La investigadora y escritora catalana Sonia Fernández-Vidal acerca esta disciplina a todos los públicos en su libro ‘Desayuno con partículas’
INÉS GALLASTEGUI | GRANADA
Sonia Fernández-Vidal.
Sonia Fernández-Vidal (Barcelona, 1978) es doctora en Física Cuántica por la Universidad Autónoma de Barcelona y ha trabajado para la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN). Es autora de tres libros divulgativos, el cuento ‘La puerta de los tres cerrojos’, dirigido a niños, la novela ‘Quantic Love’, para adolescentes, y el que ahora presenta, un ensayo para adultos titulado ‘Desayuno con partículas’ (Ed. Plaza y Janés, 2013), junto al periodista Francesc Miralles.
–Dedicó sus dos primeros libros a niños y adolescentes. ¿Por qué ahora un libro para adultos?
–Tiene el mismo objetivo, que es acercar la física cuántica a todos los públicos. Así cogemos un abanico muy amplio de personas y formatos muy diferentes: el primero era un cuento, el segundo una novela de amor y esta es una obra de no ficción, aunque un poquito novelada.
–¿Por qué lo ha escrito en forma de diálogo?
–Es la estrategia para que al lector le resulte más ameno y sencillo. Francesc hace las preguntas que quizá se le ocurren al lector. La idea no es solo que la gente aprenda, sino también que se divierta.
–Explica la evolución desde la física clásica hasta la actualidad a través de personajes históricos.
–Cada capítulo tiene un recurso diferente para hacerlo atractivo. En uno nos metemos en una máquina del tiempo y vamos a conversar con Platón, Aristóteles, Kepler y Newton; en otro Francesc tiene una pesadilla cuántica y entra en un casino de Heisenberg, en otro hacemos un viaje al CERN, donde está el acelerador de partículas... Así hacemos un barrido a la historia de la física cuántica.
–Asegura que el libro está dirigido a todo tipo de lectores, independientemente de su nivel de estudios. ¿Cómo lo consigue?
–Quizá utilizando una parte no tan racional de nuestro cerebro. A veces cuando intentamos comprender algo lógicamente hay tantas paradojas que nos bloqueamos. En cambio, si uno se lo toma con ganas de pasarlo bien, de desarrollar la fantasía y la creatividad, puede adentrarse en este fascinante mundo y disfrutar de él.
–Usted misma reconoce que la física cuántica asusta. ¿Por qué?
–Probablemente porque es una ciencia que nos describe un mundo alocado, antiintuitivo... Las partículas subatómicas, que lo forman todo, pueden hacer cosas tan extrañas como estar en dos sitios a la vez, atravesar paredes... A veces asociamos lo comprensible a lo lógico y no siempre tiene que ser así.
–Una parte importante del libro está dedicada a explicar cómo funcionan los objetos de la vida cotidiana...
–Muchas personas cuando oyen hablar de física cuántica creen que eso no sirve para nada, porque tiene tantas implicaciones filosóficas que es fácil perderse en el mundo de las ideas. Y nada más lejos de la realidad: más de un tercio de nuestra economía está basada en la física cuántica. Desde que nos levantamos y ponemos la leche en el microondas, cuando se nos abren las puertas del supermercado con un sensor fotoeléctrico, cuando llamamos por nuestro teléfono móvil o escribimos en el ordenador... Todo lo que lleva un transistor funciona gracias a lo que sabemos de la física cuántica. Imagínese la dependencia que tenemos de esta ciencia... aunque sea tan desconocida.
–Afirma que humanismo y ciencia deberían restablecer los vínculos que una vez los unieron y que perdieron. ¿Por qué?
–En la antigua Grecia, física y filosofía estaban unidas. La física nos ha ido dando la visión que tenemos de cómo funciona el universo y el ser humano eso lo aplica en su día a día para enfrentarse a la realidad. Ahora nos autoetiquetamos: yo soy de ciencias, usted es de letras... Pero es bueno que se establezcan de nuevo esos puntos de unión. Las personas de ciencias también podemos escribir y los de letras pueden gozar de los dones y valores que tiene la ciencia.
Cultura científica
–¿Es verdad que la cultura científica de los españoles es mediocre?
–Nos quedan unos cuantos deberes por hacer para ponernos al día, pero en eso estamos. Mis anteriores libros, igual que este, han tenido muy buena aceptación, luego hay un campo por explorar. Hay muchísima gente interesada en la ciencia; quizá es necesario plantearla desde un ángulo lo suficientemente atractivo.
–Utiliza fábulas, historias, humor...
–Y sobre todo, la fantasía. Ya decía Albert Einstein que cuando la ciencia no puede sacarnos de un apuro, solo nos queda la imaginación.
–Cuando comenzó a escribir divulgación científica, ¿lo hizo porque había un vacío o siguiendo la estela de otros?
–Siempre ha habido divulgadores científicos, sobre todo en Estados Unidos. Pero cuando me animé a escribir mi primer libro vi que no había nadie, ni aquí ni en el extranjero, que explicara la física cuántica a niños de 9 años. Me gustaría que los adultos que ya habían dado por perdida esa parte de la ciencia se sientan atrapados por este maravilloso mundo.
–¿Es necesaria la divulgación de la ciencia para frenar los recortes en investigación?
–En estos momentos de crisis es lícito que toda la sociedad decida a dónde tienen que ir a parar nuestros impuestos. Los países desarrollados invierten muchísimo en I+D, porque es rentable no solo a nivel de conocimiento, sino también económicamente. Por eso es importante desarrollar la cultura científica de nuestros políticos, para que sean conscientes de las consecuencias de no invertir en investigación.
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