domingo, 9 de agosto de 2015

Mileuristas,un sueño inalcanzable granadahoy.com

El 43% de los jóvenes andaluces se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social. El paro en los de menos de 30 años bajó el año pasado un 10%, pero subió la precariedad.
ANA DELGADO, SEVILLA | 

Hace unos años a la pregunta de si se puede vivir con mil euros se contestaba un rotundo no. Hoy la respuesta sería: ojalá. 

En 2013 el Consejo de la Juventu de España comenzó a publicar un observatorio de emancipación. El único del país que cruza datos de vivienda, empleo, inmigración, etcétera, de los menores de 30 años. Hoy, dos años más tarde, los datos que publican no han variado demasiado. El Consejo nacional realiza el estudio y los diferentes consejos autonómicos lo presentan. La presidenta del Consejo de la Juventud de Andalucía (CJA), Lorena Rodríguez, afirma que, respecto a 2013 "el desempleo joven se mantiene, pero ha aumentado considerablemente la precariedad". 

Rodríguez señala los datos del Observatorio y comenta que "en 2014 la tasa de paro descendió un 10%, pero sigue habiendo un 57% de los jóvenes andaluces desempleados". La joven se pregunta: "¿A qué precio?" Se refiere a la precariedad de los empleos que surgen, la mayoría debidos a los programas públicos de empleo. Temporalidad, subocupación y sobrecualificación son los tres indicadores que miden la precariedad laboral. Tres datos que Rodríguez define como "a cada cual peor": el año pasado un 97,4% de los nuevos contratos fueron de carácter temporal. Además, aumentó en un 30% la subocupación -trabajar menos horas de lo que se estaría dispuesto- y el 55% de los jóvenes contratados desempeñan trabajos para los que están sobrecualificados.

La precariedad laboral contribuye a un dato que el Consejo considera "muy llamativo" e "insostenible": el 43% de los jóvenes andaluces están en riesgo de exclusión. En 2010 el Consejo Europeo aprobó un indicar específico sobre la exclusión, el Arope. Este medidor sitúa a una persona en riesgo de pobreza cuando reúne alguna, o más, de estas tres condiciones: disponer de unos ingresos inferiores al 60% de la renta media, vivir en un hogar con carencias materiales severas -no poder calentar la casa en los meses fríos, tener un coche, ir de vacaciones, etc-. Y, por último, residir en hogares sin empleo o con baja intensidad de empleo.

Según la medición europea, algo menos de la mitad de los jóvenes andaluces reúnen alguna de estas condiciones y aumentan cuando el hogar es joven. Una persona de menos de 30 años debe dedicar el 50,1% de su salario a un alquiler o el 51,4% a una hipoteca. "La renta media de alquiler en Andalucía es de 461,91 euros y la nacional de 549,17 euros. Es decir, tenemos unos precios más baratos que la media española, pero aun así nos cuesta más emanciparnos, ya que tenemos peores condiciones laborales que no nos permiten tener capacidad económica y ser independientes de la familia". El problema de la emancipación no responde sólo a cuestiones personales. La permanencia en la casa familiar de los jóvenes contribuye al problema demográfico. Menos hogares jóvenes, menos nacimientos. Y, a su vez, a la no revitalización del consumo y a no mejorar el mercado inmobiliario. 

La presidenta del CJA alerta del número de jóvenes que se van de Andalucía. "Desde la Junta nos dicen que están volviendo porque hacen programas de retorno. Pero, ¿volver para qué?", señala Rodríguez. "No se garantizan empleos de larga duración ni características de vida con las que se puedan mantener. Muchos jóvenes quieren vivir en Andalucía pero si vuelven tendrían que sobrevivir, no vivir", apunta Lorena Rodríguez. En 2014 más de 10.000 jóvenes andaluces emigraron, éstos son los que tramitan papeles oficiales. Sin embargo, desde el Consejo señalan que muchos de los que se van no cambian su empadronamiento ni presentan otros documentos, por lo que "la cifra aumentaría considerablemente". 

En el último año muchos jóvenes andaluces comenzaron a ver la luz al final del túnel. La Junta sacó el programa Emple@Joven. Se trataba de una ampliación del bono de empleo joven que "no funcionaba" asegura Rodríguez. "En el último trimestre bajó el paro por el programa , pero esos contratos -más de 65.000- eran temporales", apunta la presidenta del CJA. Dos de cada tres contratos del cuarto trimestre de 2014 eran temporales. El programa tenía cuatro vertientes, pero el que más contrataciones ofrecía era la primera línea de Cooperación Social y Comunitaria, en colaboración con los ayuntamientos. Respecto a esta iniciativa, Rodríguez afirma: "la Junta no ha garantizado su cumplimiento de manera real". "En teoría los contratos iban a ser de seis meses porque ellos querían que el programa estuviera en línea con el programa europeo de Garantía Juvenil. Sin embargo, después modificaron la fecha en que se aceptaban los contratos -en teoría se aceptaban hasta el 31 de octubre de 2014-, ya que a los ayuntamientos no les dio tiempo, pero no modificaron la finalización de los mismos -hasta el 30 de abril de 2015-". Esta situación llevó a que muchos jóvenes tuvieran contrataciones de menos de seis meses, lo que incumplía la esencia del programa. Y, sobre todo, lo que les impedía poder cobrar una prestación por desempleo al finalizar su contrato. 

"La Junta crea contratos de trabajo, pero no puestos reales. Es una manera de paliar cifras, se baja el desempleo momentáneamente. Es bueno porque te da una experiencia y puedes mantenerte durante seis meses, pero el desempleo de larga duración no cambia", apunta Rodríguez. 

"Se han hecho barbaridades y los procesos de selección eran prácticamente inexistentes. Hemos visto licenciados en derecho con contratos de animadores socioculturales o animadores en puestos de adminstrativos. Yo tengo una titulación universitaria y un máster, y estaba en el Ayuntamiento de Sevilla como auxiliar," señala. 

"Lo que han hecho los ayuntamientos es contratar a la gente más preparada, aunque no les valgan para nada, y a los que tienen menos formación los vuelven a dejar fuera, por lo que estamos en la misma situación", insiste la presidenta del CJA. "Que sea la propia Junta de Andalucía la que contrata a la gente para desempeñar empleos muy por debajo de su formación deja mucho que desear". 

Rodríguez apunta que han preguntado al Gobierno cuál es la situación del plan de Garantía Juvenil, ya que asegura una serie de características laborales. Sin embargo, no han obtenido respuesta. "Hemos pedido que se cuente con los jóvenes para crear los planes de empleo porque está a la vista que no se ajustan a la realidad, pero no nos llaman. Somos un órgano formado por jóvenes que viven en primera persona la situación y podemos dar una visión real de la situación y aportar soluciones realistas". Pero la Junta sigue sin contactar con ellos.
Laura Rodríguez. 25 años. Estudiante y Técnico Superior
"Si no tienes formación universitaria eres un excluido". Laura Rodríguez tiene 25 años y es natural del municipio sevillano de Las Cabezas de San Juan. La joven estudió un ciclo de técnico superior en Educación Física e hizo varios cursos en terapias ecuestres. Sin embargo, tras acabar su formación y pasar más de un año buscando empleo sin éxito, se decidió a matricularse en la universidad, aunque no por gusto. "Creo que es tan importante un ingeniero como un panadero. Pero hoy en día si no tienes formación universitaria eres una especie de excluido, desempeñes el trabajo que desempeñes", apunta. La joven empezó a trabajar con 17 años, pero hasta 2010 no tuvo su primer contrato. "Los últimos cuatro veranos trabajaba de socorrista. Las condiciones no eran fantásticas, estaba más horas de las que figuran en el contrato, pero para mí era un fondo del que tirar durante todo el año", dice Laura Rodríguez. "Los jóvenes estamos en un nivel que aceptamos cualquier cosa, es la pescadilla que se muerde la cola porque si no aceptásemos esas condiciones probablemente no se darían", sentencia. Laura dice estar "preocupada" por la situación de los jóvenes que aspiran a "ser mileuristas como un lujo". La joven intentó independizarse con su pareja hace un año, pero afirma que la situación "no era sostenible". "Teníamos que dedicar prácticamente todos nuestros ingresos al alquiler y nuestros padres nos tenían que traer la comida", Laura cuenta que tuvieron que volver con sus familias porque seguían "dependiendo de ellos". "Esto afecta a toda la sociedad, si nosotros no trabajamos los primeros que lo notan son nuestros abuelos, que no tienen pensiones. Es un problema de todas las generaciones, deberíamos luchar todos", sentencia. 
Álvaro Sánchez. 26 años. Estudiante y camarero
"Mi trabajo es mi particular beca,  ya que no cuento en el sistema". "Estudio el grado de trabajo social y trabajo desde hace año y medio en un restaurante de comida rápida. Es mi particular beca para poder seguir estudiando". Álvaro Sánchez es un joven onubense de 26 años que ya no puede recibir becas. "Antes hice los primeros cursos de Bellas Artes y por una segunda carrera no te becan. Además, con 26 años ya te consideran demasiado mayor. No cuento dentro del sistema", dice Sánchez. "Yo estudio y trabajo, pero no me puedo mantener por mí mismo, casi todos los meses necesito un empujón de mis padres, aunque ellos tampoco podrían hacerse cargo de todos los gastos". Sánchez enfoca su formación hacia el sector social y eso lo orienta través de voluntariados. "He trabajado con diferentes asociaciones y tengo formación como monitor. A muchas entidades les gusta cómo trabajas y haces falta pero no tienen recursos para contrarte", sentencia el onubense. "En muchas ocasiones no he desarrollado trabajo de voluntario, sino de técnico, aunque en algunas asociaciones ni ellos mismos tienen garantizado un empleo digno". El primer empleo como camarero que tuvo el joven -su propia beca- tuvo unas condiciones "nefastas". "Entregé mi currículum directamente en el restaurante, pero tuve que firmarlo con una empresa de trabajo temporal y se quedaban parte de mi sueldo, que de por sí era bajo. En ningún momento intervineron por mí. Nada tenía sentido", afirma. El joven declara que, por su experiencia, algunas empresas se aprovechan de la necesidades de los jóvenes lo que favorece que se vayan fuera. "Casi todos mis amigos están lejos de Andalucía". 
Jaime Araujo. 27 años. Técnico Medio y trabajador de ONG
"Después de trabajar fuera, volver es luchar por Andalucía". Cada año muchos jóvenes andaluces emigran. Sin embargo, hay otros -menos- que deciden volver, aun siendo conscientes de la situación. Es el caso de Jaime Araujo, de 27 años de edad y de Granada. Hace cinco años Araujo encontró un empleo fijo en Madrid. Y de lo suyo -estudió un grado medio en informática-, todo un premio de lotería. Pero "decidí volver", afirma el granadino. "Quería tener una segunda oportunidad en mi tierra y sacar adelante mis proyectos familiares y personales", dice. Hoy trabaja como captador de socios en una organización humanitaria y aunque afirma no estar "en la mejor situación", no se arrepiente de haber vuelto a casa. "Volver es luchar por Andalucía y sus proyectos y, sobre todo, no abandonar nuestra tierra". Desde que comenzó a trabajar ha desempeñado puestos de todo tipo, desde dependiente en una tienda de deportes, a montador de puertas u operario en una fábrica de plásticos. "He tenido condiciones laborales precarias, con sueldos por debajo de la media, siempre en negro, pero a pesar de todo me siento afortunado. Yo trabajo, algo que muchos no pueden decir", sentencia. Para Araujo el mayor problema es que los jóvenes "no somos reconocidos. Una beca o unas prácticas parece que son limosna". "Se nos oculta y no contamos para los entes públicos o privados. Además, hay veces nos sentimos engañados con las condiciones laborales que tenemos". El joven recalca el hecho de que "alguien que se ha esforzado en tener una formación sea menos reconocido en su ámbito que en cualquier otro tipo de trabajo que no sea de lo tuyo y que requiera menor formación".

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