domingo, 28 de julio de 2013

La paralización de la Dependencia aboca a la quiebra a los centros de día granadahoy.com

Hace más de un año que no entra ningún usuario a ocupar las plazas vacantes concertadas Los propietarios hablan de "situación límite" por el retraso en los pagos de la Junta
ÁNGELA R. BONACHERA GRANADA 

Las unidades de estancia diurna de la provincia de Granada están "al borde de la quiebra". Así de rotundos se muestran los responsables de algunos de estos centros. La paralización de la Ley de Dependencia entre las medidas del Gobierno y de la Junta de Andalucía tiene muchas consecuencias: por un lado, la obvia eliminación de este recurso necesario para los mayores de la provincia. Pero no solo eso, los siguientes en 'pagar el pato' han sido los centros que están especializados en tratar a estas personas. 

Así, esta paralización ha provocado que desde hace más de un año no entre nadie a ocupar alguna de las plazas concertadas que se van quedando vacías en los centros de estancia diurna -ya sea por el empeoramiento en la salud de usuario, su fallecimiento, traslado a residencia u otros motivos-. Además, la administración presenta un retraso casi crónico en los pagos, por lo que la situación comienza a ser límite. Todos coinciden en que están, simplemente, "muy mal", y que no hay ningún centro que se escape de estos malos tiempos. 

Este es el caso de la unidad de estancia diurna para mayores My Recreo, en la capital granadina. Rodrigo Vargas, el propietario, explica que con tan solo 13 plazas ocupadas de un total de 40, están casi en la quiebra: "Los proveedores llaman a diario para cobrar pero nosotros cobramos tarde de la Junta". La situación acaba siendo una pescadilla que se come la cola. De momento, cuenta Vargas, no han despedido a nadie, pero tras casi dos años sin que entre nadie a ocupar las plazas vacías, el día a día se hace cada vez más difícil. De momento, las soluciones se han ido dando por medio de la adaptación del personal a la ratio, y en la actualidad el centro cuenta con una psicóloga, una psicoterapeuta y dos auxiliares. 

Era julio de 2012 cuando entró la última usuaria a Vitalia Tu Centro de Día, también en la capital. Desde entonces su gerente, Paula Serrano, tiene que hacer casi malabares para seguir adelante. La Junta paga con bastante retraso, así que "sobrevivimos con la parte privada", cuenta Serrano. Sin embargo, esta parte no es infinita y, como bien dice ella, no todo el mundo puede permitirse pagarla: "Nos encontramos con gente que necesita ayuda y no tiene acceso porque no puede pagarla", explica. 

Una situación similar a la de otra unidad de Granada. La directora gerente explica la situación: "Somos centros que vivimos por las plazas concertadas". Lógicamente, tienen otras privadas, pero su precio es alto. "Tenemos que pagar a todos los especialistas, tenemos un personal muy cualificado que necesita un sueldo para vivir". En resumen, se trata de un servicio caro que no todo el mundo puede pagar, y menos en la situación económica general que sufre Granada. Este centro no tuvo más remedio que recortar en plantilla, ya que dependían de la ratio por usuarios, y si éste número había descendido, la gerente explica que no pudieron hacer otra cosa para seguir adelante. 

La directora de otros dos centros en Granada cuenta también que ellos están mal, "como todos". "Hay abuelos que están preparados para ocupar las plazas pero no se hace la admisión porque no hay dinero", explica. Ella asegura que van sobreviviendo gracias a las plazas privadas, pero que se sobrevive muy a duras penas "Por suerte, no estamos para cerrar, así que no me puedo quejar", matiza. 

Lo peor, al fin y al cabo, es el gran número de personas mayores que no pueden acceder al recurso. "Lo más preocupante es la cantidad de abuelos que después de estar trabajando toda su vida ahora no tienen acceso a este recurso", sentencia. "El pato lo acaban pagando los usuarios, hay algunos que fallecen antes de poder ocupar el recurso que les correspondería", declara. 

Como todos ellos recuerdan, se trata de unidades que ofrecen servicios muy especializados a estas personas, con profesionales cualificados que centran su atención en las necesidades tantos físicas como mentales de los mayores. Pero no sólo eso, es un servicio, como su propio nombre indica, de día. Como bien explica María José Noveral, la directora del centro Dulce María, en Armilla, ya no es solo que estas personas se ven en la necesidad de pagar los servicios con su pensión, sino que cuando éstas salen del centro tienen que vivir y seguir haciendo frente a facturas y gastos durante las tardes y fines de semana. Sin contar que muchos de ellos tienen hijos en paro a los que, de alguna manera, ayudan. Esto se haría bastante más fácil por medio de la Ley de Dependencia, por la que el 40% de su pensión se destina al pago de estos centros, pero el 60% sigue siendo para los mayores y sus gastos. 

Este centro de Armilla vive la misma situación que el resto de unidades de la provincia, y desde el mes de julio del pasado año no entra ninguna persona a cubrir las bajas. "Los abuelos, como es normal, se van muriendo; otros acaban en residencias porque las familias no pueden hacerse cargo de ellos durante las tardes o los fines de semana, y no hay nadie que ocupe esas plazas vacantes", explica Noveral. Ella cuenta cómo, años atrás, en el momento en el que se quedaba una plaza libre, ésta se cubría enseguida. 

Ahora la situación es bien distinta y en esta unidad tuvieron que disminuir la jornada laboral de sus trabajadores para evitar despedir a gente. "Hemos tenido que adaptarnos al ratio y adecuarnos al número de abuelos que tenemos", cuenta. Así, el centro cuenta con unos 16 trabajadores, de los que la mayoría no están a tiempo completo, sino que se dividen los turnos. Se trata de una unidad grande, con unas 60 plazas totales, de las que más de 20 siguen libres y sin ocuparse desde el verano del pasado año.

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