P. Ingelmo · V. Olivencia granada
Lexatin,
Orfidal y Trankimazin se han colocado desde hace unos años, los años de
la crisis, en el ranking de los veinte medicamentos más vendidos en las
farmacias de la provincia. El último informe de un fiable referente de
nuestro libro de los venenos, La población andaluza ante las drogas,
elaborado por la Consejería de Salud y con un enorme prestigio, afirma
que entre 2007 y 2011, último año evaluado, se pasó de un 1,9% de
andaluces que habían consumido algún tipo de ansiolítico en los últimos
seis meses a un 5,7%. Pero es que en ese mismo periodo, en esos cuatro
años en los que todo estalló, el incremento del contacto con estos
fármacos ha sido exponencial. En 2007 sólo cuatro de cada cien andaluces
había tomado alguna vez un ansiolítico. En 2011 lo habían hecho once de
cada cien. Ese es el panorama. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) avanzó en 2003 que la depresión sería una epidemia en 2030. En la
provincia nos acercamos a gran velocidad al vaticinio. Y las causas las
ha ofrecido la que era consejera de Salud, María Jesús Montero, en la
presentación del día de la Salud Mental en 2012: "El desempleo, el
empeoramiento de la situación económica, los desahucios o el
endeudamiento pueden precipitar problemas de salud mental". En la
provincia, con una de las mayores tasas de desempleo de la comunidad, se
sabe mucho de eso.
Los datos de las diversas memorias del SAS avalan esta teoría. En 2011 se atendieron 127.244 visitas en las unidades de salud mental comunitaria de la provincia. En 2012, éstas llegaron a 138.381 -las cifras están extrapoladas de la situación regional-. Supone un incremento de un 8,05%. O lo que es lo mismo, una consulta al año por cada 6,6 granadinos. Contando con que más de la mitad de estos dictámenes (un 56,6%) tienen que ver con la depresión o la ansiedad, cada doce meses miles de personas se ven empujadas a pedir ayuda en el SAS. De estas primeras consultas, un 57% son mujeres y un 43% hombres, que es un patrón que no cambia con el transcurso de los años. A esto hay que añadir que a Salud Mental se derivan sólo los casos más graves, ya que los médicos de familia están capacitados para tratar en atención primaria los casos más manejables y, aunque de esto no hay datos provincializados, sí se sabe que un 14% de los pacientes que acuden a los médicos de familia quieren saber si sufren una depresión. Según el experto en Salud Mental y catedrático de la Universidad vecina de Málaga, Rafael del Pino, hasta un 30% de esos usuarios, aunque no acuda por ese motivo, tienen un problema de salud mental.
Sean más o menos exactas estas cifras, lo cierto es que es un hecho que preocupa a las autoridades sanitarias. La depresión, además, está detrás de numerosas de las bajas laborales que se dan en la región. Otro dato mucho más global es el que ofrece la OMS: un incremento de un 1% en la tasa de paro se traduce en una subida del 0,8% en la tasa de suicidios. En Andalucía no se cumple debido a que la red de apoyo familiar soporta el impacto de la crisis que sigue a un despido, pero la Consejería ha tomado cartas en el asunto y ha decidido integrarse en el proyecto Euregenas, una iniciativa europea que trabaja en la prevención del suicidio. La regla general en Europa dice que un 50% de los suicidas han sido diagnosticados con un trastorno mental de los más diferentes tipos. Naturalmente, buena parte de esos diagnósticos tienen que ver con la depresión. El Instituto Nacional de Estadística no publica desde 2006 las tasas de suicidios, pero también es cierto que el SAS no tiene constancia de que esa tasa se haya disparado de una manera alarmante en estos últimos seis años, desde el inicio de la crisis económica.
En cualquier caso, todo apunta a que se cumple lo previsto en el inicio de la crisis económica. Alfredo Michán, médico perteneciente a la Asociación Andaluza de Medicina Interna, avisaba de que "tabaquismo, depresión y comida barata con muchas grasas" serían las consecuencias sanitarias de la crisis. El catedrático de Psicofarmacología, Juan Gibert Rahola, relativiza el diagnóstico de la depresión, que quizá se utiliza demasiado a la ligera: "Hablaríamos más bien de la melancolía, que decían los antiguos. No se deprime quien quiere, sino quien puede. Tiene que existir, además de un ambiente estresante, una predisposición genética. Pero es cierto que al vivir en una sociedad estresada, hay más depresiones". Esa situación de estrés, ya sea por el trabajo o por la falta del mismo, produce un cuarto elemento de la crisis: el alcoholismo. "En Andalucía cada vez bebemos más alcohol, en muchos casos por la relación con la mala situación económica, y la sociedad lo tolera".
Desde el SAS se trata de evitar la deriva marcada por la recesión y la difícil coyuntura actual y la salud mental desde diversos frentes. Ha editado programas de autoayuda contra la depresión, ha encargado al experto Javier Alcaide una guía para buenas prácticas laborales que reduzcan el estrés, colabora en el Día Mundial contra el Suicidio... Es un panorama muy diverso, con multitud de enfoques, pero con un diagnóstico claro: la salud mental es una de las víctimas de la crisis económica.
Los datos de las diversas memorias del SAS avalan esta teoría. En 2011 se atendieron 127.244 visitas en las unidades de salud mental comunitaria de la provincia. En 2012, éstas llegaron a 138.381 -las cifras están extrapoladas de la situación regional-. Supone un incremento de un 8,05%. O lo que es lo mismo, una consulta al año por cada 6,6 granadinos. Contando con que más de la mitad de estos dictámenes (un 56,6%) tienen que ver con la depresión o la ansiedad, cada doce meses miles de personas se ven empujadas a pedir ayuda en el SAS. De estas primeras consultas, un 57% son mujeres y un 43% hombres, que es un patrón que no cambia con el transcurso de los años. A esto hay que añadir que a Salud Mental se derivan sólo los casos más graves, ya que los médicos de familia están capacitados para tratar en atención primaria los casos más manejables y, aunque de esto no hay datos provincializados, sí se sabe que un 14% de los pacientes que acuden a los médicos de familia quieren saber si sufren una depresión. Según el experto en Salud Mental y catedrático de la Universidad vecina de Málaga, Rafael del Pino, hasta un 30% de esos usuarios, aunque no acuda por ese motivo, tienen un problema de salud mental.
Sean más o menos exactas estas cifras, lo cierto es que es un hecho que preocupa a las autoridades sanitarias. La depresión, además, está detrás de numerosas de las bajas laborales que se dan en la región. Otro dato mucho más global es el que ofrece la OMS: un incremento de un 1% en la tasa de paro se traduce en una subida del 0,8% en la tasa de suicidios. En Andalucía no se cumple debido a que la red de apoyo familiar soporta el impacto de la crisis que sigue a un despido, pero la Consejería ha tomado cartas en el asunto y ha decidido integrarse en el proyecto Euregenas, una iniciativa europea que trabaja en la prevención del suicidio. La regla general en Europa dice que un 50% de los suicidas han sido diagnosticados con un trastorno mental de los más diferentes tipos. Naturalmente, buena parte de esos diagnósticos tienen que ver con la depresión. El Instituto Nacional de Estadística no publica desde 2006 las tasas de suicidios, pero también es cierto que el SAS no tiene constancia de que esa tasa se haya disparado de una manera alarmante en estos últimos seis años, desde el inicio de la crisis económica.
En cualquier caso, todo apunta a que se cumple lo previsto en el inicio de la crisis económica. Alfredo Michán, médico perteneciente a la Asociación Andaluza de Medicina Interna, avisaba de que "tabaquismo, depresión y comida barata con muchas grasas" serían las consecuencias sanitarias de la crisis. El catedrático de Psicofarmacología, Juan Gibert Rahola, relativiza el diagnóstico de la depresión, que quizá se utiliza demasiado a la ligera: "Hablaríamos más bien de la melancolía, que decían los antiguos. No se deprime quien quiere, sino quien puede. Tiene que existir, además de un ambiente estresante, una predisposición genética. Pero es cierto que al vivir en una sociedad estresada, hay más depresiones". Esa situación de estrés, ya sea por el trabajo o por la falta del mismo, produce un cuarto elemento de la crisis: el alcoholismo. "En Andalucía cada vez bebemos más alcohol, en muchos casos por la relación con la mala situación económica, y la sociedad lo tolera".
Desde el SAS se trata de evitar la deriva marcada por la recesión y la difícil coyuntura actual y la salud mental desde diversos frentes. Ha editado programas de autoayuda contra la depresión, ha encargado al experto Javier Alcaide una guía para buenas prácticas laborales que reduzcan el estrés, colabora en el Día Mundial contra el Suicidio... Es un panorama muy diverso, con multitud de enfoques, pero con un diagnóstico claro: la salud mental es una de las víctimas de la crisis económica.
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