Los lepidópteros encuentran en Sierra Nevada un lugar idóneo para subsistir, sin embargo, diversos factores hacen que Europa haya perdido la mitad de sus especies
ALBA MARTÍN GRANADA Sierra Nevada puede considerarse uno de los paraísos mundiales de la biodiversidad, pese a que los primeros indicios del cambio climático empiezan ya a hacerse notar en cada uno de los rincones del sistema montañoso. Con todo, mientras que entre sus árboles y matorrales aún retozan cientos de especies de frágiles mariposas, Europa los pierde año a año.
La desaparición de los lepidópteros en ambientes abiertos en el viejo continente empieza a ser alarmante. Así lo ha confirmado un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente, en el que se ha evaluado la pérdida de 17 especies presentes en toda Europa en sólo veinte años. Sin embargo, este declive pierde fuelle en el macizo granadino. La doble caída de estos insectos, tanto en disminución de especies como en reducción de poblaciones, se mitiga en la heterogénea Sierra Nevada.
El abandono de las prácticas agrícolas y ganaderas tradicionales es la principal causa de que Europa haya perdido el 50% de sus mariposas en las dos últimas décadas. A esto ha de sumarse el abandono de prados y la intensificación del uso de fertilizantes y pesticidas en los campos de toda Europa. Todo ello comporta un grave riego para la vida de las mariposas, altamente vulnerables a los productos químicos.
El grupo de especies de Sierra Nevada encuentra protección en la alta montaña. Han sido capaces de adaptarse a un entorno tan árido como hermoso. La extensión del conjunto montañoso es una de las ventajas que singulariza al macizo montañoso de otros entornos de superficie más limitada, pues permite ordenar la biodiversidad a lo largo del territorio. "La gradiente de protección va desde las cotas más altas hasta las zonas de vegas", argumenta Ignacio Henares, conservador del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada.
Las características climáticas y orográficas de las montañas sirven de barrera a las técnicas agrícolas, principales causantes de la merma de poblaciones de mariposas en cotas bajas.
A esto se suma la protección jurídica con la que cuenta el Parque Natural de Sierra Nevada en más de la mitad de su extensión, así como las acciones de abandono rural y las medidas de apoyo a la ganadería extensiva tradicional con las que cuenta la cumbre granadina.
"Una buena gestión de la agricultura y ganadería tradicionales y un adecuado uso público y turístico permitirán frenar el impacto y asegurar el mantenimiento de la enorme biodiversidad de especies de distinto origen biogeográfico", indica Henares. Las labores de restauración de los ecosistemas de pinares y robledales que se están llevando a cabo en Sierra Nevada también ayudan a hacer de este entorno un paraje idílico para los insectos lepidópteros. Entre sus robledales, encinares, borreguiles y florecillas se concentra el 60% de las especies que existen en toda España. Es también particularmente rica y diversa en el contexto europeo, pues cuenta con un 50% de las que pueden hallarse en el continente. En total, 121 especies que, aunque no están desapareciendo, empiezan a dar señales ante los investigadores -el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada y los biólogos de la Universidad de Granada- de que la tierra se calienta paulatinamente y en consecuencia, las mariposas empiezan a "tocar techo".
Las poblaciones de lepidópteros que habitan en Sierra Nevada están adaptadas a su medio Dependen del frío, incluso de una abultada cubierta de nieve durante buena parte del año, según describen los científicos. Pero si el invierno es cálido, sus poblaciones se resienten, y alzan el vuelo hacia las zonas más altas. Este efecto, observado por los biólogos en los últimos años, es un indicio de que las mariposas suben en busca de unas condiciones climáticas idóneas que les permitan completar su ciclo vital. Esta aparente predisposición repercute directamente en la evolución de las mismas, pues su hábitat se reduce a medida que éstas se concentran en los picos de las montañas, hasta que la imposibilidad de seguir "escalando" ocasione su desaparición. "Esta es la hipótesis general que hemos observado en Sierra Nevada, las especies son capaces de subir aunque las condiciones sean más benignas, pero serán necesarias un par de temporadas más para confirmar la tendencia al ascenso de las cumbres montañosa", adelanta Ignacio Henares.
El pasado invierno fue peculiar, y esto se ha dejado ver en el crecimiento de las mariposas diurnas. La cantidad de nieve que ha acumulado Sierra Nevada ha retrasado la primavera y ha ocasionado que tanto fauna como flora hayan tardado en madurar. En concreto, el desarrollo de mariposas se ha retrasado en un periodo relativamente largo, unos quince días, según confirma Henares.
Este retraso general de la fenología de vuelo está motivada directamente por la "migración" de este insecto, según indica el último estudio de Seguimiento de los efectos de Cambio Global en Sierra Nevada. Se produce un atraso conforme ascienden en altitud y un adelanto de vuelo de en ambientes más mediterráneos. Ello repercute en una descoordinación con respecto a la floración, su fuente de alimento, pues el vuelo ha de producirse antes de que finalice el verano.
Aunque aún es pronto para determinar las causas de este comportamiento, lo cierto es que Sierra Nevada se presenta actualmente como un edén para las poblaciones de mariposas, aunque la imparable acción del cambio climático probablemente no haga de las montañas un lugar lo suficientemente recio como para garantizar su subsistencia.
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