El investigador Félix de Moya da su visión particular de los puntos fuertes y débiles del sistema científico español
Miguel López
granada
"Hacer
cambios en las políticas y modificar la cultura y la forma de actuar de
los investigadores a la hora de abrir horizontes y buscar
financiación". Son palabras del profesor e investigador en Ciencias
Sociales Félix de Moya Anegón, quien ayer, en una conferencia en la
Facultad de Ciencias, reivindicó estas soluciones como salida de escape a
la actual situación de crisis que azota con virulencia a la
investigación científica.
En la ponencia, titulada Fortalezas y debilidades del sistema científico español, De Moya defendió la necesidad de recuperar la inversión pública, pero también de agudizar el ingenio para no caer al fondo del pozo de la investigación. "Los recortes deben desaparecer definitivamente, pues están afectando a la investigación de más alta calidad y excelencia", evidenció el catedrático. "Aun así, hay que hacer también una llamada de atención a los investigadores para que busquen otras soluciones. No podemos pensar que los fondos para investigar van a venir solamente de la administración", matizó. En esta línea, De Moya admitió que ya hay investigadores que se buscan las habichuelas fuera del territorio nacional: "Hay quien ya busca fondos incluso fuera de Europa para poder continuar con su trabajo".
Según el investigador, el principal problema es que el cambio producido por la supresión de las prestaciones ha sido muy vertiginoso y brusco, "y no ha dado tiempo a adaptarse a la nueva situación en lo que a localización de nuevas fuentes de recursos se refiere".
De Moya desarrolla su línea de trabajo en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Allí analiza empírica y cuantitativamente los resultados de investigación que se producen en el mundo para, a partir de ese desarrollo analítico, poder sacar conclusiones sobre la mejor manera de diseñar políticas científicas y conseguir así mejores herramientas que puedan optimizar al máximo los resultados.
Además de lo anteriormente expuesto, el coloquio giró en torno a otro argumento transversal: el de la productividad del sistema científico español, prolijo en cuanto a resultados pero pobre en términos cualitativos. "Somos el décimo país del mundo en producción científica, y el quinto de Europa", recordó De Moya para posteriormente aclarar que "en investigación lo que más importa no es cuanto puedes crear, sino qué problemas puedes llegar a resolver, y esto último tiene que ver con la calidad del trabajo. Ahí nuestra posición es mucho más retrasada, pues desde esa perspectiva no estamos ni mucho menos entre los diez ni los veinte primeros países del mundo".
La llave para seguir en la primera línea cuantitativa y avanzar en la cualitativa parece estar en la hibridación de recursos, que para colmo escasea en el contexto actual. En un país como España, cuyo sistema científico es eminentemente público, los recortes han cercenado de raíz una significativa e importante porción de la investigación. Y eso pese al nada despreciable número de empresas que han ejercido aportaciones. Los resultados se verán en los próximos meses.
En la ponencia, titulada Fortalezas y debilidades del sistema científico español, De Moya defendió la necesidad de recuperar la inversión pública, pero también de agudizar el ingenio para no caer al fondo del pozo de la investigación. "Los recortes deben desaparecer definitivamente, pues están afectando a la investigación de más alta calidad y excelencia", evidenció el catedrático. "Aun así, hay que hacer también una llamada de atención a los investigadores para que busquen otras soluciones. No podemos pensar que los fondos para investigar van a venir solamente de la administración", matizó. En esta línea, De Moya admitió que ya hay investigadores que se buscan las habichuelas fuera del territorio nacional: "Hay quien ya busca fondos incluso fuera de Europa para poder continuar con su trabajo".
Según el investigador, el principal problema es que el cambio producido por la supresión de las prestaciones ha sido muy vertiginoso y brusco, "y no ha dado tiempo a adaptarse a la nueva situación en lo que a localización de nuevas fuentes de recursos se refiere".
De Moya desarrolla su línea de trabajo en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Allí analiza empírica y cuantitativamente los resultados de investigación que se producen en el mundo para, a partir de ese desarrollo analítico, poder sacar conclusiones sobre la mejor manera de diseñar políticas científicas y conseguir así mejores herramientas que puedan optimizar al máximo los resultados.
Además de lo anteriormente expuesto, el coloquio giró en torno a otro argumento transversal: el de la productividad del sistema científico español, prolijo en cuanto a resultados pero pobre en términos cualitativos. "Somos el décimo país del mundo en producción científica, y el quinto de Europa", recordó De Moya para posteriormente aclarar que "en investigación lo que más importa no es cuanto puedes crear, sino qué problemas puedes llegar a resolver, y esto último tiene que ver con la calidad del trabajo. Ahí nuestra posición es mucho más retrasada, pues desde esa perspectiva no estamos ni mucho menos entre los diez ni los veinte primeros países del mundo".
La llave para seguir en la primera línea cuantitativa y avanzar en la cualitativa parece estar en la hibridación de recursos, que para colmo escasea en el contexto actual. En un país como España, cuyo sistema científico es eminentemente público, los recortes han cercenado de raíz una significativa e importante porción de la investigación. Y eso pese al nada despreciable número de empresas que han ejercido aportaciones. Los resultados se verán en los próximos meses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario