domingo, 21 de abril de 2013

Acantilados en Castell de Ferro buscan protección granadahoy.com

R. FERNÁNDEZ MOTRIL

Entre las localidades de Calahonda (Motril) y Castell de Ferro (Gualchos) se encuentran unos acantilados espectaculares, con un gran tesoro escondido: la diversidad de flora y fauna de sus fondos marinos. Es una de las siete zonas que el Libro Rojo de los Invertebrados, editado por la Junta de Andalucía, señala con mayor riqueza de las costas andaluzas. De ahí que se hayan abierto varias vías para su protección. Por un lado, continúa la tramitación ante Bruselas de su inclusión en la Red Natura (lo que conllevaría subvenciones europeas) y, por otro, asociaciones locales y ecologistas están luchando por convertirlo en paraje natural o incluirlo (o ambas cosas) en el futuro parque natural de Lújar. 

La existencia de grandes profundidades (de más de 20 metros) en relativa cercanía a la costa, hace de estos acantilados una zona única para el establecimiento de gran diversidad de especies, así como zona de cría de peces de interés económico. 

Uno de los aspectos más destacables es la abundancia de un coral que se encuentra amenazado: el naranja (Astroides calycularis), y es, según la asociación ecologista Buxus, "quizá donde más haya de todo el litoral andaluz". Su distribución mundial se ciñe a algunas poblaciones del Mediterráneo occidental, por lo cual esta misma organización cree que existe la responsabilidad de cuidarla. 

Aquí también se encuentran especies en peligro de extinción que son muy difíciles de ver en el Mediterráneo, como la esponja Naranja de mar (Tethya aurantium) y numerosos corales como los del género Eunicella, la Leptogorgia lusitanica, la Dendrophyllia rhamnea y el ya mencionado coral naranja. En esta zona, además, encuentran su hábitat moluscos con conchas de gran belleza como la porcelana (Luria lurida) o la gran caracola (Charonia lampas), entre otras muchas especies vulnerables de extinción. Otros grupos son los equinodermos, como las estrellas de mar Hacelia attenuata y Ophidiaster ophidianus; y los artrópodos, que aparte de los que tienen interés comercial como langostas, bogavantes y centollos, existen el santiaguiño (Scyllarus arctus) y la cigarra de mar (Scyllarides latus). 

Es hábitat de especies muy importantes desde el punto de vista pesquero. Aquí viven langostas, bogavantes, centollos y meros entre sus oquedades. Y son en éstas donde ponen sus huevos los calamares y las sepias o jibias. Una extracción regulada y no descontrolada como en la actualidad harían de estos acantilados una fuente de ingresos importante. Otras especies que establecen aquí su residencia o zona de reproducción son los salmonetes, brótolas, jureles, pulpos o bogas, entre otros. 

Desde el punto de vista económico, los acantilados son un punto de atracción para la práctica del buceo, tanto con tubo (snorkel) como con botella. Esto hace que vengan clientes no sólo de toda España, sino de Europa para hacer inmersiones en este privilegiado lugar, un paraíso para el buceo autónomo con botellas. Ello hace que exista un potencial de crear un gran número de puestos de trabajo en centros de buceo, hoteles, bares o tiendas. Y no sólo en tiempo estival, pues con la equipación adecuada, se puede bucear durante todo el año. 

Antonio Jódar, que está al frente de la empresa de buceo Aquamarina, y Mauricio Pérez, que regenta una casa rural, se han puesto recientemente manos a la obra para poner en valor este lugar, con el objetivo de convertirlo en paraje natural. Para ello, han creado la asociación Azul Marino, con el convencimiento de que "es lo más importante que tenemos en esta zona". Pérez asegura que tienen claro su riqueza, ya que ellos conocen lo que hay ahí debajo, y saben que debe ser protegido antes de que sea demasiado tarde, "para uso y disfrute de nuestros hijos y nietos". 

Con este objetivo, se han puesto a recoger firmas y, hasta la fecha, cuentan con unas 400, aunque esperan conseguir muchas más, después de que la población se conciencie del potencial de los acantilados. "Esta labor es muy importante, puesto que muchos habitantes de la localidad ni siquiera son conscientes de lo que tenemos aquí mismo", señala Pérez. 

Por otra parte, según Buxus, la inclusión de los fondos marinos de Calahonda-Castell en el futuro parque de la Sierra de Lújar sólo traería ventajas: desarrollo económico sostenible y turístico, creación de puestos de trabajo y garantía de futuro. "Se trata de una ocasión única para recuperar un espacio único, que necesita protección urgente", asevera su portavoz, Fernando Alcalde. 

Para los representantes de ambos colectivos, las dos opciones no son para nada incompatibles, aparte de la tramitación que sigue su curso como anterior Lugar de Interés Comunitario (LIC) y, por tanto, continúa su proceso para incluir en la Red Natura, aunque de forma lenta. Lo que tienen claro todos los agentes consultados es que estos acantilados y, sobre todo, sus fondos, tienen que ser protegidos de manera urgente.

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