La prohibición de cubrir el 90%
de las plazas que quedan vacantes sumada al recorte presupuestario del
37% que ha sufrido la ciencia desde 2009 cierran las puertas del sistema
a los jóvenes.
ENCARNA MALDONADO
La
actividad científica en las universidades sufre el doble riesgo que
implican los límites a la contratación pública y el originado por el
recorte a la financiación de la I+D. Los fondos para investigación han
caído cerca de un 37% desde 2009. Los presupuestos generales del Estado
para este ejercicio contemplan 6.146 millones, cifra que supone un
incremento de 214 millones respecto al año pasado pero que ni siquiera
es suficiente para compensar la drástica disminución de 2013, cuando se
presupuestaron 461 millones menos para investigación. La partida actual para investigación es comparable a la de 2005.
Además, los programas para que los grupos compitan para obtener financiación con la que sacar adelante sus proyectos se retrasan cada vez más. El Ministerio de Economía y Competitividad convocó el plan nacional de I+D correspondiente a 2013 en noviembre del año pasado y todavía no se ha resuelto. Esto significa en la práctica perder más de un año en financiación científica. Además, los fondos correspondientes a la segunda anualidad de la convocatoria de 2012 aún no se ha pagado y se prevé que difícilmente pueda llegar el dinero a los grupos antes del verano. Al tiempo, la Junta de Andalucía publicó el pasado 26 de marzo la resolución de los proyectos de excelencia de 2012.
El vicerrector de Investigación de la Universidad de Sevilla, Manuel García León, subraya la “destrucción de tejido investigador” que se está produciendo en las universidades, porque por una parte no se puede reemplazar al 90% de los científicos veteranos que se jubilan y, por otra, los grupos de investigación tienen dificultades para acceder a financiación que les permita contratar a jóvenes para sacar adelante nuevos proyectos.
El colectivo más vulnerable lo conforman los investigadores más jóvenes y los grupos de nueva creación. “Los recursos humanos en I+D son fundamentales y ahora la capacidad del sistema para incorporar a los jóvenes es escasísima” advierte García León. “Los recortes en el sistema nos están haciendo dar pasos hacia atrás. Vamos a volver a la situación que había hace 30 años”, lamenta.
El vicerrector se queja también de los efectos colaterales del tira y afloja que las administraciones imprimen a los plazos de las convocatorias. “Si no se sabe cuándo se va a convocar un programa de financiación o ni siquiera si se va a convocar no se puede planificar la actividad y es muy importante que estas cosas puedan ser previsibles”.
José Antonio Ruiz, becario del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Granada y portavoz en Andalucía de la Federación de Jóvenes Investigadores Precarios coincide en señalar que la mínima tasa de reposición y los recortes a los presupuestos de investigación aniquilan las esperanzas y las expectativas de los científicos júnior. “El tapón es enorme”, indica. Apunta la situación en la que se encuentran muchos investigadores del programa Ramón y Cajal, la mayoría científicos de entre 35 y 40 años de edad, muchos de ellos con una notable trayectoria internacional. Este programa nació precisamente para detener la fuga de talento y reintegrar en el sistema a los que se habían ido y, sin embargo, ahora la contratación de estos doctores una vez transcurridos los cinco años de contrato es muy complicada.
“Se están dando algunas soluciones provisionales, interinidades y salidas transitorias” apunta José Antonio Ruiz en alusión a la inestabilidad que en el mejor de los casos se les puede brindar a un colectivo que llega a su cénit vital y profesional.
“Los más jóvenes, los que todavía estamos en la fase predoctoral vemos todo esto con muchísima preocupación. Si los que ya tienen un recorrido importante no pueden entrar en el sistema, a qué podemos aspirar los júnior” se pregunta. Una de las pocas alternativas es la emigración. Recuerda que algunos de sus amigos han optado por esta solución. Uno de ellos trabaja en la actualidad en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) en Suiza y otra es profesora de sedundaria en Berlín.
Además, los programas para que los grupos compitan para obtener financiación con la que sacar adelante sus proyectos se retrasan cada vez más. El Ministerio de Economía y Competitividad convocó el plan nacional de I+D correspondiente a 2013 en noviembre del año pasado y todavía no se ha resuelto. Esto significa en la práctica perder más de un año en financiación científica. Además, los fondos correspondientes a la segunda anualidad de la convocatoria de 2012 aún no se ha pagado y se prevé que difícilmente pueda llegar el dinero a los grupos antes del verano. Al tiempo, la Junta de Andalucía publicó el pasado 26 de marzo la resolución de los proyectos de excelencia de 2012.
El vicerrector de Investigación de la Universidad de Sevilla, Manuel García León, subraya la “destrucción de tejido investigador” que se está produciendo en las universidades, porque por una parte no se puede reemplazar al 90% de los científicos veteranos que se jubilan y, por otra, los grupos de investigación tienen dificultades para acceder a financiación que les permita contratar a jóvenes para sacar adelante nuevos proyectos.
El colectivo más vulnerable lo conforman los investigadores más jóvenes y los grupos de nueva creación. “Los recursos humanos en I+D son fundamentales y ahora la capacidad del sistema para incorporar a los jóvenes es escasísima” advierte García León. “Los recortes en el sistema nos están haciendo dar pasos hacia atrás. Vamos a volver a la situación que había hace 30 años”, lamenta.
El vicerrector se queja también de los efectos colaterales del tira y afloja que las administraciones imprimen a los plazos de las convocatorias. “Si no se sabe cuándo se va a convocar un programa de financiación o ni siquiera si se va a convocar no se puede planificar la actividad y es muy importante que estas cosas puedan ser previsibles”.
José Antonio Ruiz, becario del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Granada y portavoz en Andalucía de la Federación de Jóvenes Investigadores Precarios coincide en señalar que la mínima tasa de reposición y los recortes a los presupuestos de investigación aniquilan las esperanzas y las expectativas de los científicos júnior. “El tapón es enorme”, indica. Apunta la situación en la que se encuentran muchos investigadores del programa Ramón y Cajal, la mayoría científicos de entre 35 y 40 años de edad, muchos de ellos con una notable trayectoria internacional. Este programa nació precisamente para detener la fuga de talento y reintegrar en el sistema a los que se habían ido y, sin embargo, ahora la contratación de estos doctores una vez transcurridos los cinco años de contrato es muy complicada.
“Se están dando algunas soluciones provisionales, interinidades y salidas transitorias” apunta José Antonio Ruiz en alusión a la inestabilidad que en el mejor de los casos se les puede brindar a un colectivo que llega a su cénit vital y profesional.
“Los más jóvenes, los que todavía estamos en la fase predoctoral vemos todo esto con muchísima preocupación. Si los que ya tienen un recorrido importante no pueden entrar en el sistema, a qué podemos aspirar los júnior” se pregunta. Una de las pocas alternativas es la emigración. Recuerda que algunos de sus amigos han optado por esta solución. Uno de ellos trabaja en la actualidad en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) en Suiza y otra es profesora de sedundaria en Berlín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario