El Palacio de los Patos recoge una exposición de los artesanos valencianos Guzmán y Blay Villa Piezas de nácar o madera son el eje central de la muestra
LAURA VELASCO GRANADA
El abanico es un objeto que toda mujer tiene en la actualidad, un complemento imprescindible para aminorar el calor y para ser lucido, pero sobre todo un arte que hoy en día todavía se sigue dando. El hotel Hospes Palacio de los Patos recoge una muestra de las piezas más importantes de dos de las familias artesanales que quedan hoy en día en España, las valencianas Guzmán y Blay Villa, hasta el próximo 16 de agosto.
Entre las piezas que se encuentran expuestas destacan los abanicos que representan algunos de los cuadros más importantes y famosos del mundo del arte, como por ejemplo La habitación de Van Gogh, pero también resalta el gran abanico de Blay Villa, una pieza realizada completamente en nácar y que tiene un peso de tres kilos.
El origen del abanico se puede remontar hasta la prehistoria, cuando estos objetos eran utilizados para avivar la llama de los fuegos del poblado. Sin embargo, la tradición abaniquera española llegó un poco más tarde. La primera referencia sobre un abanico fue el que Cristóbal Colón le regaló a Isabel la Católica cuando vino de su primer viaje de América.
Años más tarde, en el siglo XVIII llegó a España el artesano francés Eugenio Prost, convirtiendo al país en uno de los principales productores de abanicos del mundo, rivalizando con Italia o Francia. En la actualidad, la cuna de este arte milenario se encuentra en Valencia, principalmente en el municipio de Aldaia.
Este municipio es el foco de la creación de este arte debido a que se reúnen todos los elementos necesarios para crear cada una de las piezas que crean esta obra.
Las empresas textiles realizan las telas, blondas y puntillas con aprestos especiales adecuados para los abanicos. Mientras tanto, las empresas de maderas proporcionan esta materia prima proveniente del plátano, el abedul, el peral, la bubinga, el palo rosa, el palo santo o el ébano.
Pero lo fundamental de este enclave está en las personas. Aldaia cuenta con toda la mano de obra cualificada artesana como teladoras, caladores, adornadores con bajorrelieves, pulidores, rejadores, serradores, varilleros, montadores, pintores de fondo o pintores de telas de abanicos, toda una cadena que es fundamental para crear un abanico.
Los años 80 vieron nacer la elaboración de los varillajes y la decoración de estas piezas gracias al diseño de los pintores artesanos de abanicos.
Más de 200 familias se dedicaban a este arte en España. Sin embargo, a día de hoy solamente quedan tres artesanos, entre ellos Guzmán y Blay Villa.
La familia que elabora los abanicos Guzmán empezó con este trabajo a partir de los años 30 del siglo XX. Tres generaciones que trabajan con maderas nobles así como hueso o nácar y que cuenta con los artesanos caladores, adornadores y pintores más reconocidos. Por su parte, la familia Blay Villa está especializada en elaborar abanicos con nácar, hueso y maderas nobles, siendo los únicos fabricantes en el mundo que se dedican todavía a la fabricación de abanicos de nácar.
El nácar es un material de gran dureza que solamente se encuentra en algunas conchas marinas, por ello trabajar con él tiene un proceso muy elaborado. La extracción del nácar de la concha es el primer paso, sin embargo, este material no siempre es factible para ser utilizado. Más tarde, se lamina el nácar y se pasa al proceso de varillaje y pulido de las piezas.
El artesano Blay Villa utiliza siempre este material creando abanicos enteros o insertando pequeñas piezas que hacen que los abanicos cojan un brillo único y especial.
Pero la elaboración de cada una de estas piezas únicas tiene un gran trabajo, es por ello que cada uno de los abanicos necesita pasar por las manos de tres artesanos diferentes.
Este complemento es una arte en sí, tanto que hasta tiene su propio lenguaje. Con tan sólo cuatro posiciones, que forman todas las letras del abecedario, los hombres y mujeres del siglo XVIII podían comunicarse y conocerse de una manera muy discreta e íntima.
Aunque la s formas de comunicación y cortejo hayan cambiado y el abanico sea solamente utilizado por mujeres, éste es un complemento necesario.
Mientras tanto, abanicos grabados, pintados, con incrustaciones de nácar, de madera o de tela se exponen de una manera única en el Palacio de los Patos, un lugar que quiere llegar a los granadinos con una agenda llena de actividades culturales.
Entre las piezas que se encuentran expuestas destacan los abanicos que representan algunos de los cuadros más importantes y famosos del mundo del arte, como por ejemplo La habitación de Van Gogh, pero también resalta el gran abanico de Blay Villa, una pieza realizada completamente en nácar y que tiene un peso de tres kilos.
El origen del abanico se puede remontar hasta la prehistoria, cuando estos objetos eran utilizados para avivar la llama de los fuegos del poblado. Sin embargo, la tradición abaniquera española llegó un poco más tarde. La primera referencia sobre un abanico fue el que Cristóbal Colón le regaló a Isabel la Católica cuando vino de su primer viaje de América.
Años más tarde, en el siglo XVIII llegó a España el artesano francés Eugenio Prost, convirtiendo al país en uno de los principales productores de abanicos del mundo, rivalizando con Italia o Francia. En la actualidad, la cuna de este arte milenario se encuentra en Valencia, principalmente en el municipio de Aldaia.
Este municipio es el foco de la creación de este arte debido a que se reúnen todos los elementos necesarios para crear cada una de las piezas que crean esta obra.
Las empresas textiles realizan las telas, blondas y puntillas con aprestos especiales adecuados para los abanicos. Mientras tanto, las empresas de maderas proporcionan esta materia prima proveniente del plátano, el abedul, el peral, la bubinga, el palo rosa, el palo santo o el ébano.
Pero lo fundamental de este enclave está en las personas. Aldaia cuenta con toda la mano de obra cualificada artesana como teladoras, caladores, adornadores con bajorrelieves, pulidores, rejadores, serradores, varilleros, montadores, pintores de fondo o pintores de telas de abanicos, toda una cadena que es fundamental para crear un abanico.
Los años 80 vieron nacer la elaboración de los varillajes y la decoración de estas piezas gracias al diseño de los pintores artesanos de abanicos.
Más de 200 familias se dedicaban a este arte en España. Sin embargo, a día de hoy solamente quedan tres artesanos, entre ellos Guzmán y Blay Villa.
La familia que elabora los abanicos Guzmán empezó con este trabajo a partir de los años 30 del siglo XX. Tres generaciones que trabajan con maderas nobles así como hueso o nácar y que cuenta con los artesanos caladores, adornadores y pintores más reconocidos. Por su parte, la familia Blay Villa está especializada en elaborar abanicos con nácar, hueso y maderas nobles, siendo los únicos fabricantes en el mundo que se dedican todavía a la fabricación de abanicos de nácar.
El nácar es un material de gran dureza que solamente se encuentra en algunas conchas marinas, por ello trabajar con él tiene un proceso muy elaborado. La extracción del nácar de la concha es el primer paso, sin embargo, este material no siempre es factible para ser utilizado. Más tarde, se lamina el nácar y se pasa al proceso de varillaje y pulido de las piezas.
El artesano Blay Villa utiliza siempre este material creando abanicos enteros o insertando pequeñas piezas que hacen que los abanicos cojan un brillo único y especial.
Pero la elaboración de cada una de estas piezas únicas tiene un gran trabajo, es por ello que cada uno de los abanicos necesita pasar por las manos de tres artesanos diferentes.
Este complemento es una arte en sí, tanto que hasta tiene su propio lenguaje. Con tan sólo cuatro posiciones, que forman todas las letras del abecedario, los hombres y mujeres del siglo XVIII podían comunicarse y conocerse de una manera muy discreta e íntima.
Aunque la s formas de comunicación y cortejo hayan cambiado y el abanico sea solamente utilizado por mujeres, éste es un complemento necesario.
Mientras tanto, abanicos grabados, pintados, con incrustaciones de nácar, de madera o de tela se exponen de una manera única en el Palacio de los Patos, un lugar que quiere llegar a los granadinos con una agenda llena de actividades culturales.
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