La XVI Verbena con Títeres en la Huerta de San Vicente acogió un conjunto de obras de gran calidad que divirtió a niños y mayores
LUCÍA BAZAGA | GRANADA
La obra 'Splash' entusiasmó a los más pequeños. :: GONZÁLEZ MOLERO
El Parque García Lorca se vistió de fiesta las noches de lunes y martes para acoger la Verbena con Títeres en la Huerta de San Vicente. La XVI edición de esta Verbena se ha celebrado con espectáculos de gran calidad, en los que han participado centenares de personas en un formato que no dejó indiferente a nadie.
Una gran afluencia de público colmó los tres escenarios que se dedicaron a estas actividades, en las que niños y padres disfrutaron de una de las propuestas culturales ya clásicas de los veranos de la ciudad de Granada.
La encargada de abrir la verbena fue la compañía Yllana con su obra '¡Splash!'. Con gorro de baño y camiseta a rayas, tres actores aparecieron sobre un escenario para representar una serie de sketchs recogidos de aquel famoso programa de Televisión Española 'No te rías que es peor'.
Una obra de teatro gestual donde la onomatopeya jugó su papel principal. Con un uso magnífico de los clásicos recursos para hacer reír -el personaje torpe del que todos se ríen o el 'sex symbol' pelo en pecho-, la obra, que en apariencia parecía querer divertir a los más pequeños, representó un continuo guiño también para mayores, convirtiéndola en un gran espectáculo familiar en la que todos, en un nivel de interpretación acorde a la edad, compartieron una hora de risas constantes.
Con un escenario compuesto por apenas algunos paneles, los actores consiguieron representar diversos escenarios como un barco, un mar o una puerta que podía ser la entrada al lugar que ellos deseasen con tan solo colgar un cartel que lo indicara.
El juego de soñar
En definitiva, un inteligente juego con los espacios que hizo soñar a los más pequeños con que nada es imposible si se trata de cumplir sueños.
Cuando terminó el primer espectáculo el público debía debatir entre dos posibilidades. A la misma hora se presentaban dos funciones en dos escenarios distintos: 'Vulgarcito' y 'Oink Oink Ink'.
Ambas representaciones, dedicadas especialmente al público más infantil, estuvieron abarrotadas. Los más avispados ya guardaban sitio para el resto de la familia, y aquellos que no querían perderse el espectáculo prescindieron de un asiento, llenando también los alrededores permaneciendo de pie.
'Vulgarcito', representado en el escenario del parque, es una dramatización libre de 'Epaminondas', el cuento popular del sur de Estados Unidos sobre un niño tan pobre que su madre, para compensar su desdicha, le puso por nombre el de un famoso general de la antigua Grecia.
Sobre un escueto escenario y títeres de madera que apenas tenían forma, el público quedó impresionado por un excelente monólogo rimado que trasladó a todos al mundo de un niño que habita en un reino triste, interpretado por un actor que pareciera también un chiquillo jugando a inventar un cuento.
Una obra que, como señaló La Chana Teatro, tiene ciertos aires lorquianos, algo que se agradeció en la que antaño fuera la casa del gran poeta granadino.
Por su parte, 'Oink Oink Ink', interpretada en el escenario de la misma Huerta de San Vicente y a escasos metros de 'Vulgarcito', trasladó al público a la tradición más pura del títere de cachiporra, con su teatro ambulante, su contacto directo a escasos metros del público y sus personajes arquetípicos.
Un cierre excelente
La guinda del pastel del lunes fue para la última actuación de la noche. Cuando los más pequeños ya estaban agotados, una voz en off anunciaba que el público se disponía a ver una actuación para mayores: 'Don Juan. Memoria amarga de mi'.
La oscuridad de la noche y las luces tenues hacían aún más enigmático un escenario dotado con una simple cama y algunas telas que colgaban desde las barras del escenario.
Una puesta en escena excelente en la que un único actor, acompañado por muñecos de su mismo tamaño y de rasgos que se aproximaban a lo real, trasladaron al público a las últimas y agonizantes horas de Don Juan Tenorio en un convento franciscano. «Me consumiré despacio aquí pero lejos de los ojos del mundo, recordando quién soy: Don Juan Tenorio», rezaba el diálogo que este personaje mantenía consigo mismo en la habitación del convento. Miquel Gallardo es el actor que interpreta al fraile y que da vida a dos actores de cartón y tela, dotándoles de una vida y autonomía que hace olvidar que estamos ante muñecos. Por una lado, Don Juan, por el otro, el padre Luis, prior del convento que vigila la relación entre el fraile y el huésped.
Encargado además de darles voz, el público granadino asistió a todo un despliegue de recursos propio de los grandes escenarios.
Voz en off, música, diálogos entre los personajes interpretados por una única persona, una iluminación al perfecto compás de las escenas e imágenes audiovisuales al modo de la propia conciencia de Don Juan cerraron una noche que, presidida por el recuerdo de Federico García Lorca, dotaron de un gran halo de misterio al lugar donde vivió el poeta y que, no hace tantos años, también fue el escenario del teatrillo que, junto con Falla, divirtió a los más pequeños.
La Verbena cerró sus puertas anoche martes con un nuevo estreno de la compañía Etcétera. 'El alma del pueblo. Una historia de amor entre el ser humano y los objetos' encierra los géneros teatro y documental en torno a las tradiciones de títeres de todo el mundo.
Aunque muchas tradiciones de títeres han logrado sobrevivir hasta ahora, los cambios sociales llevan a pensar que muchas de estas tradiciones desaparecerán. Etcétera ha iniciado un proyecto que pretende indagar, documentar y dar a conocer las tradiciones de títeres que se conservan todavía en muy diversas culturas del mundo.
'El alma del pueblo. Una historia de amor entre el ser humano y los objetos' se desarrollará durante varios años y se irá desvelando al público paulatinamente. La muestra de anoche fue, pues, un punto de partida que hizo descubrir al público la esencia histórica del teatro de títeres.
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