El geriatra José Manuel Ribera
Casado habló de bienestar físico y de participación social en el Foro
Salud y Tercera Edad de IDEAL y Hefagra
INÉS GALLASTEGUI | GRANADA
José Manuel Ribera Casado, Bartolomé Beltrán, Francisco Javier Gómez y
Javier García Monlleó, en la mesa del Foro Salud y Tercera Edad de
IDEAL. :: GONZÁLEZ MOLERO
«A los viejos se les trata mal y se les
discrimina; empezando por el lenguaje: viejo es sinónimo de carcamal, de
vejestorio. 'Tercera edad' es un eufemismo». «Acusarles de poner en
peligro la estabilidad del sistema es una agresión». «Cuando uno se
jubila, le castigan: empieza a ganar un 40% o un 50% menos que antes, le
imponen un copago y le obligan a ir de una administración a otra
pidiendo sellos para comprar lo que le han recetado». Estas fueron
algunas de las frases pronunciadas anoche por el doctor José Manuel
Ribera Casado, catedrático emérito de Geriatría de la Universidad
Complutense y creador del primer servicio de esa especialidad en un gran
hospital español, el Clínico de Madrid. Lo hizo en el primero de los
foros 'Salud y tercera edad', organizado por IDEAL, patrocinado por
Hefagra y moderado por el doctor Bartolomé Beltrán, uno de los más
prestigiosos comunicadores de la medicina en España. Más de 220
personas, en su mayoría mayores, acudieron a la cita en el Auditorio de
la Caja Rural.
Pese a ese punto de partida, el doctor Ribera
mantuvo una visión positiva sobre la vejez y, de hecho, centró su
intervención en el llamado envejecimiento activo, ese reto de la
Organización Mundial de la Salud que implica, para los mayores, más
calidad y más tiempo de vida, menos riesgo de enfermedad y, para la
sociedad en su conjunto, aprovechar la experiencia que pueden aportar
personas que se han jubilado del trabajo, pero no de la vida.
«Envejecimiento activo no es que el Imserso ponga
autobuses para llevar ancianos a los balnearios; es que las personas
mayores participen en el bien común», matizó. El geriatra explicó que,
en España, la edad de jubilación, en torno a los 65 años, es la misma
que al final de la Primera Guerra Mundial, cuando «ni la gente llegaba
igual a esa edad, ni la esperanza de vida era la misma, ni los trabajos
eran los mismos». En ese aspecto, recordó que la esperanza de vida de
los españoles se ha duplicado en un siglo, al pasar de 35 años en 1900 a
70 en 2000; hoy se superan ampliamente los 80 años. «Los niños nacidos
ahora tienen grandes posibilidades de ser centenarios, y de serlo en
mucho mejores condiciones que sus padres y sus abuelos», resaltó.
El especialista destacó que, para alcanzar la meta
propuesta por la OMS, hace falta superar una serie de retos en los que
es necesaria tanto la implicación de los individuos como el compromiso
colectivo. Así, hay que tratar de superar las pérdidas físicas
inherentes a la edad, pero también afrontar obstáculos psicológicos, el
'dejarse ir' al que se resignan muchos ancianos. Es básico, añadió,
asumir los cambios en la familia, la muerte de los amigos o la necesidad
de ocupar el tiempo.
Una sociedad 'edadista'
Ribera, que ha superado los 70 años y sigue
trabajando cada día en su hospital, aseguró que también es preciso
superar «situaciones hostiles»: a menudo, jubilarse significa encontrar
«malas caras y puertas cerradas» donde uno, después de muchos años de
convivencia laboral, creía tener amigos . «Se nos invita a cuidar de los
nietos, hacer las tareas, ayudar a los hijos que están en paro»,
lamentó.
Y, por último pero no menos importantes, el
ponente citó las trabas administrativas. A su juicio, habría que
replantearse la edad de jubilación, al menos para quienes puedan y
quieran seguir contribuyendo activamente en la sociedad durante esos
últimos años de su vida. Reconoció que hay oposición -por ejemplo,
sindical-, pero aseguró que se podrían buscar fórmulas adecuadas para
regular esa participación, desde las labores de voluntariado hasta la
«jubilación a la carta».
Como síntomas de esa falta de equidad, de ese
ambiente inconscientemente 'ageista' -o 'edadista', en el mismo sentido
de 'racista' o 'machista'-, destacó que los mayores de 65 años son casi
un tercio de la población, pero su representación en el ámbito político
es casi testimonial, desde el 1% de los ayuntamientos al 4% de las
Cortes, y solo aumenta hasta el 8% en ese 'retiro dorado' que es el
Europarlamento. «Debemos ir hacia una sociedad para todas las edades
-dijo, aludiendo a otro de los lemas bienintencionados de la OMS-; una
sociedad en la que los niños, los mayores y los intermedios tengan los
mismos derechos y sean partícipes del bien común».
El peligro de caer
A preguntas del doctor Beltrán, el experto
reconoció que, aunque la Geriatría es aún una especialidad poco
reconocida, algunas cosas sí han cambiado. «Cuando yo estudié, la caída
era un concepto que no aparecía en toda la carrera de Medicina; no era
una enfermedad», recordó. Hoy, en cambio, los médicos admiten que este
tipo de accidente tiene una influencia enorme en la salud de los
ancianos y hasta se les enseña a levantarse si caen, para no agravar su
estado. Y, por supuesto, se identifican los factores de riesgo: «Las
alfombras, los cables, los animales domésticos, las pastillas para
dormir... y los nietos».
El doctor Ribera terminó con una llamada a la
'rebelión con causa'. «Cuando me entrevistan y me piden consejos para
los mayores, siempre digo lo mismo: que se muevan, que beban mucha agua y
que protesten: son demasiado pasivos, tienen que exigir más».
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