Mohammed se enamoró hace 10 años de Ángela en la Puebla de Don Fadrique | Iba camino de Alemania desde Argelia y decidió quedarse en Puebla de don Fadrique, donde encontró a su esposa, se casó y ahora tiene dos hijos. Aunque está en el paro espera encontrar empleo en el campo
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JOSÉ UTRERA | BAZA
Con su familia, en el paseo de las Santas de Puebla de Don Fadrique. :: J. UTRERA
Mohammed Benadallah tenía 28 años cuando dejo Argelia, donde trabajaba en una fábrica de zapatos, porque quería ir a Europa con destino Francia, donde vive una tía, pero se le torcieron los planes por un problema familiar ajeno a él. Llego a Ceuta procedente de Marruecos, pasó a Málaga, trabajó en Almería y después se trasladó a Murcia. Allí conoció a dos amigos que le invitaron a irse con ellos a la Puebla de Don Fadrique para compartir vivienda y trabajar en un taller de confección.
Mohammed, que estaba soltero, se enamoró de una compañera de trabajo, Ángela Fernández, y durante un tiempo, casi dos años, mantuvieron su amor en secreto, viéndose a escondidas. «Había mucha desconfianza y desconocimiento. A mi mujer le decían que tuviera cuidado que un día cualquiera me largaba a mi país y no regresaba. A los dos años fui dos semanas de vacaciones a Argelia y regresé».
Los comentarios continuaron y cuando decidieron casarse, «a mi mujer le volvieron a calentar la cabeza; que si se tenía que quedar en casa y muchos otros estereotipos que hoy han desaparecido».
Mohammed y Ángela son un matrimonio más, con dos hijos: Mariam que tiene ahora tiene siete años de edad, e Ismael, con solo 7 meses. Mohammed es musulmán y sigue muchos preceptos de su religión, pero se considera un musulmán normal, nada extremista; su esposa trabaja actualmente en un taller de empleo y él lleva ocho meses parado, porque en su antiguo trabajo las cosas han cambiado con la crisis.
Estos días, Mohammed que acaba de comenzar el Ramadán, suele acudir a la mezquita que hay a pocos kilómetros de la Puebla, en la Alquería de los Rosales, una de las mayores y más importantes de Andalucía, que a su vez es Facultad de Estudios Andalusíes. Aunque reconoce que el «asunto religioso» se lo toma a su manera; lo más importante son sus hijos y su mujer. Por cierto que a su hija es una apasionada de las Santas Patronas de la Puebla, Alodía y Nunilón.
La visita de su madre
La alegría que Mohammed tiene estos días de debe a dos cuestiones diferentes: por un lado le han prometido un trabajo en la empresa Campo de la Puebla para dentro de pocos días. Y por otra parte está deseando recibir la visita de su madre, que por primera vez va a viajar de Argelia a la Puebla. El motivo es conocer a su nieto Ismael, que por su corta edad no es conveniente que viaje, y más a un país con altas temperaturas que le podrían afectar.
La intención de Mohammed Benadallah es no moverse de la Puebla, pues se considera ya un poblato, casado con una poblata y con dos hijos poblatos. «Si no encontramos trabajo habría que pensar en salir a buscarlo fuera, porque tengo que pensar en mi mujer y mis hijos», reconoce, no obstante, Mohammed.
Y es que el trabajo en la Puebla esta difícil, pero no tanto como en otras zonas, al menos en esta época del año. Hay grandes extensiones de cultivos de empresarios locales y de Murcia y Almería que traen la mano de obra de fuera. Antes nadie quería trabajar la tierra y los empresarios se vieron en la necesidad de ir a otros países a buscar a trabajadores que les recolecten las cosechas. Algunos españoles trabajaban, pero cuando juntaban las peonadas para poder cobrar el subsidió agrario dejaban al jefe colgado con el brócoli y la alcachofas sin recolectar. «Ahora, y debido a la crisis, españoles y extranjeros buscan trabajo por lo campos, porque no hay otra salida. Los empresarios locales también están contratando más mano de obra de la Puebla y de Huéscar», concluye este poblato de origen argelino.
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