gente es más cálida que en el Norte de España». Un aspecto que valoran mucho. Marion ha recorrido casi todo el país trabajado de camionero. Y reconoce que como Andalucía no hay nada. «Aquí la gente es más amable y más cálida y la vida no está tan cara como en el Norte. Con trabajo en Andalucía se vive mejor», reconoce. Pero últimamente todos son contratiempos. Quiere sacarse el CAP (Certificado para conductores profesionales de mercancías y pasajeros) para trabajar de taxista o de conductor de autobuses. Pero cada vez que algo parece que va a salir, termina por torcerse. No obstante, mantienen viva una pequeña esperanza y que llegue la fortuna en forma de trabajo, «aunque sea para uno de los dos», de manera que puedan sacar adelante a su joven familia.
El mejor fútbol del mundo
Dice que tenía mucha información de España antes de llegar. Sabía de los toros, de las «bonitas» playas españolas y del fútbol, que le apasiona. «Aquí se juega el mejor fútbol del mundo», sostiene. Piensa que la corrupción de España no tiene nada que ver con la de países como el suyo. Donde ponen la mano para todo. Para que te atienda el médico, para pasar la aduana, para cualquier trámite o papel; siempre hay alguien que te pide dinero por hacer simplemente su trabajo. Y donde solo pueden ir a la universidad los hijos de las familias pudientes. Un panorama difícil que hace que valoren aún más la «buena calidad de vida» que se disfruta España. Un buen nivel de vida, afirma Sabina, que relata los cuidados recibidos en el parto y durante el embarazo de su pequeña Beatriz. «Nada que ver con la atención que recibí en mi tierra. No hay comparación», explica.
Valoran también la educación y la compresión de los españoles. «La gente en España es más amable que en Rumanía», mantienen. Están contentos en La Zubia, «un pueblo bonito» en el que se sienten apoyados. Pero insisten en que lo que necesitan es un trabajo, «para organizarme la vida», afirma Sabina. «Porque una ayuda, aunque es válida, te sirve para salir adelante unos meses, pero con trabajo ya podemos volver a vivir tranquilos».
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