La excavación del molino hallado en Mondragones sigue de forma paralela a la obra del aparcamiento subterráneo
M. VICTORIA COBO | GRANADA
En la excavación trabaja un equipo de veinte personas. :: RAMÓN L. PÉREZ
La villa romana de Mondragones, que apareció casualmente al comenzar las obras de un aparcamiento subterráneo, está despertando del sueño en el que llevaba sumido unos quince siglos. Un equipo de veinte personas sigue con la excavación para conocer los detalles de ese pedazo de la historia de la ciudad, que estaba enterrado. En el complejo han aparecido un molino, una zona residencial y un área de trabajo agrícola, restos cuya procedencia se extiende entre los siglos I a VII después de Cristo, por lo que permite estudiar la época romana y visigoda, que aún no están muy documentadas en el caso granadino. Actualmente, ya se han retirado los fabulosos mosaicos que han sido la imagen más representativa de esta excavación y que dan idea de la importancia que llegó a tener la villa. Se han desmontado para almacenarlos mientras concluyen los trabajos del aparcamiento subterráneo y se define el proyecto expositivo.
«Al ser una parcela de grandes dimensiones ha permitido por primera vez en Granada excavar un yacimiento de estas características en extensión, lo que supone un hito importante para conocer cómo era el entorno de Granada en época romana», apunta Ángel Rodríguez, el arqueólogo que dirige los trabajos. Recuerda el experto que estos restos se encuentran hoy en el casco urbano de la ciudad, pero en su momento estaban fuera del núcleo urbano.
«Se encontraban a las afueras de la ciudad de Iliberis, extramuros y asociado a la explotación agrícola de la Vega», apunta Rodríguez. De ese pasado agrícola hay restos importantes en lo hallado hasta el momento. «Uno de los elementos más singulares y monumentales son los restos de un gran molino de aceite, con todos sus elementos bien identificados: sala de prensado o trocularium, depósitos para almacenar y decantar el aceite, etcétera, que nos explican la importancia que tuvo en ese momento la producción de aceite».
El arqueólogo apunta a que esta producción de aceite debió ser la mayor fuente de ingresos y riqueza del propietario de la villa. La excavación de los restos de este molino se sigue desarrollando actualmente, mientras continúan los trabajos del aparcamiento subterráneo, cuyo proyecto hubo de modificarse para que no afectara a los restos hallados de forma casual, cuando comenzaron con el movimiento de tierras.
Seis siglos de vida
Además de este molino, que es el que mayor valor monumental tiene, aparecieron también los restos de la casa del propietario. Se trataba de una edificación construida en torno a un patio central. Algunas de las estancias tenían pavimentos de mosaicos de gran calidad.
«Otra de las singularidades del yacimiento es su dilatada ocupación en el tiempo ya que si sus orígenes se remontan al siglo I d. C., se mantiene ocupada con constantes remodelaciones hasta el siglo VI-VII d. C., es decir, en el periodo tardoantiguo y visigodo», apunta el arqueólogo. Destaca Rodríguez que debió incrementarse la presión demográfica en la villa «ya que las antiguas instalaciones agrícolas, de trabajo, se reconvierten en domésticas».
Además del molino y la residencia, los expertos han documentado un cementerio con unas 90 sepulturas, que se han retirado también para exponerlos más adelante. En estos enterramientos, como en otros de la época hallados en otros puntos de Andalucía, se ha comprobado que a los esqueletos les retiran las rótulas y se las colocan en otro lugar. «Es algún tipo de práctica religiosa que ya observamos en los enterramientos que aparecieron en Recogidas, y que se han documentado en necrópolis de Córdoba o Sevilla».
Dentro de la zona residencial han aparecido también los restos de un edificio ‘singular’ de planta cuadrada. «Solo se conserva la cimentación, sin nada de alzado, lo que dificulta su interpretación, pero por su planta y la presencia de enterramientos en su interior, podría ser un pequeño oratorio patrocinado por el ‘domus’ –propietario– de la villa que en época tardoantigua y visigoda originó un cementerio o necrópolis en su periferia», explica el arqueólogo Rodríguez.
Tesela a tesela
En el equipo de veinte personas que trabaja en la excavación de Mondragones hay antropólogos, especialistas en cerámica, botánica, en mosaicos y restauradores. Estos últimos han sido los encargados de extraer los mosaicos que se conservaban en buen estado.
El proceso seguido es minucioso para garantizar la conservación, sin que sufra daños en el camino, además de documentar exhaustivamente los suelos que han aparecido. El trabajo previo consistió en una fotogrametría, lo que significa obtener imágenes a tamaño real de los mosaicos. Posteriormente se consolidan los bordes para evitar que se pudieran perder teselas. Tras analizar el estado de conservación y el diseño del mosaico, se establece una planificación para cortar en piezas homogéneas, en función de la decoración, de forma que sea más sencillo reconstruirlo más adelante.
«Tras haber determinado como se va a cortar, se engasa toda la superficie y se practican los cortes diseñados», explica Rodríguez. Una vez cortadas, se introducen unas lanzas metálicas por debajo del mosaico, se tira de las gasas previamente colocadas arrancando la pieza, y se coloca sobre un panel para su restauración. Una vez que se traslada al laboratorio, allí se limpia y restaura y se reconstruye uniendo todas las piezas para que queden en el estado original.
El futuro de estos mosaicos es el de volver a ser expuestos para el público en general, aunque todavía no se ha definido completamente de qué forma se expondrán. El molino también se expondrá allí mismo, de forma vinculada al aparcamiento, que ha remodelado su proyecto para no ‘tocar’ esos restos.
Ángel Rodríguez, el arqueólogo contratado por la empresa que ejecuta las obras del aparcamiento, explica que todavía queda mucho por saber sobre esta villa romana. El molino todavía se está excavando, y según lo que aparezca, harán una propuesta de conservación y exposición.
Además de los restos de edificaciones, también han aparecido restos cerámicos de vajillas de uso diario y otras más refinadas, así como objetos metálicos, piezas talladas en hueso y un total de 26 monedas, encontradas en distintos estratos y que servirán para documentar mejor la historia asociada a esta villa.
Desde la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía recuerdan que el hallazgo fue casual y apuntan que el proyecto expositivo «se definirá por completo una vez finalizada la actividad y que está destinado a ofrecer una muestra de toda la zona y a exponer los más importantes, entre ellos los mosaicos».
Expuestos
En cuanto a los restos, «se conservarán ‘in situ’ de acuerdo con los informes técnicos, los suficientes para una lectura adecuada de la secuencia cronológica presente en el yacimiento, y aquellos que por su monumentalidad así se considere necesario, disponiéndose, asimismo, las medidas de difusión más adecuadas, a través del proyecto de musealización por parte del yacimiento». Algunos de esos restos se trasladarán al museo arqueológico para su conservación.
En la zona está previsto construir un aparcamiento subterráneo de con 750 plazas, un supermercado y un gimnasio con piscina cubierta.
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